Los sindicatos no están domesticados por el gobierno. (Para mí el problema es otro más radical)
Cada semana hago el firme propósito de evitar la política y hasta la crisis económica en mis comentarios. Al fin y al cabo, mi mundo profesional está “lejos” de ellas, y además, ¡hay tantas cosas que comentar de la vida cotidiana!
Sin embargo, no lo puedo evitar. La radio, la televisión y la prensa nos abruman con la política y la crisis económica, o quizá somos nosotros quienes se lo reclamamos. Yo comparto que "en la crisis actual es la concentración de riqueza de los muy ricos -que ha escapado a la tributación gracias al clima político imperante, a los paraísos fiscales que ahora se pretende limitar y a las oportunidades ofrecidas por la globalización neolbiberalmente gestionada-, lo que se ha convertido en el verdadero activo tóxico que ha envenenado nuestras economías". Y en ese horizonte, me propongo comentar el tema de hoy; los sindicatos y la crisis.
Oigo por muchos sitios que dónde están los sindicatos en esta crisis, que están domesticados por Zapatero. Bueno, supongo que se refieren a UGT y CCOO, los sindicatos de "clase u obreros", y la respuesta es clara: no salen a la calle, porque Zapatero en buena medida comparte con ellos la gestión de la crisis económica. Se hace ante la crisis, aproximadamente, lo que ellos piensan que hay que hacer. De momento y en gran medida. La prueba es que de eso les acusan otros sindicatos más exigentes. A mí me gustaría más exigencia, pero aquí describo.
Esta misma gente dice, “si fuera contra Rajoy, ya saldrían”. Al decir esto, hacen creer que ellos no lo entienden. No es así. Ellos ya saben que Rajoy propone otro modo de enfrentarse a la crisis. Hay que conocerlo y valorarlo.
En sencillo, Zapatero, dice que la crisis hay que abordarla con todos los medios que tenemos, y promete dar cierta seguridad a los más amenazados o ya tirados. Es poco, comparado con la ayuda al sector financiero, pero lo promete. ¿Es creíble? Y esto, aunque nos lleve más tiempo superar los problemas. Es arriesgado, bastante pasivo, puede que la bolsa se vacíe antes de tiempo y para todos, pero parece más justo. ¿Cómo lo ven?
Rajoy sin embargo cree que para hacer una tortilla hay que romper los huevos, y por tanto que hay que dejar a “los mercados” que cumplan más rotundamente su trabajo; es decir, se sufrirá más por parte de muchos, pero por menos tiempo -asegura-; enseguida habrá más empleo y, a la larga, mejor para todos. Es arriesgado, pues parece un camino más injusto. Alegan que antes ya lo hizo Aznar-Rato y que resultó. Le dejo a usted que lo valore.
Por tanto, ya ven que es una cuestión de ritmos, tiempos, medios, intereses contrarios y reparto de esfuerzos. Siempre en el limitado margen de autonomía que tiene la economía española. Probablemente, una cuestión mucho más azarosa de lo que imaginamos. Y no sólo, que también, porque nos gobierne alguien demasiado "imprevisible". Es lógico, sin embargo, que cada uno en "la política" explote ese azar a su favor y el de su base social. El peligro de ese partidismo lo corremos todos. Los más débiles, más que nadie. Les dejo a ustedes la elección de a quién creen, pero no escapen por la tangente de decir, todos son iguales y corruptos, no creo a ninguno; es legítimo; lo entiendo; pero hay que articular una salida política en común y hay prisa.
Claro está que hay otros sindicatos obreros, me refiero a ELA o LAB, que sí están por sacar la lucha a la calle. Ellos dicen que los salarios no han tenido la culpa de la crisis, y por tanto que no son los salarios quienes la tienen que pagar. Tienen razón; con todo, yo pienso que pagar, no, pero colaborar, sí. Y por tanto, todo lo que sea pactar empleo, a cambio de contención salarial en los fijos, es bueno para todos. Cada empresa puede necesitar su terapia y exigencia. Y el sacrificio y apoyo de los trabajadores del sector público, a partir de cierto nivel de ingresos, en esa lucha social son imprescindibles.
