Masiá ha sido reconvenido por sus superiores aunque al parecer con escaso resultado. Pocos días después se hace público que 41 sacerdotes han sido objeto de otra amonestación por su apoyo a la muerte de aquella joven italiana que tuvo estremecido al mundo. Y al parecer alguno ya se ha retractado.
Se impone el sentido común. No es de recibo que sacerdotes y religiosos sean los que dinamiten la fe y la moral de la Iglesia. Que sean los principales responsables del escándalo y la confusión. Los enemigos están mucho mejor fuera. Si están dentro de la plaza asediada la defensa de ésta es imposible.
Todo el mundo puede decir lo que le dé la gana pero no desde cualquier sitio. Don Cayo Lara acaba de hacer unas declaraciones sobre el rey. Lo raro es que fuera el jefe de la Casa del monarca. Don Juan Masiá será muy dueño de opinar lo que le dé la gana sobre el aborto, la eutanasia, la resurrección o la virginidad de María, el padre Masiá, de la Compañía de Jesús, tiene que sostener lo que la Iglesia profesa.
Da la impresión de que se están dando cuenta de que el desmadre hasta ahora reinante es suicida. Pues más vale tarde que nunca.