A propósito de las Romaxes.
Querido José Carlos,
te mando unas líneas sobre mi pensamiento sobre este asunto, porque no me siento preparado para nada más.
Me parece que lo de la romaxe viene a ser como la punta de un iceberg. Hay que entrar con prudencia pero sin limitarse a la punta. Es realmente lamentable lo que pueda haber de sacrílego en ese tipo de celebración, pero el problema es más profundo: es lamentable que se use la Santa Misa con fines terrenos, políticos, linguísticos, de protesta, etc. Que se instrumentalce la Santa Misa para desunir y para provocar. Pero el problema más grave es la falta de amor a la Liturgia de la Iglesia y la falta de dignidad del sacerdocio de los que la romaxe no es más que un ejemplo. ¿Qué se puede esperar de una iglesia en la que hasta el delegado de liturgia frivoliza con el Canon? ¿O donde hay tan poca veneración al Sacramento de la Eucaristía? Quizá el carácter político de la romaxe nos impida ver la gravedad del hecho de fondo. O quizá es ese acostumbramiento a la mediocridad del culto lo que provoca la falta de escándalo y de reparación por un hecho de esa magnitud. La romaxe es la consecuencia directa de un clero apaisanado, del desprecio de los medios de la gracia, de la falta de consideración del Sacramento de la Penitencia, del olvido de Cristo, que es quien maltratamos especialmente los sacerdotes cuando no tenemos fe. Yo no sabría qué aconsejar al Obispo responsable de estos atropellos, porque hace falta mucha prudencia y decision. Pero procuraría aprovechar la gracia de este año especialmente dedicado a los sacerdotes para que tomaran conciencia de la dignidad del sacerdocio.
Un fuerte abrazo