Muy bien la Dignitas Personae. ¿Y después?

Porque ¿para qué sirve un documento, exprsamente aprobado por el Papa, si después sedicentes teólogos y moralistas siguen diciendo todo lo contrario a lo que se enseña en ese documento?

El problema no está en los textos, que hay ya demasiados. La incoherencia es decir una cosa y permitir que sacerdotes y religiosos se choteen de lo dicho. ¿Qué va a ocurrir por ejemplo con Masiá si sigue enseñando lo contrario a la Dignitas Personae? ¿Nada? Entonces, ¿para qué el documento?
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