Leo en
Religión Digital que el arzobispo de Cochabamba, una vez enterado que tenía un cura corruptor de menores, puso a ese sinvergüenza a disposición de los tribunales.
En esta ocasión no ha sido la Iglesia la última en enterarse y ha procedido como debía. Me parece una excelente noticia. Y ojalá sea ese, en lo sucesivo, el modo habitual de obrar con esta vergüenza eclesial.