Tras el P. Arrupe, omnipresente en los medios, su sucesor Kolvenbach optó por una estrategia mediática mucho más discreta. Retirado el holandés parece que al nuevo Prepósito le va esa línea e incluso la exagera. Lleva ya año y medio al frente de la Compañía y da la impresión de no existir.
Pues en teoría existe. Es ese señor de ceño adusto y peinado de tejadillo. Aunque de pocas tejas. Lo de Masiá ha adquirido ya tales proporciones que el general de los jesuitas no puede seguir
missing. Salvo que quiera pasar por cómplice o encubridor de ese súbdito que, cada día que pasa, riza el rizo del escándalo del día anterior.
El síndrome japonés está resultando funesto para la Compañía. Pues algo tendrá que hacer su Padre General. Son ya muchos los ojos que se dirigen a él. ¿Seguirá haciendo el avestruz? Pues él verá si el caso Masiá quiere convertirlo en el caso Nicolás.