Publica hoy Oriolt un artículo en
Germinans verdaderamente demoledor para con el pontificado del cardenal de Barcelona.
Y Martínez sigue riendo. Sin que nadie sea capaz de averiguar de que. Barcelona es una diócesis envejecida y en manos de viejos. Su arzobispo es casi un barbián comparado con los rectores de numerosas parroquias de la ciudad condal. Y lo peor es que carece de relevos. Las inexistentes mesnadas del Turull no es que no aseguren el mañana es que lo hacen inviable. Aquello está abocado al cierre. Mientras Martínez ríe.
Leed el artículo de Oriolt y os convenceréis de lo que digo. Los viejos dinosaurios que han acabado con la fe de Barcelona se resisten al retiro. Porque los que les sucederían son de otra línea eclesial. Mucho mejor. Y aunque todos los día tocan su fracaso prefieren hundirse con el barco a que otros consigan salvarlo. Pues eso no puede durar mucho. Ni por ellos ni por el cardenal. Los años son inexorables. Pero eso ya no se puede mantener. O nombra a Turull párroco universal de la diócesis o da paso a aquellos con los que nunca contó. Ya no tiene a otros. Sabe que ni puede contar con la totalidad de los ocho, solamente ocho, que le acompañaron a Ars. La Unión ya ha muerto pues lo que queda es terminal. Hay que felicitarse de ello.
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