Por tanto, yo no creo que el sindicalismo de hoy esté domesticado por el gobierno, sino que está demasiado informado de lo que pasa en el mundo; es demasiado consciente de que la conversión del mundo en una aldea del dinero, se lleva el trabajo, de aquí para allá, con pasmosa facilidad. Saben demasiado de política. Han hecho suya la máxima de “recuerde usted que en algún lugar, siempre hay alguien dispuesto a hacer su trabajo por menos, aunque sea en peores condiciones”. Y esto los hace muy calculadores. Están demasiado centrados en los trabajadores más "fuertes". "Domesticados" es mucho decir, pero sería desde dentro, más que desde fuera.
Me dirá usted, y ¿eso no es estar domesticado por el gobierno que les paga? Yo creo que por el gobierno no. Me parece exagerado. A la Iglesia también la paga, y no es para tanto. Luego tiene que haber más causas. Ésta. Es decidir demasiado pegados al día a día de los afiliados y de sus intereses inmediatos. Esto sí. Y de esto hay que hablar. Me explico. Yo espero y deseo que los sindicatos obreros pesen en el movimiento civil por un pacto social mucho más justo en de nuestras sociedades. A tal fin, y con sentido crítico, habría que comenzar a pactar dentro del propio mundo sindical, que el futuro requiere sacrificios entre los trabajadores, de unos hacia otros, que la afiliación es militancia por una nueva sociedad desde los pueblos y grupos más pobres, que los servicios públicos son un derecho ciudadano y no una empresa de los que opositan y sacan una plaza, y que la cultura del consumo masivo es inviable y alienante. El sindicalismo tiene que convencer a los suyos de que es falso pensar así: mi modo de vida es innegociable; mi modo de vida pueden tenerlo todos en cualquier lugar del mundo; el sindicato me defiende pero no me exige ni me critica "socialmente". Sólo así podrán liderar el movimiento social alternativo por un pacto político más democrático, y socialmene más justo, en nuestras sociedades frente al capital financiero y otros. A partir de aquí, yo entiendo su inteligencia política para forzar el proceso más o menos, según convenga.
Concluyo: el sindicato no es un instrumento, una cosa de usar y tirar a conveniencia. El sindicato debería exigir sacrificios de unos trabajadores con otros, en orden a una alternativa social más justa; frente al "capital" y sus abusos, que decimos en general, claro que sí; sobre esto no hay duda; pero ahora hablamos de cómo liderar una movimiento social más justo; ésta es la cuestión que yo planteo, que no están domesticados los sindicatos por el gobierno, sino "tentados" por el sistema y la defensa de los obreros mejor situados en él; ésta es mi tesis; y la mantengo por el momento, para su reforma interna. El problema es más profundo que si salen o no contra Zapatero. De otro modo, sin esa renovación, sería un “lobby”, un simple grupo de presión de los asociados, y tal es el caso de los "sindicatos" corporativos que surgen por doquier; el nombre los cubre a todos, pero la realidad de fondo es distinta. Hablamos de cómo impulsar un pacto social más justo en el próximo futuro de nuestra sociedad, de cómo sumar el liderazgo de los sindicatos obreros a esto, y a ello hay que responder con hechos.
Estoy convencido de que la queja conservadora contra los sindicatos tiene base, pero no apunta a la misma finalidad que la mía; tiene mucho de pose "social"; ella, para forzar el cambio de gobierno y probar otra política que nos lleve al anterior punto de partida; yo para que asuman mayor liderazgo en el movimiento civil popular por un pacto social más justo contra el capital financiero, sobre todo. Hay una diferencia profunda, y el dicho simple de, "los sindicatos están domesticados por el gobierno", yo digo que no, ¡eso es vistoso pero muy simple!; su tentador es el sistema social y el realismo político extremo de una parte del mundo obrero que no quiere riesgos sobre su posición social; me refiero a la parte de trabajadores menos amenazada. Pero todavía confío en que son necesarios y con peso propio, capaces de regenerar su instinto gremial y conservador, y venir a ese movimiento social, y hasta co-liderarlo, para un pacto más justo en nuestras democracias, y en el mundo entero. Sueño, pero sueño político posible.
