Una Iglesia en salida profética
Me refiero a la visita apostólica del papa Francisco en Chile y en el Perú. Esta visita entra en el denominador común que vienen teniendo los viajes apostólicos del papa Francisco: preferencia por lugares donde la humanidad sufre la exclusión y la denigración para ser voz de los pobres y transmitir el evangelio a todos. Las intervenciones del Papa en esta visita fueron muchas y en distintos contextos. Por eso acoto el terreno ciñéndome sobre todo a su encuentro con los indígenas. Ese encuentro puede ser considerado como el inicio del Sínodo programado para el 2019 que tratará sobre la evangelización en la Amazonia.
1. Como experiencia de Dios compasivo un primer paso es la compasión ante la humillación que sufren tantas personas: “siempre soy muy sensible a las cárceles y a los encarcelados”; “al ver tantas mujeres desvaloradas, menospreciadas y explotadas en un sinfín de violencias” , y “a estos niños abandonados”; “siempre me impactó la situación de los que son objeto de diversas formas de trata de personas”. Esta experiencia que tan intensamente vivió Jesús de Nazaret debe ser inspiración hoy para una Iglesia evangelizadora.
2. Segundo paso en la opción evangélica por los pobres tiene que ser el compromiso por su liberación. Ya en Chile pero sobre todo en Puerto Maldonado el papa Francisco defendió la dignidad de los indígenas, el valor de sus culturas y el derecho a su propio territorio. Se veía que el papa, en cercanía entrañable y rompiendo protocolos, sintonizaba con el justo clamor de aquella multitud alegre porque se veía valorada, y proclamaba ese clamor como llamada saludable de conversión para todo el mundo.
3. Esa voz no era solo teórica. Se basaba en una práctica de los misioneros dominicos que desde los primeros años del siglo XX, están siendo testigos creíbles de una Iglesia inspirada en la misericordia. Ellos en constancia indomable desde los inicios, vienen acompañando a los indígenas con amor y respeto para que vivan y defiendan su dignidad, sus culturas y el derecho a su tierra. Teniendo a Jesucristo como referencia, una y otra vez han tenido que sufrir incomprensiones y ataques por su opción evangélica. En su forma de vivir y de actuar han procedido con la lógica del amor que se da, enfrentándose con la lógica de la explotación que traen los ambiciosos de caucho, petróleo y metales preciosos, utilizando y maltratando a los indígenas y a su entorno creacional. En esa conducta de los misioneros el papa Francisco ha encontrado y ratificado la Iglesia en que sueña. Entre tantos momentos emotivos de su breve estancia en Puerto Maldonado, un gesto me resultó especialmente significativo: cuando Ignacio, ese misionero probado y transparente, besó al papa. La Iglesia pobre y servidora daba gracias y decía sí al Sucesor de Pedro apasionado por una Iglesia en salida profética
1. Como experiencia de Dios compasivo un primer paso es la compasión ante la humillación que sufren tantas personas: “siempre soy muy sensible a las cárceles y a los encarcelados”; “al ver tantas mujeres desvaloradas, menospreciadas y explotadas en un sinfín de violencias” , y “a estos niños abandonados”; “siempre me impactó la situación de los que son objeto de diversas formas de trata de personas”. Esta experiencia que tan intensamente vivió Jesús de Nazaret debe ser inspiración hoy para una Iglesia evangelizadora.
2. Segundo paso en la opción evangélica por los pobres tiene que ser el compromiso por su liberación. Ya en Chile pero sobre todo en Puerto Maldonado el papa Francisco defendió la dignidad de los indígenas, el valor de sus culturas y el derecho a su propio territorio. Se veía que el papa, en cercanía entrañable y rompiendo protocolos, sintonizaba con el justo clamor de aquella multitud alegre porque se veía valorada, y proclamaba ese clamor como llamada saludable de conversión para todo el mundo.
3. Esa voz no era solo teórica. Se basaba en una práctica de los misioneros dominicos que desde los primeros años del siglo XX, están siendo testigos creíbles de una Iglesia inspirada en la misericordia. Ellos en constancia indomable desde los inicios, vienen acompañando a los indígenas con amor y respeto para que vivan y defiendan su dignidad, sus culturas y el derecho a su tierra. Teniendo a Jesucristo como referencia, una y otra vez han tenido que sufrir incomprensiones y ataques por su opción evangélica. En su forma de vivir y de actuar han procedido con la lógica del amor que se da, enfrentándose con la lógica de la explotación que traen los ambiciosos de caucho, petróleo y metales preciosos, utilizando y maltratando a los indígenas y a su entorno creacional. En esa conducta de los misioneros el papa Francisco ha encontrado y ratificado la Iglesia en que sueña. Entre tantos momentos emotivos de su breve estancia en Puerto Maldonado, un gesto me resultó especialmente significativo: cuando Ignacio, ese misionero probado y transparente, besó al papa. La Iglesia pobre y servidora daba gracias y decía sí al Sucesor de Pedro apasionado por una Iglesia en salida profética