El cementerio judío de Praga es sobrecogedor. Una de esas visiones que no se olvidan nunca. Data de 1439. Durante más de tres siglos fue el único cementerio de la ciudad en el que se permitía enterrar a los judíos. Así se explica que los cadáveres se apilaran unos sobre otros, hasta más de diez. De ahí también el apretado campo de lápidas clavadas en un espacio mínimo.
Nunca habíamos visto tanta muerte junta.
CEMENTERIO JUDÍO DE PRAGA
Morir en Praga, en Barañáin o en Cuzco
es igual de morir, igual de próximo,
por más que mude
el entorno de luz, la piel del aire.
Después tanto daría
la reducida gama de variantes
de tu abrazo a la tierra.
Dondequiera hallarías
lisa comodidad para tus huesos
y la misma verdad para tus límites
.
Mas si el azar quisiera
que en Praga te apearas de la vida,
a nadie se le ocurra sepultarte
en el horror del camposanto hebreo.
Allí hincaron los siglos tantas lápidas,
tan vivas y tan prietas
que un turista en el trance malhadado
ni unos palmos de tierra encontraría
donde caerse muerto
.
Morir en Praga, en Barañáin o en Cuzco
es igual de morir.
Y, sin embargo,
para enterrarse de por vida eterna
en este cementerio
hay demasiada muerte.
(Praga, julio 91)
(Obra poética, p. 481)