El pasado 31 de enero, el obispo de Sogorb-Castelló, Casimiro López Llorente, presentó a los medios de comunicación el Año Jubilar, con motivo del 775 aniversario de la creación de la diócesis de Sogorb, el 1247.

La finalidad de este Año Jubilar, como dijo el obispo Casimiro, es favorecer la conversión personal y comunitaria, propiciar la conversión pastoral y misionera de esta Iglesia diocesana de Sogorb-Castelló, fortalecer la comunión eclesial y caminar juntos como pueblo de Dios. Con estos objetivos se favorecerá la corresponsabilidad de todos en la vida y en la misión de la Iglesia de Sogorb-Castelló, según la propia vocación, ministerio o carisma, para ser una Iglesia en salida, evangelizada y evangelizadora.

El lema de este 775 aniversario es: “Crecer en la Comunión para salir a la Misión”. Este Año Jubilar, que quiere ser un tiempo de gracia, comienza hoy, 12 de abril y se clausurará el 16 de abril del año que viene.

Encuentro muy adecuado el lema y la finalidad de este Año Jubilar para rejuvenecer la fe de los cristianos de esta diócesis y para fortalecer la comunión en el seno de este obispado.

Pero la presentación de este acontecimiento podría haber sido (exactamente la misma), si se hubiese tratado de la diócesis de Burgos o la de Sevilla, ya que no hubo ninguna referencia a la lengua propia del País Valenciano y a la cultura de los cristianos de la diócesis de Sogorb-Castelló.

Es verdad que este obispado tiene una zona castellanoparlante. Pero también tiene otra zona valenciano-parlante (ignorada por la Iglesia Valenciana por lo que respecta al uso de su lengua), con cristianos de Borriana y de Betxí, de l’Alcora y de Onda, de Nules y de Albocàsser, de Torreblanca, de Almenara y de Orpesa, con la lengua de San Vicent Ferrer, que la jerarquía de Sogorb-Castelló desprecia y excluye de los templos, a excepción de los tiempos de los obispos Josep Pont i Gol y Josep Mª Cases Deordal.

Como señala el decreto del Vaticano II, Christus Dominus, la diócesis es “aquella porción del Pueblo de Dios confiada al obispo” y por eso este obispado de Sogorb (enriquecido desde el año 1960 con una amplia zona que pertenecía a la diócesis de Tortosa, formando así la actual diócesis de Sogorb-Castelló), se constituye (como dice también el Concilio) en “una Iglesia particular, donde se encuentra la Iglesia de Cristo, que es una, santa, católica y apostólica”.

Creo que el 775 aniversario del obispado de Sogorb, tendría que ser una oportunidad para recordar y agradecer a Dios la venerable tradición de esta antiquísima diócesis, que, como he dicho antes, se vio rejuvenecida en 1960, con la savia nueva proveniente de los arciprestados que, a partir de aquel año formarían parte del nuevo obispado de Sogorb-Castelló.

Creo también, que el 775 aniversario de la diócesis es un motivo para reencontrar las raíces de la fe en esta tierra y para construir una Iglesia más sencilla, abierta a todos, fiel a las bienaventuranzas, una Iglesia sin condenas ni excomuniones, que proponga pero no imponga. Una Iglesia que pueda redescubrir (y aplicar) el Concilio y que, con un gesto amable, presente a nuestro mundo la ternura de un Dios que, en Jesús, nos ama entrañablemente. Un Dios que no ha venido a condenar sino a salvar a todos. Una Iglesia que, además, en las zonas valenciano-parlantes, tal como hicieron los añorados obispos Josep Pont y Josep Mª Cases, de una vez por todas, incorpore nuestra lengua en la liturgia.

Lo que es más que irracional, es que las ciudades de Borriana, Eslida, Nules, la Vilavella, Torreblanca, Onda, la Vall d’Uixó, Albocàsser, Vila-real o Almenara (entre otras), la Iglesia todavía continua excluyendo el valenciano en los templos e imponiendo el castellano en la liturgia. Y es que los obispos y los sacerdotes valencianos, aún no han entendido (o sí, pero les da igual), que no han de ser los fieles del obispado de Sogorb-Castelló los que han de hablar la lengua de los pastores, sino que han de ser los pastores (y en primer lugar el obispo Casimiro López), los que habrían de hablar la lengua de los cristianos que han de servir. ¿Hace falta recordar el error que supone que el Misal, traducido al valenciano por la Acadèmia Valenciana de la Llengua, todavía no haya sido aprobado por los obispos?

El obispoJosep Pont i Gol, tan añorado y de tan grata memoria, decía: “La Iglesia no tiene fronteras, pero se realiza en las diversas comunidades humanas, locales o culturales, distintas por la lengua, la cultura y la geografía”. Por eso es tan importante que el obispo y los presbíteros entren en la lengua y en la cultura del pueblo que sirven. La lengua de San Vicent Ferrer.

Es en esta diócesis de Sogorb, que ahora cumple 775 años, que la Iglesia, utilizando el valenciano, habría de presentar el gozo y la alegría del Evangelio, para hacer realidad el Reino de Dios en medio de nuestra sociedad. Además, en este Año Jubilar, la Iglesia de Sogorb-Castelló habría de homenajear a los buenos y añorados obispos, Josep Pont y Josep Mª Cases, dos pastores que comprendieron la realidad de la diócesis y defendieron la lengua de San Vicent Ferrer.

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