Cuando el obispo de San Sebastián está haciendo las maletas, algún lector ha dicho incluso que mañana será el gran día, sigue sin aclararse lo que ha ocurrido con Pagola y su benévolo obispo. Porque aquel
nihil obstat da la impresión de que obsta muchísimo.
El sacerdote donostiarra ha pasado del infinito al cero. De encontrárnoslo hasta en la sopa hoy no se le encuentra ni buscándole con candil. Aquel libro que sin duda fue un éxito editorial, con el morbo añadido de unas correcciones impuestas iba a ser un negocio seguro. Pues en estos días de crisis económicas nadie quiere ganar unos cuantos miles de euros que estaban más que garantizados. ¿Algo raro, no?
Cosas muy extrañas deben estar pasando para que nadie quiera llevarse el dinero a su cartera. ¿No estaba todo resuelto? ¿No se habían disipado con las correciones las dudas que algunos ignorantes podían abrigar? ¿No se habían hundido en la miseria Don Demetrio, Iraburu, Sayés, Rico Pavés y la misma Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe?
Algún día se sabrá si Pagola es arriano, semiarriano o un Atanasito del siglo XXI. Supongo que ya con Uriarte de emérito. Y me da la impresión, lo desaparecidos que están Pagola y su libro, que ese ´día el demérito se va a tragar su
nihil obstat. Con mucho chacolí. Para ver si consigue pasarlo por su episcopal tráquea. Y creo que ni con eso.