Ante las elecciones del domingo.
El domingo votarán, o no votarán, millones de españoles. Muchísimos de ellos católicos. Entre estos, un grupo muy numeroso, aun reconociendo su pertenencia a la Iglesia, viven como si no lo fueran. A ellos no tengo nada que decirles porque el catolicismo les supone y les condiciona poquísimo.
Luego están los que se quieren, o se creen, algo comprometidos con su fe. Esos son los que, desde la misma, debieran votar. Aunque no lo hagan así.
He sostenido muchas veces, con escándalo de algunos, que un católico puede ser socialista, liberal, nacionalista, independentista, falangista... Siempre que esas ideologías no combatan a la Iglesia. Los nombres tienen poca importancia, lo importante son los programas. Y esos son los que deben condicionar nuestro voto. Nuestro voto de católicos.
No deja de ser curioso que algo que debería ser importantísimo en nuestras vidas, pues implica nuestra salvación eterna, muchos que creen en ella, o dicen creer, no le dan la menor importancia a la hora de votar. Hay que ser conscientes también que no existe ningún partido que pueda identificarse con la Iglesia. Pero es evidentísimo que hay muchos contrarios y hasta perseguidores de la Iglesia. Que muchos católicos les voten sólo habla de la absoluta debilidad de su catolicismo.
No puedo entender como alguien que se sienta católico pueda votar al actual Partido Socialista Español. Inmerso en la sangre inocente de millones de niños asesinados enm el vientre de sus madres. Y todavía les parece poca. Aparte de otros postulados que agreden otros principios que la Iglesia considera fundamentales. Sólo por lo primero en mi opinión es imposible que un católico que valore en algo su fe les pueda votar.
Pero muchos van a hacerlo al Partido Popular. Y tampoco lo entiendo. Porque la sangre de los inocentes les salpica por igual. A este respecto estamos hablando de diferencias infinitesimales. No vamos a matar a 120.000 al año sino sólo a 115.000. Y las chicas de dieciséis años no podrán hacerlo sin autorización de sus padres. Pero con ella, sí. Pues ya me dirán ustedes si es como para votarles.
Sin embargo, los católicos que no tienen la menor posibilidad de condicionar con su voto al PSOE si podrían hacerlo al PP. Porque integran una parte muy importante de sus votantes. Y como le hagan ver que si siguen fastidiándoles les va a votar su abuela algo podrían conseguir.
Y en el mismo partido se han dado cuenta. De que estaban irritando a sus bases. Ya el que se hayan tenido que tragar a Mayor Oreja como candidato, que a la directiva del partido no les gustaba nada, indica que eran conscientes de que no había que seguir molestando al personal. Han rescatado a Ortega y Lara y a María San Gil porque las Villalobos y las Pastores, que votaban la admisión de la reprobación al Papa, no arrastran a nadie y alejan a muchos. Y hasta hipócritamente han sacado a relucir el aborto en su campaña reprochándoselo a Zapatero. Como si ellos no tuvieran nada que ver con eso.
Quieren recuperar unos votos que se les iban. Con mentiras. A las que ya nos tienen muy acostumbrados. Como ocurrió con la lengua en las últimas elecciones gallegas. O con el que de lo que se trata es de echar a Zapatero. Que no se va a ir sea cual sea este resultado.
El PP se merece, se lo ha buscado, que haya católicos que no les voten en estas elecciones. En mi opinión, cuantos más, mejor. A lo mejor aprenden algo. Y consiguen un partido al que no haya que votar siempre con la mano en la nariz.
Yo no pienso votarles. Y a los católicos que vayan a hacerlo, que se lo piensen. Creo que es mucho mejor quedarse en casa, votar nulo o blanco, o hacerlo a algún partido minoritario. Y no penséis que es un voto tirado. Si hace recapacitar al PP habrá servido para mucho.