NO ES BUENO VIVIR SOLO




NO ES BUENO VIVIR SOLO II DOMINGO de PASCUA

01. V 19. EL ANOCHECER ES LA AUSENCIA DE CRISTO.

ATARDECER.

Los discípulos estaban al anochecer. Lo cual, en el evangelio de San Juan, significa que Cristo, la luz, no está presente.
El texto dice que estaban reunidos, pero no unidos. En ese momento inicial de aquella iglesia naciente no parece que se diera una gran comunión.
¿Nuestra iglesia local no está también al anochecer y sin comunión alguna? ¿No andamos cada cual a su aire?


PUERTAS CERRADAS.


Cuando Cristo (o un pensamiento humanista y humanizador) no está presente en una persona, en una Iglesia, vivimos encerrados, enquistados en nuestras ideas, en nuestra doctrina.
Es lo propio de fanatismos y fundamentalismos políticos y religiosos: vivir encerrados, en ghettos ideológicos, religiosos, sin posibilidad alguna de apertura y de cambios.

CON MIEDO.



Aquellos primeros cristianos tenían miedo a los judíos. Hoy, para nosotros, “judíos” son: el marxismo, ateísmo, el relativismo, el laicismo, secularismo, nihilismo, pensamiento científico, los refugiados, los pasos hacia la pacificación, etc. Tenemos miedo a todo y a todos, por lo que nos encerramos en nosotros mismos en nuestra historia y en nuestras historias y no salimos de ahí.

El miedo bloquea el espíritu, la mente y la creatividad. Cuando nos embarga el miedo no damos un paso, nos quedamos agazapados, atrincherados, como los “Once discípulos”.



CRISTO SE HACE PRESENTE CONFIERE ALEGRÍA Y PAZ
LA PAZ CON VOSOTROS.




Cuando Cristo se hace presente en mi vida, en la vida eclesial nos inunda una HONDA ALEGRÍA Y UNA GRAN PAZ.
Tanto personal como eclesialmente, cuando Cristo está presente en nuestra vida, estamos en paz, en una profunda serenidad.

La alegría y la paz no nos llegarán en una “iglesia de tipo militar”. Por eso es importante buscar lugares, grupos, comunidades donde se pueda descansar un poco, que decía Jesús a sus discípulos, donde se puede vivir en paz y alegría la fe
02. V 22 JESÚS SOPLÓ SOBRE ELLOS Y LES DIO SU ESPÍRITU.

Son exactamente las mismas palabras que Dios creador pronuncia sobre el barro original, que llegará a ser humano. Dios insufló su aliento, su espíritu. Así el ser humano llegó a ser viviente.

Si entendemos por vida humana algo más que la mera biología (o zoología), llegamos a ser humanos -humanos- cuando tenemos y vivimos conforme al espíritu del Señor

03. V 24 TOMÁS NO ESTABA EN EL GRUPO



Ya en vida de Jesús muchos dejaron de seguirle (Jn 6,60.66). Los dos de Emaús también se marchaban. Tomás es uno de los que marchó y “no estaba en el grupo”.
Tomás no estaba en el grupo por la decepción que el “fracaso” de Jesús le había causado. Es muy semejante a la decepción de los dos de Emaús en Lucas: nosotros esperábamos, (Lc 24, 21). La depresión nos hunde tanto más, cuanto más alta ha sido la ilusión y la esperanza
Tomás tenía el apodo de “mellizo – gemelo”. Realmente Tomás es gemelo de gran parte de nosotros, que andamos perdidos en la noche de la incredulidad.
TOMÁS MARCHA DEL GRUPO. “DEJA LA IGLESIA”.
¿Cómo muchos de nosotros? Muchos de los cristianos vivimos en alguna tensión y dificultad con el mundo eclesiástico-jerárquico: aquí el que no está divorciado, está separado, o no va a misa, o toma anticonceptivos o tiene más de cuatro dificultades de tipo dogmático o disciplinar.

04. VIVIR A DESCAMPADO ES DIFÍCIL (¿IMPOSIBLE?)



Pero no es bueno que el hombre esté sólo, (Gn 2,18). La soledad y el aislamiento son el mal original.


El ser humano es un haz de relaciones, no somos islotes en el Atlántico. Somos y vivimos en grupo, en familia, en pueblo, en ideologías, en iglesia, en comunidad, etc.
Es difícil vivir sólo, “afuera”, “a descampado”: fuera de la familia, del pueblo al que uno pertenece, de la cultura en la que uno ha nacido, de la fe que ha dado sentido a la vida. Fuera del grupo uno vive dislocado, hace frío, se está mal.


Mientras está “fuera”, Tomás no cree, posiblemente andaba despistado (fuera de pista), descentrado.
¿Como nosotros? ¿Cómo nos va la vida “al margen” de la comunidad, en las rupturas familiares, en las disensiones eclesiásticas, ideológico-políticas?
Por otra parte es muy difícil vivir en desafección y distanciamiento permanentes del ámbito familiar, social, eclesial. En estos momentos eclesiásticos habremos de procurar no vivir una eclesiología de continua disputa o una eclesiología de “vencedores y vencidos”; no sería lo más mínimo cristiano. Sería, es muy triste.

