Las "grescas" entre "cristianos"

No soy un ingenuo, me hago el ingenuo, ¡un poco al menos!, y busco por aquí y por allí buenas razones en quienes tienen ideas o toman posturas “cristianas” distintas a las mías. En este caso lo hago en textos que podemos llamar más “conservadores” que los míos, y que se esfuerzan, como yo, en dar cuerpo a la opinión pública en la Iglesia; y en la sociedad, desde luego.



Y, ¿qué es lo que me sorprende al cabo de mi lectura “ingenua” de textos más o menos improvisados sobre algunos acontecimientos de la vida eclesial, los que concurren alrededor del lugar e identidad de la Iglesia en la sociedad española de hoy? Esto:



Muy pocos razonamientos que merezcan ese nombre y hagan re-pensar, mucha descalificación de las personas mediante argumentos “ad hominem”, y una confesión de pertenencia a la Iglesia más “política y partidista” que “teologal y fraterna”; algo así como si cierta gente estuviera harta de lo que llaman “progresía” (¡!) y viese ahora la oportunidad de tomarse cumplida revancha cultural, política y eclesial por todo ello. O algo así como si hubiera gente que quiere ganar en la Iglesia lo que políticamente no consigue ver mayoritario en la sociedad.



Es una cosa rara. A mí, hace tiempo, me incomodaban estas reacciones y sus comentarios, pero poco a poco me producen un encogimiento de hombros y un comentario interno. Pero ¿qué le pasa? ¿por qué vive con esa ira su relación con los que no piensan como él o ella? ¿cree que somos un partido político? ¿qué aporta más allá de su desahogo? ¿de qué tiene miedo? ¿y dónde están sus argumentos?



No tengo el menor interés en alargarme, ahora y aquí, en el análisis de todo esto y de su verdad o falsedad al detalle. Incluso puede que “la red” dé una falsa imagen de la opinión pública en la Iglesia; es posible que todo en ella, en la Iglesia, sea más contenido, más sensato, menos agresivo, más tolerante y menos político. Es posible, lo creo así. En realidad lo deseo. Se van a cansar de nosotros.



Si la gente del Congreso de Teología ha dado a conocer su Comunicado final, o los de Redes Cristianas su Manifiesto por la laicidad, parece lógico que quien quiera opine sobre sus fallos y aciertos, alabe o critique su oportunidad pastoral, eclesial o evangélica, parece lógico. Reconozco que esto mismo vale mañana para otros cristianos en relación a hechos eclesiales de otro signo; si quieren que sea sincero al hablar, debo decir de “signo contrario”; así son las cosas en nuestra iglesia; existen actos de signo contrario.



No me escandalizo, ¡cuidado!, el problema aparece cuando las personas se vuelven contrarias entre sí, ¡en sus actitudes sicológicas más que morales!, hasta romper la fraternidad o hasta impedir unos mínimos en la comunión de fe. Pero, ¡atención!, la fraternidad está en nuestras manos salvar; mientras que la comunión de fe no nos toca a cada uno concluirla en todo, y menos imponerla, sino a lo sumo, presentarla como probable, o improbable, con buenas razones y pedir de la Comunidad y su Magisterio que discierna y hable.



Y si ya ha hablado, nos toca recordarlo a quien sea, ¡o que nos lo recuerden!, pero la actitud tiene que ser fraterna y no enemiga, como sucede y ve cualquiera que tenga ojos: “Si tu hermano peca, vete y repréndele, a solas tú con él… Si no te escucha, toma todavía contigo, uno o dos…”. (Mt 18, 15-20).



Por el contrario, y repito, la práctica habitual está siendo, y de una manera grave, que aquí todo el mundo sabe todo sobre la comunión de fe, y lo sabe para todos, y porque sí, “porque los dicen los Obispos, o lo dicen los más fiables, o si no lo dicen, deberían decirlo”. Y de la otra cara de la verdad cristiana, la de la fraternidad en un pluralismo inconfortable para todos, también con los hermanos discrepantes, y hasta del amor a los enemigos, ni te lo cuento.



En fin, se acabó el “sermón” por hoy. Estoy más seguro del valor de este presupuesto moral de la vida cristiana, como acción y como pensamiento, que de cualquier otra idea que con más o menos acierto haya dicho sobre la laicidad y demás enredos de última hora.



O razonamos al opinar, y nos respetamos como personas y cristianos al discrepar, o todo es un mal debate ideológico y para-político entre cristianos.







Con Dios.
Volver arriba