En el anterior post ya comenté cómo en EE.UU. muchas personas ante los mensajes de los muy ricos “se beben sus palabras” (salmo 73), justificando salarios de casi esclavitud con el mito de que sólo así prospera el país. No estoy hablando del tópico empresario malo, trabajador bueno, sino de grandes ricos que hacen todo lo posible por serlo más, y a quienes trabajan para ellos les pagan una miseria para que así el mercado de valores premie más los beneficios que se llevan, no los trabajadores ni los pequeños y medianos empresarios, sino los más ricos, en una dinámica del sistema perversa que favorece repetidamente la especulación y el abuso en nombre de cierto liberalismo (bien lejano de autores como Adam Smith).

El actual presidente de EE.UU. se hace la víctima de otras naciones para racionalizar la pérdida de poder adquisitivo de la clase media americana. Y, para colmo, muchos europeos se golpean el pecho pensando cuánto han de agradecer a los EEUU su defensa y protección gratuita de Europa, comprando a bajo precio su relato.

Yendo por partes, decir que en los últimos 20 años, los EE.UU. han crecido más económicamente que casi todo el resto del mundo, y en gran medida a costa de otros. ¿Entonces por qué el descontento social? Porque la desigualdad en estos mismos 20 años ha crecido tanto en los EE.UU. que están al nivel de países poco desarrollados con desigualdad endémica. Esto no lo dice Trump ni ninguno de los suyos.

Y es que durante mucho tiempo han considerado como filo-comunista a quien hablaba de justicia social y salarial, o de derechos de los trabajadores, de tener una atención médica mínima garantizada, o un acceso a la universidad razonable etc como toda nación desarrollada excepto USA (ahora por su nombre, que estados unidos hay muchos).

La sorpresa es que a raíz del triunfo de Trump, financiado por los grandes ricos y los interses de petroleras inmorales (no todas lo son al mismo nivel de Exxon-Mobil), el discurso del senador Bernie Sanders (el político que más pequeños donantes tiene en la mayoría de los estados) empieza a tener muchos oyentes, junto a la representante Alexandria Ocasio-Cortez. Es un duo interesante: un experimentado y anciano pero vivaz senador de 83 años y la más joven representante del país. Cercanos a los demócratas relativamente, pero con un discurso que -ya desde hace tiempo- deja a un lado la obsesión woke y se centran en lo que ellos consideran lo propio: la justcia laboral y social.

El caso es que estando fuera de campaña consiguen unos llenos sorprendentes, de decenas de miles de oyentes. Y el discurso es claro, sencillo y -para un europeo- obvio. Ahora parece que ya empiezan a aceptarlo: el país del sueño americano es una pesadilla para muchos trabajadores porque el sistema (leyes, financiación de partidos, impuestos, sistema judicial) ha ido favoreciendo a los más ricos frente a los trabajadores del día a día, que se endeudan para toda la vida, cuando no para dos generaciones, si quieren estudiar en la universidad o necesitan una operación quirúrgica. Mientras unos pocos (muy pocos) disponen con total libertad de la mitad del dinero y recursos del país. Y, mientras, en Timor Oriental nos faltan médicos especialistas, pero tenemos derecho a sanidadgratuitae incluso operaciones, aunque no dé para todo, sí para todos.

La obscenidad cínica del discurso de Trump al respecto del sufrimiento de los trabajadores puede irse poco a poco debilitando. Pero hay que subrayar que no están tan lejos (quizás menos obscenos en el discurso pero no menos cínicos) buena parte de los demás supuestos representantes del pueblo, también demócratas, ya que la perversión del sistema favorece a quienes se dejan pagar mejor por los grandes intereses.

En Europa tenemos muchos fallos, algunos parecidos, pero tenemos límites bastante más fuertes en los temas de financiación de partidos y de incompatibilidades de intereses.

Y respecto a nuestra mala conciencia con USA: me sorprende que no se hable del daño que ha hecho a Europa el seguidismo de la política exterior americana en nombre de la “alianza”. Los ejemplos son muchos y el daño también. Puestos, recordar que sólo una vez se ha invocado el artículo 5 de la OTAN, y fue para ayudar a los EE.UU., llevando a participar en una guerra fruto de fakes (bulos) e intereses a varias naciones europeas. Podríamos seguir con los mercados, relaciones con Israel o Ruanda, tasas a servicios etc. Ahora Europa tiene la oportunidad de ser un poco más libre, mejorar su democracia y responder a desafíos también internos.

No debiera pararse la toma de conciencia únicamente en el interior de las sociedades y sus desigualdades injustas, sino también en la relación entre naciones y los abusos que ahí se dan.

Ojalá sea cuaresma para todos también social y políticamente, capaces de cambios de mentalidad. Y ojalá éstos sean más acordes con el Evangelio… no sé.