Fray Carlos Amigo levanta pasiones. Mencionarle a él o a su archidiócesis y dispararse los comentarios es todo uno. Contrarios y favorables. Aunque los primeros son durísimos y los segundo mucho más medidos. Ha dejado sin duda muchos heridos en el camino que no le perdonan las cicatrices y no pocos amigos que le defienden. Y todos a bastonazo limpio contra los contrarios. Y a veces con excesos verbales que soy el primero en lamentar.

En vísperas de presentar su renuncia ha hecho el cardenal unas declaraciones que vuelven a agitar si cabe más unas aguas nunca remansadas. Sobre Manuel Chaves, expresidente del Gobierno andaluz y actual vicepresidente del Gobierno de España. Y uno de los individuos más destacados en la abierta política anticatólica del Gobierno. Absolutamente agresiva.

Luis Fernando Pérez Bustamante acaba de replicarle con un artículo que titula "Un arzobispo cómodo para el socialismo" cuyo enlace os dejo y que en poquísimo tiempo se ha llenado de comentarios. En general nada benévolos con el cardenal. A mí también me parecen excesivas tantas amabilidades a persona tan caracterizada. Y por tantos aspectos. Ninguno favorable a la Iglesia. Algunos señalan como el gran defecto del cardenal su contemporización con todo. Política que a corto plazo es cómoda para el contemparizador. Pero que a la larga termina siempre estallando. Y al cardenal le ha estallado muy poco antes de su retirada. Su gran figura, sus exquisitos modales, su sonrisa condescendiente, su elevado rango eclesial, cubrieron muchos años cosas que nadie se atrevía a mencionar. Y de repente está en muchísimas bocas. Un año más de silencio y el cardenal elegante, majestuoso, habilísimo en dar a esa majestad un aire de cercanía que la realzaba si cabe más y que más de uno ha juzgado calculadísima, y se hubiera retirado en el cenit de su gloria. Como el gran cardenal de Sevilla. Hoy eso ya lo discuten bastantes. Yo ni quito ni pongo rey. Me limito a reflejar lo que veo.

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