05. V 24 TOMÁS VUELVE AL GRUPO.

A los ocho días Tomás se reincorpora al grupo. Son “los otros discípulos” los que le comunican: hemos visto al Señor.
La educación, la fe, la cultura nos la transmiten siempre “los otros”, la familia, el pueblo, la iglesia. Es muy difícil vivir siempre sólo y al margen de alguna comunidad humana y de la comunidad cristiana. No se puede ser “cristiano por libre”, como no se puede ser familia por libre o no se pertenece a un pueblo si no es con un cierto sentido comunitario.



Y es que vivir en comunidad es algo tan natural y espontáneo como difícil y en ocasiones, duro. La vida matrimonial y familiar es muy problemática en determinadas situaciones, lo mismo que la vida socio-política, y eclesiástica. Pero no es menos cierto que somos socio-comunitarios.



La mayor y mejor parte del “Windows” que configura nuestra existencia, lo hemos recibido del “grupo” familiar, social eclesial al que pertenecemos.

HEMOS VISTO AL SEÑOR



Son los compañeros, los demás quien comunican a Tomas: Hemos visto al Señor, que es una afirmación semejante a la de los dos de Emaús: es verdad, ha resucitado (Lc 24,34).


Todo nos ha sido dado por “los demás”: la vida, los valores, la acogida, el afecto, la cultura, nos ha sido dado y lo hemos recibido del grupo

¿POR QUÉ PERMANECER EN LA IGLESIA?
En estas últimas largas décadas muchas personas, como Tomás, han dejado la Iglesia o, simplemente, no han estado nunca en ella. Tal vez a nosotros mismos nos ha rondado la idea de dejar de lado todo este asunto.
¿Por qué ser cristiano y permanecer en ámbitos eclesiales?
Al final hay dos motivos:
En primer lugar y, ante todo, porque está Cristo, que es lo decisivo. La Iglesia no es la Jerarquía, sino la presencia de JesuCristo.
En segundo lugar porque en el “grupo”, mejor o peor, se transmite y se vive la fe.
Por más que se tienda al totalitarismo eclesiástico-jerárquico, pueden darse legítimamente diferencias, pluralismo, modos de ver la realidad, la teología, la liturgia, la moral, etc.
El grupo eclesial es quien nos dice: Hemos visto al Señor, y no es una carga impositiva.
Afortunadamente en estos momentos la actitud del papa Francisco es de misericordia y apertura
El que ama no es totalitario.

06. JESÚS SE ACERCA A TOMÁS, AL SER HUMANO, CON SUS “HERIDAS CURADAS”. SUS HERIDAS NOS HAN CURADO (1PEDRO 2,25)



Jesús se acerca a la frustración y angustia de Tomás, como se acerca a todo ser humano: a los dos de Emaús, a la hemorroísa, la samaritana, al ciego, leprosos, epilépticos, etc.
Las heridas son el recuerdo de la redención y estamos sanados por sus heridas. Sus heridas nos han curado, (1Pedro 2,25).




La herida de Tomás, como las viejas cuestiones familiares, las polémicas eclesiásticas, enfrentamientos políticos, etc., no estaban sanadas todavía.


La herida está curada cuando ya no rezuma amargura y rencor y es fuente de luz y de paz.
Perdonar no es olvidar, sino que perdonar es recordar de otra manera. No perdamos la memoria. Sería una de las mayores violencias que podríamos cometer. Lo que nos constituye en personas es lo que decidimos olvidar y lo que decidimos recordar y el modo como decidimos recordarlo. No ser capaces de recordar es no saber quiénes somos.
Las heridas de Cristo han sanado y nos han sanado desde el amor. Perdonar es recordar “lo que pasó”, pero desde el amor. Es más humanizador el amor que el odio.

Lo que nos constituye como personas es lo que decidimos olvidar, dejar de lado y lo que decidimos recordar y el modo cómo decidimos recordarlos. No ser capaces de recordar es no saber quiénes somos.

Pensemos en las rupturas familiares, en las rupturas dentro de la Iglesia, en la memoria histórica de nuestro pueblo, etc.

07. TOCAR LAS HERIDAS DEL SEÑOR ES TOCAR EL SUFRIMIENTO.



Tocar las heridas del Señor es tocar la vida, el sufrimiento de la vida, las heridas de nuestros hermanos que sufren. ¿Qué otra cosa puede significar aquello de que: cuándo te vimos hambriento, enfermo o encarcelado? (Mt 25,35ss).


Cuando nos acercamos y “tocamos” las heridas y el sufrimiento de nuestros hermanos, esas heridas nos sanan, nos resucitan a nosotros y nos hacen salir de nuestro “ego” profundo y aislado “fuera de la comunidad” humana. Sus heridas: las del Señor y las de nuestros hermanos, nos han curado.

08. LA COMUNIDAD DEL SEÑOR

Es Cristo, la memoria eclesial de Cristo quien nos sana y ayuda a vivir en paz, la ilusión (espíritu), la esperanza y la misericordia.
Solamente a Cristo le decimos:
SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO


Volver arriba