Muerto se quedó en la acera

Nunca hizo dinero. Jamás tocó poder. Vivió embarcado sobre un mar de pobreza arrojando cables a quienes se hundían. Salvó a muchos. Amó a todos los que se ahogaban entre las olas. No tuvo tiempo para sí mismo. O lo tuvo todo, y como nadie, al regalárselo a los demás. Algunos lo admiraron. Otros lo llamaron ingenuo, blando, de puro bueno tonto… Su reino tampoco era de este mundo.


Aquella tarde salió de casa en busca de su gente. Un infarto lo abatió sobre la acera. Tenía su DNI, su edad, su nombre y apellidos. ¿Fama? Nuca la buscó ni se saludó con ella. Sólo lo conocían en el círculo más intimo de sus parientes y allegados. Recordando la famosa soleá de García Lorca ("Muerto se quedó en la calle..."), alguien podía haber escrito de él:


Muerto se quedó en la acera
herido de amor, herido.
Nadie sabía quién era.
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