El peligro Schönborn.

Durante bastante tiempo el cardenal arzobispo de Viena ha venido jugando al despiste. Conservador para unos, progresista para otros, daba una de cal y otra de arena o era un camaleón. O tal vez un caso típico de bipolaridad.

Pero progresivamente se ha ido decantando hasta el punto de ser hoy uno de los cardenales más inquietantes de la Iglesia. Preside feliz e inoperante una de las Iglesias más desnortadas del mundo e incluso se atreve a torpedear el celibato.

Pasaba por amigo de Benedicto XVI que, con amigos así, no necesita enemigos.

Pues ya tenemos la figura que necesitaba el progresismo y que no encontraba en los últimos años como buque insignia para un eventual Cónclave. Al último, su candidato Martini llegó tan averiado que era imposible. Hubo que buscar con candil y a toda prisa un sustituto presentable y no lo encontraron. Bergoglio era un perdedor nato y así resultó. Aparte de que, salvo Bergoglio, nadie sabe como es el cardenal argentino. Antipático, retraído, de gesto hosco, con antecedentes que repateaban a los progresistas, estaba abocado al fracaso y fracasó.

Este año el arzobispo de Buenos Aires cumple 73 años por lo que es posible que ni llegue al próximo Cónclave. Y puede darse por casi seguro el que, de llegar, lo haga como emérito. Mucho más crudo lo tienen todavía Murphy O'Connor, ya emérito y a punto de cumplir 77 años, Danneels, que hace unos días cumplió 76 o Lehman que ya ha llegado a los 73 y parece que con mala salud.

Schönborn tiene 64 años con lo que es uno de los cardenales más jóvenes de la Iglesia. Apenas hay diez con menos edad que él. Y por lo que vamos viendo tiene más peligro que un toro de Miura.
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