Sagrada Familia sí, pero difícil también
- Jesús en el Templo: Un hecho teológico.
El relato de Jesús en el Templo bien pudo acontecer y bien está que conservemos estas “crónicas” y tradiciones de Navidad: los relatos evangélicos, villancicos, “belenes”. Pero no parece que sea una narración histórica.
Hemos de pensar que es un relato compuesto por San Lucas para hablar a aquellas comunidades y a nosotros de quién es Jesús.
La cuestión es que, a partir de una “romería”, se arma un diálogo para sordos:
Es lógico que: “Tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Pero también es evidente que María no está hablando de Dios Padre, sino de su marido, José.
María y José ¿encontrarían a Jesús discutiendo con los “doctores del Templo o con los teólogos del concilio de Trento, por ejemplo? ¿Jesús era un niño prodigio que se lo sabía todo? No parece que sea ese el significado de este relato evangélico.
La cuestión es que Jesús responde un tanto “extrañamente”:
“¿No sabíais que yo tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?”
Jesús les recuerda a María y José que no tiene ninguna obligación hacia su familia. Él, -Jesús-, no ha venido para seguir el camino de los padres, sino del Padre.
Lo recordarán siempre, pero sin entenderlo. No entendieron aquellas palabras que les decía, (Lc 2,50).
- La cuestión de fondo es ¿quién es JesuCristo
Cristología ascendente y descendente.
Quizás las palabras “ascendente y descendente” son un poco raras y difíciles. Vamos a ver si nos acercamos a intuir y comprender un poco -solamente un poco- el asunto Jesús.
Cristología descendente
La mayor parte de los creyentes tenemos la mentalidad de una cristología “descendente”. Jesús era una especie de “extraterrestre”, un niño prodigio, que vivía en los espacios siderales, quién sabe dónde, y que -un buen día- a Dios se le ocurrió enviarlo a la tierra. Por eso se encarnó de manera muy extraña, pero ya desde niño “se lo sabía todo” de “este mundo y del otro”. Pasó unos treinta años esperando a su crucifixión, pero sin que tampoco tuviera demasiada importancia, pues Jesús ya sabía que iba a resucitar.
Con esta mentalidad Jesús “desciende” del cielo a la tierra, pero la tierra y lo terrenal, lo corpóreo no tienen excesiva importancia ni interés.
Cristología ascendente.
Es otra manera de ver y acercarse a. Jesús.
El hijo de María, es la Palabra, lo que Dios nos quería decir, nos lo va a decir por medio de un Jesús que nace entre nosotros, vive en una familia, iría al colegio-ikastola (sinagoga) de Nazaret. Siendo niño-adolescente subió algunas veces con sus padres a Jerusalén, al templo (de adulto subiría muchas más). Así, poco a poco, Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Jesús no fue un “niño prodigio”, sino que fue creciendo, madurando.
Jesús fue la expresión de Dios. Lo que Dios nos quería decir se llama Jesús. La última y definitiva Palabra salvífica de Dios es Jesús.
Jesús vivía desde su fe profunda y desde su continua unión con el Padre: Yo y el Padre somos uno, (Jn 10,30), predicaba, curaba enfermos, discutía con el legalismo y las injusticias de los fariseos, saduceos, sacerdotes del Templo, etc.
Es la cristología ascendente. Podríamos pensar que el relato de Jesús en el Templo no es el final de la infancia de Jesús, sino el “comienzo” de Jesús como creyente adulto.
El Jesús que vuelve a Nazaret no es el mismo que el de antes de subir a Jerusalén, al Templo. “Las cosas” del Padre le queman por dentro: un fuego que ha llegado para incendiar la tierra, (Lc 12,49). Le entristece no logra transmitir esta llama a sus padres, del mismo modo que tampoco lo ha logrado con los maestros del Templo.
Algo ha cambiado en Jesús. Jesús crecía.
- María conservaba estas cosas en su corazón.
María, la madre de Jesús, como José y como toda la familia no entendían y estaban desconcertados ante el comportamiento y actitudes de Jesús. Incluso pensaban que Jesús estaba “fuera de sí”, (Mc 3,20-21).
La actitud de Jesús en la vida Jesús era extraña: discutía en el Templo con los sabios, Jesús que vuelca las mesas y las “ventanillas” del Templo, Jesús se salta la ley por menos de nada: cura en sábado, toca la lepra, la muerte, se deja tocar por la hemorroísa, etc., Jesús al que le siguen zelotas y prostitutas…
María estaba desconcertada. María pensaría muchas veces ¿Quién es este hijo mío?
Por eso María conservaba y meditaba todas estas cosas en su corazón. Seguramente que María y José le dieron más de cuatro vueltas en la cabeza a la cuestión.
El anuncio del ángel Gabriel llega a María después que ella ha llegado a la fe en su hijo Jesús. María es madre, pero sobre todo, es creyente en Jesús.
- La de Jesús: ¿una familia romántica?
La familia de Nazaret será santa y sagrada, pero en calma, no.
La Sagrada familia fue sin duda santa, pero ciertamente no fue tranquila. Es obligado distanciarse de la imagen consabida imagen tradicional de la familia de Nazaret: La Virgen vestida de manto celeste que hila lana, “San José” todo seráfico que trabaja la madera y “Jesús niño” rubio como un sueco, ojos azules, de color sonrosado, con un vestido más blanco imposible, siempre en una pose de bendición como preparándose para la futura misión … algún angelito disperso por el cuadro, algún pajarillo y florecillas. ¿Todo muy idílico? Nada de nada.
La agitación, como en tantas familias, es causada por el Hijo.
No le entienden. Y él, Jesús, no hace nada por facilitar las cosas.
Los tres, Jesús, José y María son santos pero inquietos.
Inquieto José porque no ve respetada su autoridad y ve que Jesús rompe con la tradición (religión) de su pueblo. Inquieta María, que no entiende a este Hijo. Inquieto Jesús, porque soporta mal las pretensiones de sus padres.
Lo más probable es que hubiera una grave tensión y más de cuatro discusiones entre Jesús y su familia
- meditemos y conservemos.
Nunca está de más echar una “pensada” a la vida, a los problemas y conflictos. Es la actitud de María.
Bueno será que pensemos las cosas personalmente y en la familia, en la sociedad y en la Iglesia.