En su carta para la Cuaresma, el cardenal de Madrid advierte frente a la polarización también eclesial Cobo: "Es doloroso que muchas veces la Iglesia sea herida por los mismos que aman a la Iglesia"
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"Aferrados a un realismo light, tratando de aparentar seguridad mientras nos consume la incertidumbre», parece que «sin darnos cuenta, nos hemos alejado del Quién que da sentido a nuestra vida"
Así puede leerse en la carta pastoral para esta Cuaresma de 2025, titulada Conviértete y cree en la Esperanza, del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid
Una llamada a la Iglesia diocesana a ponerse en marcha hacia la Pascua que se presenta con tiempo para que fieles, parroquias, comunidades y realidades eclesiales puedan trabajarla con tiempo y así recorrer juntos el camino cuaresmal
Este tiempo, afirma el arzobispo de Madrid, "bien puede ser una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la Esperanza"
Una llamada a la Iglesia diocesana a ponerse en marcha hacia la Pascua que se presenta con tiempo para que fieles, parroquias, comunidades y realidades eclesiales puedan trabajarla con tiempo y así recorrer juntos el camino cuaresmal
Este tiempo, afirma el arzobispo de Madrid, "bien puede ser una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la Esperanza"
Ante «los nubarrones que sobrevuelan nuestro mundo y nos invitan a quedarnos donde estamos», ante ese ir «tirando, aferrados a un realismo light, tratando de aparentar seguridad mientras nos consume la incertidumbre», parece que «sin darnos cuenta, nos hemos alejado del Quién que da sentido a nuestra vida». Así puede leerse en la carta pastoralpara esta Cuaresma de 2025, titulada Conviértete y cree en la Esperanza, del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.
Una llamada a la Iglesia diocesana a ponerse en marcha hacia la Pascua que se presenta con tiempo para que fieles, parroquias, comunidades y realidades eclesiales puedan trabajarla con tiempo y así recorrer juntos el camino cuaresmal. Este tiempo, afirma el arzobispo de Madrid, «bien puede ser una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la Esperanza».
![La Cuaresma: tiempo de camino, de renovación y de esperanza - Vatican News](https://media.vaticannews.va/media/content/dam-archive/vaticannews/multimedia/2021/02/19/web-aventuraafrica-namibia-desierto-namib-10AEM.jpg/_jcr_content/renditions/cq5dam.thumbnail.cropped.750.422.jpeg)
Una situación que se repite
«Nos hemos acostumbrado a andar más preocupados por nosotros y por las batallas de sacristía que por caminar juntos hacia la Esperanza a la que somos convocados». Más pendientes, dice, «de lo particular, de hacer ideología de cualquier cosa y olvidarnos de lo fundamental: la propuesta que Cristo hace a su Iglesia para ser sal de una Esperanza que no defrauda y dar testimonio coral de ella mediante una vida comunitaria fraternal».
Pero en este año jubilar en el que el Papa Francisco invita a ser peregrinos de la Esperanza, «esta Cuaresma bien puede ser una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la Esperanza». Una Esperanza que «da seguridad y firmeza en medio de las tempestades de la vida» y que invita a dirigir la mirada a la Trinidad: a Dios Padre, que «siempre nos espera», que es paciente y que «nos acompaña entrañablemente en nuestros desesperos, fracasos y fragilidades»; a Jesús, el Hijo, que «nos convoca a una iniciar una peregrinación que solo se comprende desde la Resurrección, pues es la meta de toda Esperanza», y al Espíritu Santo, para dejar que «active en nosotros todas las disposiciones posibles para dejarnos renovar».
«La Esperanza, además, se camina con otros hermanos en la Iglesia», remarca el arzobispo de Madrid, porque, como la salvación, es «una realidad comunitaria, se realiza para cada persona, pero dentro de un “nosotros”».
Pecados contra la Esperanza
El arzobispo de Madrid advierte en su carta contra algunos pecados que obstruyen el acceso a la Esperanza. El primero, confundir la Esperanza con el optimismo: el optimista solo mira la parte positiva de la realidad, frente al esperanzado, que observa la totalidad, «sabiendo que la última palabra es de futuro y es de Dios». El esperanzado, además, hace un salto de fe como el de María o el de tantos que, «sin hacer pie, apoyan su vida en la promesa del Señor».
El cardenal Cobo señala también la acedia egoísta, «el miedo al compromiso por creer que Dios me quita mi tiempo o mis posibilidades». Junto a ello, la tristeza individualista, que es «la gran tentación». Porque «el individualismo fragmenta y descohesiona; olvida que la Esperanza cristiana es siempre Esperanza para los demás». «Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien, ya no entran los pobres». En el bautismo y la vida «vivida como respuesta a una vocación» se encontrará «la capacidad de salir de nuestros pequeños espacios para caminar juntos como Pueblo de Dios».
