Don Juan José Asenjo, arzobispo coadjutor de Sevilla y administrador apostólico de Córdoba tiene casi tanta responsabilidad en la situación de CajaSur como yo. Ninguna.
Le tocó el marrón como le hubiera tocado a cualquier otro que hubiera llegado a esa diócesis. ¿O es que alguien se cree que aquello era un negocio boyantísimo y llegaron unos nuevos canónigos al Consejo de Administración y con sus locuras lo arruinaron? Seguramente el modelo que dio espléndidos resultados durante muchos años se había agotado y ya era inviable. Unos canónigos sensatos y honestos consiguieron que aquello funcionara muy bien largo tiempo. Pero ahora sensatez y honestidad no bastan. Hace falta mucho más para nadar en un mar de tiburones. Y aquello se vino abajo.
Culpar de la situación a monseñor Asenjo es injusto y falso. Lo que no entiendo es que haya que esperar, si es que hay que esperar, al cierre de la fusión para nombrar nuevo obispo de Córdoba. Al que habrá que juzgar por su ministerio episcopal y no por haber firmado la partida de defunción de CajaSur independiente.