Sin embargo, no lo puedo evitar. La radio, la televisión y la prensa nos abruman con la política y la crisis económica, o quizá somos nosotros quienes se lo reclamamos. Yo comparto que "en la crisis actual es la concentración de riqueza de los muy ricos -que ha escapado a la tributación gracias al clima político imperante, a los paraísos fiscales que ahora se pretende limitar y a las oportunidades ofrecidas por la globalización neolbiberalmente gestionada-, lo que se ha convertido en el verdadero activo tóxico que ha envenenado nuestras economías". Y en ese horizonte, me propongo comentar el tema de hoy; los sindicatos y la crisis.
Oigo por muchos sitios que dónde están los sindicatos en esta crisis, que están domesticados por Zapatero. Bueno, supongo que se refieren a UGT y CCOO, los sindicatos de "clase u obreros", y la respuesta es clara: no salen a la calle, porque Zapatero en buena medida comparte con ellos la gestión de la crisis económica. Se hace ante la crisis, aproximadamente, lo que ellos piensan que hay que hacer. De momento y en gran medida. La prueba es que de eso les acusan otros sindicatos más exigentes. A mí me gustaría más exigencia, pero aquí describo.
Esta misma gente dice, “si fuera contra Rajoy, ya saldrían”. Al decir esto, hacen creer que ellos no lo entienden. No es así. Ellos ya saben que Rajoy propone otro modo de enfrentarse a la crisis. Hay que conocerlo y valorarlo.
En sencillo, Zapatero, dice que la crisis hay que abordarla con todos los medios que tenemos, y promete dar cierta seguridad a los más amenazados o ya tirados. Es poco, comparado con la ayuda al sector financiero, pero lo promete. ¿Es creíble? Y esto, aunque nos lleve más tiempo superar los problemas. Es arriesgado, bastante pasivo, puede que la bolsa se vacíe antes de tiempo y para todos, pero parece más justo. ¿Cómo lo ven?
Rajoy sin embargo cree que para hacer una tortilla hay que romper los huevos, y por tanto que hay que dejar a “los mercados” que cumplan más rotundamente su trabajo; es decir, se sufrirá más por parte de muchos, pero por menos tiempo -asegura-; enseguida habrá más empleo y, a la larga, mejor para todos. Es arriesgado, pues parece un camino más injusto. Alegan que antes ya lo hizo Aznar-Rato y que resultó. Le dejo a usted que lo valore.
Por tanto, ya ven que es una cuestión de ritmos, tiempos, medios, intereses contrarios y reparto de esfuerzos. Siempre en el limitado margen de autonomía que tiene la economía española. Probablemente, una cuestión mucho más azarosa de lo que imaginamos. Y no sólo, que también, porque nos gobierne alguien demasiado "imprevisible". Es lógico, sin embargo, que cada uno en "la política" explote ese azar a su favor y el de su base social. El peligro de ese partidismo lo corremos todos. Los más débiles, más que nadie. Les dejo a ustedes la elección de a quién creen, pero no escapen por la tangente de decir, todos son iguales y corruptos, no creo a ninguno; es legítimo; lo entiendo; pero hay que articular una salida política en común y hay prisa.
Claro está que hay otros sindicatos obreros, me refiero a ELA o LAB, que sí están por sacar la lucha a la calle. Ellos dicen que los salarios no han tenido la culpa de la crisis, y por tanto que no son los salarios quienes la tienen que pagar. Tienen razón; con todo, yo pienso que pagar, no, pero colaborar, sí. Y por tanto, todo lo que sea pactar empleo, a cambio de contención salarial en los fijos, es bueno para todos. Cada empresa puede necesitar su terapia y exigencia. Y el sacrificio y apoyo de los trabajadores del sector público, a partir de cierto nivel de ingresos, en esa lucha social son imprescindibles.
