¿Dios tiene preferencias?

Desde los Estados Unidos de América un amable lector me pregunta: “Moisés nos habla de un Dios que prefiere al pueblo de Israel sobre los otros pueblos. ¿Qué tipo de Dios es ese? Se parece a nuestro presidente. ¿Un Dios que discrimina?”


Cierto, a lo largo de la Escritura, sobre todo en el Antiguo Testamento, hay algunos pasajes de los que parece deducirse que Dios tiene preferencias: Israel es su pueblo elegido. En otros pasajes se dice que elige a uno y rechaza a otro: Isaac en lugar de Ismael o Jacob en lugar de Esaú (cf. Gen 21,12; 25,23). Si Dios elige a un pueblo o un hombre en vez de a otro, parece que tiene preferencias. Si el único motivo de su preferencia o de su elección es su voluntad (cf. Ex 33,19), cabe la pregunta de qué clase de justicia es esa, al menos visto desde nuestro punto de vista: “¿hay injusticia en Dios?”, preguntaba el autor de la carta a los Romanos (9,14).


Lo que la Biblia presenta como privilegios o elecciones en realidad hay que entenderlo como responsabilidades. Quién ha conocido mejor a Dios, está más obligado a darlo a conocer. Cuanto más consciente es uno del favor divino tiene mayores motivos para estar agradecido, y su infidelidad resulta más difícil de comprender. Además, la Biblia se expresa “como puede”, en un lenguaje que no es el nuestro, condicionado por una cultura y unos moldes de pensamiento que no le permitían expresarse de otra manera. De ahí la necesidad de encontrar “las líneas de fondo” de todo el conjunto y, a la luz de estas líneas de fondo, releer los pasajes particulares.


A lo largo del Antiguo Testamento Israel va cobrando cada vez más conciencia de que Yahvé es el único Dios y, por tanto, es el Señor de todos los pueblos. Y a todos llama a participar de su gloria que se manifiesta en Jerusalén. Llegará un día, anuncian los profetas, en que todas las naciones confluirán hacia la Casa de Yahvé (Is 2,2-3). Pues el mismo Dios que sacó a Israel de Egipto es el que saca a los filisteos de Caftor y a los arameos de Quir (Am 9,7). Israel no tiene que jactarse de su elección, ya que Dios ejerce igualmente su solicitud sobre los demás pueblos, incluidos los más acérrimos enemigos de Israel: Egipto conocerá a Yahvé, y él le será propicio, y junto con Asiria e Israel será objeto de la misma bendición (Is 19,21-25). Yahvé cuenta entre sus fieles a Egipto y Babilonia, a filisteos, tirios y etíopes (Sal 87).

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