"Bolsonaro desprecia las leyes y la Constitución, amenaza con un golpe de Estado" La política de odio y el asesinato del indigenista Bruno Pereira y del periodista Dom Philips
"Este crimen sólo es comprensible en el marco de una política de odio y persecución que el gobierno actual ha establecido como política normal, afectando principalmente a los pueblos originarios, los negros, las personas de otra opción sexual y los pobres en general"
"Nos indignamos contra un gobierno que se ha propuesto como tarea destruir todo nuestro pasado cultural e imponer otro modelo que pretende conducirnos a tiempos oscuros del pasado"
El asesinato del conocido indigenista Bruno Pereira y del periodista inglés Dom Phillips ha conmovido al país y al mundo entero. Este crimen sólo es comprensible en el marco de una política de odio y persecución que el gobierno actual ha establecido como política normal, afectando principalmente a los pueblos originarios, los negros, las personas de otra opción sexual y los pobres en general. Sólo en tiempos del nazismo se instaló tal práctica política. Ella es expresión de barbarie, cuando pasa por encima del contrato social que establece relaciones civilizadas entre los ciudadanos.
Estos asesinatos tienen que ser investigado hasta el fondo y han de tener en cuenta la atmósfera de odio y de violencia, estimulada desde arriba, que se ha apoderado del país. Quien ha afirmado que la revolución del 64 se equivocó al torturar pues debería haber matado, quien explícitamente declara que habría que fusilar a 30 mil izquierdistas y hace apología abierta de un conocido torturador, no es ajeno a la atmósfera que propició el bárbaro crimen cometido en el Vale do Javari amazónico. ¿Por qué la Policía Federal suspendió las investigaciones? ¿Quién lo ordenó? Las instituciones jurídicas están siendo puestas a prueba. Deben actuar.
A pesar de esta verdadera desgracia nacional no queremos perder la esperanza de que todo saldrá a la luz y los culpables directos e indirectos serán castigados. El país va a encontrar su verdadero destino. Nos inspira el legado de uno de los mayores pensadores de Occidente, el africano san Agustín (354-430) que decía: jamás debemos perder la esperanza porque su alternativa es el suicidio. Confiemos en ella, pues tiene dos hermosas hermanas: la indignación y la valentía. La indignación para rechazar todo lo que es malo y perverso. La valentía para trasformar esta situación en beneficiosa. En este momento sombrío de nuestra historia tenemos que enamorarnos de estas dos hermanas.
La hermana indignación
Nos indignamos contra un gobierno que se ha propuesto como tarea destruir todo nuestro pasado cultural e imponer otro modelo que pretende conducirnos a tiempos oscuros del pasado. Servidor de los intereses norteamericanos, ha hecho alianza con lo más atrasado y reaccionario que existe en aquel país.
Nos indignamos con un jefe de estado, que por su alta función debería vivir los valores y virtudes que quisiera que el pueblo viviese también, pero que muy al contrario no hace más que dar malos ejemplos. Ha difundido desde arriba una ola de odio, de mentiras, de violencias y de fake news como política de estado. Tal actitud ha infundido en la sociedad y en los órganos policiales situaciones de barbarie con uso indiscriminado de la violencia dirigida contra los más desvalidos. Se ha mostrado totalmente irresponsable en cuestiones ambientales, de modo particular en lo que se refiere a la Amazonia y al Pantanal.
Nos indignamos por haberse aliado con la Covid-19, negando su importancia, tratando de imponer la inmunización de rebaño, sacrificando con ello a centenares de personas, y prescribiendo medicinas sin efecto inmunizador.
Negó la eficacia de las vacunas hasta el punto de rechazar comprarlas en su momento. Él es responsable de buena parte de las más de 660 mil víctimas de Covid-19, cuando podría haberlo evitado. Pocas veces, de forma ritual, ha mostrado empatía y solidaridad con las familias enlutadas de las víctimas.
Nos indignamos con él por despreciar las leyes y la Constitución, atacar al Supremo Tribunal Federal y al Tribunal Superior Electoral, por amenazar con un golpe de estado y afirmar que solo reconocerá en las elecciones un único resultado: su reelección. En caso contrario habrá convulsión social, manipulando a su base fanatizada y armada.