Por tanto, yo no creo que el sindicalismo de hoy esté domesticado por el gobierno, sino que está demasiado informado de lo que pasa en el mundo; es demasiado consciente de que la conversión del mundo en una aldea del dinero, se lleva el trabajo, de aquí para allá, con pasmosa facilidad. Saben demasiado de política. Han hecho suya la máxima de “recuerde usted que en algún lugar, siempre hay alguien dispuesto a hacer su trabajo por menos, aunque sea en peores condiciones”. Y esto los hace muy calculadores. Están demasiado centrados en los trabajadores más "fuertes". "Domesticados" es mucho decir, pero sería desde dentro, más que desde fuera.
Me dirá usted, y ¿eso no es estar domesticado por el gobierno que les paga? Yo creo que por el gobierno no. Me parece exagerado. A la Iglesia también la paga, y no es para tanto. Luego tiene que haber más causas. Ésta. Es decidir demasiado pegados al día a día de los afiliados y de sus intereses inmediatos. Esto sí. Y de esto hay que hablar. Me explico. Yo espero y deseo que los sindicatos obreros pesen en el movimiento civil por un pacto social mucho más justo en de nuestras sociedades. A tal fin, y con sentido crítico, habría que comenzar a pactar dentro del propio mundo sindical, que el futuro requiere sacrificios entre los trabajadores, de unos hacia otros, que la afiliación es militancia por una nueva sociedad desde los pueblos y grupos más pobres, que los servicios públicos son un derecho ciudadano y no una empresa de los que opositan y sacan una plaza, y que la cultura del consumo masivo es inviable y alienante. El sindicalismo tiene que convencer a los suyos de que es falso pensar así: mi modo de vida es innegociable; mi modo de vida pueden tenerlo todos en cualquier lugar del mundo; el sindicato me defiende pero no me exige ni me critica "socialmente". Sólo así podrán liderar el movimiento social alternativo por un pacto político más democrático, y socialmene más justo, en nuestras sociedades frente al capital financiero y otros. A partir de aquí, yo entiendo su inteligencia política para forzar el proceso más o menos, según convenga.
Concluyo: el sindicato no es un instrumento, una cosa de usar y tirar a conveniencia. El sindicato debería exigir sacrificios de unos trabajadores con otros, en orden a una alternativa social más justa; frente al "capital" y sus abusos, que decimos en general, claro que sí; sobre esto no hay duda; pero ahora hablamos de cómo liderar una movimiento social más justo; ésta es la cuestión que yo planteo, que no están domesticados los sindicatos por el gobierno, sino "tentados" por el sistema y la defensa de los obreros mejor situados en él; ésta es mi tesis; y la mantengo por el momento, para su reforma interna. El problema es más profundo que si salen o no contra Zapatero. De otro modo, sin esa renovación, sería un “lobby”, un simple grupo de presión de los asociados, y tal es el caso de los "sindicatos" corporativos que surgen por doquier; el nombre los cubre a todos, pero la realidad de fondo es distinta. Hablamos de cómo impulsar un pacto social más justo en el próximo futuro de nuestra sociedad, de cómo sumar el liderazgo de los sindicatos obreros a esto, y a ello hay que responder con hechos.
Estoy convencido de que la queja conservadora contra los sindicatos tiene base, pero no apunta a la misma finalidad que la mía; tiene mucho de pose "social"; ella, para forzar el cambio de gobierno y probar otra política que nos lleve al anterior punto de partida; yo para que asuman mayor liderazgo en el movimiento civil popular por un pacto social más justo contra el capital financiero, sobre todo. Hay una diferencia profunda, y el dicho simple de, "los sindicatos están domesticados por el gobierno", yo digo que no, ¡eso es vistoso pero muy simple!; su tentador es el sistema social y el realismo político extremo de una parte del mundo obrero que no quiere riesgos sobre su posición social; me refiero a la parte de trabajadores menos amenazada. Pero todavía confío en que son necesarios y con peso propio, capaces de regenerar su instinto gremial y conservador, y venir a ese movimiento social, y hasta co-liderarlo, para un pacto más justo en nuestras democracias, y en el mundo entero. Sueño, pero sueño político posible.