¿Alfonso Simón en la picota?

Sin embargo, sé muchísimo de él. Porque alguien, muy próximo a su persona, es persona queridísima en nuestra familia. Creo que podría decir que de nuestra familia.
Yo no sé, porque no me lo ha dicho, si Gonzalo de Berceo es él. O muchas veces él. Démoslo por bueno. Es casi la única sección del semanario Alfa y Omega que no se cae de las manos. Aunque, como bien señala algún comentarista en el lugar donde aparece la noticia del disgusto episcopal con él, bien moderadica es. O, al menos, a mí me lo parece.
De lo que sí puedo dar fe, por lo que me cuentan, es de que se trata de un trabajador compulsivo. No tiene horas. Porque todas están dedicadas a la Iglesia. En detrimento de su descanso, de su salud y hasta de sus afectos familiares.
Yo no sé si el cardenal le hace responsable de la poca garra de Alfa y Omega. Si así fuere, y Simón fuera el responsable, por tener poderes para hacer otra cosa, creo que el enfado del cardenal estaría justificado. Pero el director es otro. Y, en principio, él sería el responsable de la inanidad del semanario.
Si todo lo contado fuera cierto, si el cardenal quiere prescindir de él en Alfa y Omega, si monseñor Martínez no se atreve a recibirle en Granada, ellos se lo pierden. Y si le envían a una parroquia en Villaverde pues, a esa parroquia, le ha tocado la lotería. Seguro que iba a ser un excelente párroco. Tiene escuela. Su tío, Don Alfonso Simón, con quien vivió desde niño, fue un extraordinario párroco del Cristo de la Victoria. En el barrio de Argüelles.
Pienso que se trata de una intoxicación. A ver que sale de ella. Y que no hay nada detrás. Pero creo que no es malo salir al paso de la misma.