Nos indignamos por haberse traicionado a sí mismo y al pueblo brasilero, retomando sin escrúpulos la vieja política que quería superar, aliándose a grupos políticos oportunistas y conservadores con los cuales articuló vergonzosamente un presupuesto secreto, fuente de grandísima corrupción.
Nos indignamos, finalmente, por ser corrupto en el sentido originario de la palabra: tener un corazón (cor) corrupto (corruptus). Peor que la corrupción monetaria existente en el actual gobierno, que no puede ser investigada y puesta bajo secreto, es la corrupción de su mente y de su corazón. Él está dominado visiblemente por la pulsión de muerte, dado el descuido que muestra de la vida de las personas y de la naturaleza. De esta corrupción fundamental nace su odio, su grosería, las palabras de mal gusto, las mentiras y la distorsión de la realidad.
¿Cómo puede todavía decir que tiene a Dios en el corazón?
La hermana valentía
Nos animan la oposición y la resistencia de políticos ligados a los intereses generales de la nación, especialmente de los movimientos sociales populares del campo y de la ciudad y de varios estratos maltratados por su gobierno como artistas y actrices, los cultivadores de la cultura, los negros, los quilombolas, los indígenas y los pobres.
Nos animan los medios de información y de opinión alternativos ya sea los impresos o los medios virtuales que mantienen viva la conciencia crítica y denuncian los desmanes gubernamentales y parlamentarios.
Nos animan los varios manifiestos de profesores y profesoras, de intelectuales, artistas, gente de los movimientos sociales y del pueblo organizado contra las reformas que han desmantelado conquistas históricas de derechos de los trabajadores y de los jubilados, entre otros.
Nos anima la conciencia nacional y colectiva en defensa de nuestra democracia representativa que, aunque no sea de alta intensidad, es hoy por hoy el gran instrumento político para el mantenimiento de un estado de derecho, la vigencia y respeto a la constitución y a las leyes, siendo el espacio de las libertades de opinión y de elaboración de los consensos.
Nos animan, a pesar de la falta de apoyo de los órganos oficiales, las iniciativas populares y de los movimientos sociales para vivir concretamente la ética de la solidaridad en tiempos de pandemia, ofreciendo toneladas de alimentos biológicos y millones de platos calientes a los miles y miles de desempleados y afectados por la Covid-19.
Nos animan los cientos de encuentros virtuales, en vivo, promovidos por grupos u organizaciones sobre temas actuales, reforzando el compromiso y la esperanza. Cabe enfatizar el alto valor civilizatorio del Instituto Conhecimento Liberta (ICL) fundado por el exbanquero Eduardo Moreira y su grupo, que ofrece 145 cursos online, dados por las mejores cabezas nacionales e internacionales, llegando a más de 60 mil alumnos al precio de 42-49 reales al mes, pudiendo seguir todos los cursos por ese precio.
Nos anima la posibilidad de elegir representantes políticos de las asambleas estatales y del parlamento que podrán sustentar a un eventual gobierno que rescate la democracia, los derechos perdidos y una soberanía activa y orgullosa con repercusión internacional.
Nos anima el apoyo internacional a nuestras fuerzas democráticas, contra el autoritarismo y la barbarie social, para recuperar nuestra importancia conquistada en las relaciones internacionales, especialmente por las políticas contra el hambre y las demás políticas de inclusión social, técnica y universitaria.
Nos anima, finalmente, la relevancia que tiene nuestro país por su privilegiada situación ecológica en el equilibrio de los climas, en el mantenimiento del sistema-vida y del sistema-Tierra para beneficio nuestro y de toda la humanidad.
Estamos convencidos de que ninguna sociedad se construye sobre el odio ni sobre la pulsión de muerte, sino sobre la convivencia pacífica entre todos, mediante el cuidado de unos a otros y de la gran Casa Común, incluida la naturaleza, especialmente la Amazonia, bien común de la humanidad.
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