A los que tanto me quieren.

No pensaba anunciarlo en el Blog. Porque estas cosas se saben solas. Y ya ayer mismo algún lector se hizo eco de mi colaboración en el primer número de La Gaceta. Pero ante el amor que me demuestran algunos cedo a la tentación de hacer algo que me encanta dada mi proverbial falta de caridad según ellos: jo...robarles.

Pues sí, vais a tener a esta cigüeña no sólo en internet. También en un periódico que nace con muchas ganas. Y que se va a hacer notar. ¿Cómo era el título de aquella película? ¿Temblad, temblad, malditos? Pues eso. Como comprenderéis me ilusiona muchísimo que a alguno se le atragante el desayuno. Soy así de malvado.

Entiendo que haya gente a la que no le gusta lo que digo. Tampoco a mí me gusta lo que dicen ellos. Pero esto es lo que hay. Se ha acabado el monopolio que tenían. Ahora ya hablamos todos. Y todo el mundo se entera. Esta cigüeña no sólo no se va a callar sino que hasta le ponen altavoces. Los cien mil ejemplares del primer número de La Gaceta se agotaron en unas horas. Pienso que había mucha gente deseando un periódico así. Como es evidente que había mucha identificada con lo que esta cigüeña expresa. No tienen otra explicación los casi doce millones de visitas que ha recibido el Blog. Sí, sí, casi doce millones. Se comprende que a algunos les sepa a rejalgar.

Es duro asumir el fracaso. Todo se os ha hundido. O, mejor dicho, lo que soñásteis no lo habéis conseguido y cada vez está más lejano. Y se os acaban los días. Hoy sois menos que ayer y sois más que mañana. Y cada vez más viejos. Claro que los años los contamos todos pero hay una gran diferencia entre unos abuelos que viven rodeados del amor de sus hijos y de sus nietos y otros que están en una residencia de la tercera edad esperando la muerte sin que nadie les visite. Yo tengo una Iglesia arriba y otra detrás. Vosotros no sé si creéis en la de arriba pero detrás ya no tenéis a nadie. Pues es la diferencia entre vivir, y morir, con gozo y esperanza a hacerlo en la soledad del fracaso.

Cierto que lo tendríais muy fácil. Volver a lo que un día calentó vuestros corazones. En la Iglesia siempre es hermosa primavera. Allá vosotros si no queréis salir del gélido invierno en el que os habéis instalado y en el que os estáis muriendo.

Pero a lo que iba, la cigüeña a la que queréis alcanzar con vuestras perdigonadas como veis sigue volando tan feliz. Es inútil disparar con pólvora mojada. Y con tan mala puntería. Además vuestro cabreo ha contribuido en parte al éxito cigoñil. Si hasta os debería estar agradecido.

A partir de ahora también me encontraréis en La Gaceta. Con un par de artículos semanales. Muchos amigos, aunque desconocidos tantos, se van a alegrar. Y a los de siempre, qué les den morcilla.
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