![Individualismo – Objetivismo.org](https://objetivismo.org/wp-content/uploads/2013/09/Bi%C3%A9n-com%C3%BAn.jpg)
Un cuarto pecado es «dejarnos arrastrar por la violencia y la polarización», que son «virus que llegan hasta nuestra Iglesia porque estamos viviendo en ese clima desesperanzador». Aprecia el arzobispo de Madrid que «nuestro desenfocado amor a la Iglesia puede volvernos estrechos de miras o mirar con ojos no evangelizados». Y se lamenta: «Es doloroso que muchas veces la Iglesia sea herida por los mismos que aman a la Iglesia». Por eso, recuerda lo que dice el Papa Francisco en la Bula jubilar: «Es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia». De esto «solo nos despertará la Esperanza misionera», añade el arzobispo de Madrid, el salir hacia «las muchas personas que necesitan encontrar la luz de Cristo», los que «necesitan con urgencia encontrar una realidad eclesial que sea delicada, acogedora y extremadamente paciente y misericordiosa: una Iglesia familia y hogar, como apunta el Sínodo».
Alejarse de la cruz de Cristo sería otro de los pecados. «La mirada debe estar en el Crucificado»; en su cruz «se ha de ver la luz de la Pascua». Como afirma el Papa Francisco, la Resurrección de Cristo «es la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no pasa por encima del sufrimiento y de la muerte, sino que los traspasa […] transformando el mal en bien». Y aquí introduce el cardenal Cobo el sexto pecado, olvidar a los crucificados y a las víctimas, porque Dios se revela «muchas veces fuera de nuestro pequeño mundo eclesiástico».
Por último, el arzobispo de Madrid revela como pecado el dejar de soñar según Dios. Los que son capaces de soñar, observa, a través de «pequeñas esperanzas nos han enseñado a descubrir cómo la Esperanza se abre paso inexorablemente». «Los sueños de la buena gente han hecho más habitable esta tierra y más amable y justa nuestra convivencia», concluye.
Claves concretas para convertirse en esta Cuaresma
En el tramo final de la carta, el cardenal Cobo invita a preguntarse «con sinceridad y humildad en qué o en quién ponemos nuestra Esperanza». El encuentro con Jesucristo de los discípulos de Emaús lo transformó todo y ellos «aprenden poco a poco a poner sus pequeñas esperanzas en la Esperanza del Resucitado». Él es, como decía el Papa Benedicto XVI, la «gran Esperanza».
![EL CAMINO DE LA FE: LLAMADOS A SEGUIR A CRISTO | Padre Uriel -Ministros Nueva Alianza](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHE8pHrQqj7iXpFdlXXHt99ehgex6VH1_KwBtbNPVDELFFmhsWstd6JpUVwq-ky-gWZztUul186RwlkKGoCyB808dGYWtjWWQSg4uoI_n5sE8nIu7WKY82vPW8vOKajsOQk24Kmhi251M/s1600/35125-hand-sky-light-clouds.1200w.tn.jpg)
Para finalizar, el arzobispo de Madrid propone tres caminos de conversión en esta Cuaresma. El primero, renovar el Bautismo, ahondando cada domingo cuaresmal en esta experiencia bautismal y preparándose para el gran momento celebrativo de la renovación de las promesas del Bautismo en el Vigilia Pascual. Todo ello, desde la perspectiva del laicado, poniendo en valor «lo específico de nuestra vocación de ser testigos del Evangelio en la vida cotidiana». «Así podremos vivir una vida de santidad en la vida ordinaria de cada día». Para todo esto, el cardenal Cobo propone fomentar la vida de oración constante en la Cuaresma, que puede incluir la práctica de la Lectio Divina; organizar catequesis y retiros para explicar el Bautismo, con testimonios «que fomenten el sentido de pertenencia y vinculación a la comunidad»; y diseñar un pequeño camino pascual donde, domingo tras domingo, se celebre y desgrane el Bautismo y «la llamada de Dios a las diversas vocaciones, haciendo especial atención a la laical».
En segundo lugar, propone ponerse «a los pies de los crucificados de nuestro entorno» con visitas a enfermos, asistencia a personas mayores con soledad no deseada, ayuda a los necesitados o escucha a las realidades que «necesitan cariño y atención». En este punto vuelve el arzobispo de Madrid a citar al Papa Benedicto XVI cuando decía que «sin Esperanza, la caridad se convierte en un acto vacío; sin caridad, la Esperanza se quedaría en mero deseo».
Por último, «hagamos de nuestros espacios de iglesia lugares para el encuentro», intensificando aquellos momentos que «visibilicen la pluralidad y la comunión». La Pasión de Jesucristo, defiende, «nos aleja del grito y del insulto, nos distancia de la burla y del sarcasmo y hace de barrera ante la descalificación sistemática, la falta de respeto y de caridad al prójimo». Así, incide en la posibilidad de «generar iniciativas interreligiosas, políticas, culturales o incluso facilitar la comunión entre la pluralidad de grupos, sensibilidades y tendencias eclesiales que pueden estar aisladas, alejadas o enfrentadas unas contra otras».
Y concluye: «Peregrinos de Esperanza, con mimo, tanto y preparación, impulsemos gestos proféticos que ayuden a mostrar el paso del Espíritu del Señor que, como a los de Emaús, sigue saliendo a nuestro encuentro para caminar con los perdidos y procurar que seamos “uno para que el mundo crea”».
Lee aquí la Carta Pastoral Conviértete y cree en la Esperanza
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