HAGO el MAL que NO QUIERO / TENTACIONES



DOMINGO I CUARESMA

01. HAGO EL MAL QUE NO QUIERO


Nuestra experiencia es la misma que tuvo San Pablo y todo ser humano que sea consciente: no hago el bien que quiero, sino que hago el mal que no quiero. (Rm 7,19). Queremos hacer bien, pero nos sale el mal.

¿DESAJUSTES EN LA LIBERTAD?


Dios nos creó bien, pero pronto (sea lo que fuere el “paraíso terrenal”) el “Windows” de la libertad se dañó completamente (Lutero), o quizás el “programa” quedó muy inestable, pero con algo de libertad (Trento). De todos modos, funcionamos como podemos y podemos poco.



La libertad es una gran dimensión del ser humano, pero es duro y difícil ser libre, por eso en ocasiones nos da miedo y renunciamos a la libertad. No es fácil ser libre. El humus de las posturas religiosas ultraconservadoras y fanáticas es el miedo, un miedo inmenso a Dios.





02. LA TENTACIÓN COMO FASCINACIÓN.


Posiblemente la tentación sea un intento de ser felices en la vida. La tentación es una seducción que atrae irresistiblemente nuestra libertad, ejerce una fascinación que nos deslumbra.

Toda tentación indica al menos dos situaciones humanas:
o Que no somos felices, plenos.
o Pero queremos e intentamos serlo.






Detrás de lo que llamamos tentaciones hay una llamada a la felicidad, o una llamada de la felicidad.


Me parece un infantilismo pensar que las tentaciones son cosas de un señor con tridente y oliendo a azufre que se entretiene incordiando a la gente con la anuencia de Dios.


¿Cómo vivir y cómo mantener la vida salvándola de la amenaza de la muerte en sus mil formas?



El error original quizás sea pretender amarrar y poseer la vida en vez de recibirla como un don, como un regalo. Los humanos tenemos vida, pero no somos los “señores” de la vida.



Las tentaciones -en el fondo- son siempre las mismas o, cuando menos, toda tentación juega con la pretensión de hacer feliz al ser humano.



Esta realidad la vemos ya reflejada en los mitos del AT: la lucha por el poder entre los sexos, Adán y Eva; el fratricidio como constante existencial, Caín y Abel; el poder y la insolidaridad, la torre de Babel.



Posiblemente la gran tentación, la única tentación sea la finitud no aceptada, el ser como dioses, la megalomanía de dominar la existencia con la economía (dinero), con el poder religioso (Templo), con el poder político (los reinos de este mundo).



03. CUARESMA: CAMINO Y HUMILDE CONVERSIÓN.

Por aquello de dividir el tiempo con fiestas y celebraciones, estamos comenzando la cuaresma, el camino por el desierto.


El DESIERTO es CAMINO, búsquedas, austeridad.


Los cuarenta días evocan los cuarenta años que el pueblo de Israel caminó por el desierto, camino de la libertad, de la tierra de promisión. Cuarenta es toda la vida. La libertad, la plenitud nos cuestan la seriedad de toda la vida, por encima de los fuegos artificiales de las tentaciones.

Si queremos ser libres, llegar a la plenitud, a la Pascua, nos va a costar toda la vida.

Estamos acostumbrados a vivir la cuaresma muy ascética y duramente, lo cual no parece que sea muy cristiano. No es menos cierto que, quizás hoy la vivimos más relajadamente.

Misericordia quiero y no sacrificios, (Mt 9,12). Quizás nuestra penitencia sean sencillos actos de confianza en Dios y de bondad para con los demás.

Nuestra conversión más que un voluntarismo titánico de corte religioso, es un ver a Dios de bondad y misericordia. Conversión puede significar cambiar la imagen que tenemos de Dios. Dios no es un justiciero, sino Padre de todos, siempre dispuesto a la misericordia y al perdón.

Pidamos a Dios Padre:


NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN
y si caemos en la tentación, que caeremos, LÍBRANOS DEL MAL.



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