A propósito de la visita del papa Francisco a la Universidad de Lovaina Educación superior en la Iglesia y el drama de la ruptura entre fe y cultura

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Biblioteca en la Universidad de Lovaina KUL

"El sábado, 28 de septiembre, está previsto que el Papa se encuentre con los universitarios en el Aula Magna de una de las más antiguas, famosas e importantes universidades católicas del mundo, la Universidad de Lovaina"

"El Concilio Vaticano II y los Papas posteriores no se han cansado de lamentar que la ruptura entre evangelio y cultura es uno de los dramas de nuestro tiempo"

El Papa Francisco también se ha mostrado sensible a esta necesidad del diálogo entre la fe y la cultura. Unos de los muchos asuntos que ha tocado ha sido el de la educación superior, que tiene en las universidades su mejor lugar y realización

El sábado, 28 de septiembre, está previsto que el Papa se encuentre con los universitarios en el Aula Magna de una de las más antiguas, famosas e importantes universidades católicas del mundo, la Universidad de Lovaina. Uno de los profesores de esta Universidad fue Georges Lemaître, sacerdote y cosmólogo que, a partir de su teoría de la expansión del Universo, formuló la hipótesis del Big Bang, este átomo primitivo que habría concentrado toda la materia y energía del universo, creando así el espacio y el tiempo. Al principio, Einstein y algunos otros colegas se burlaron de él, pero finalmente se vieron obligados a admitir la veracidad de la teoría de Lemaître, que hoy es considerada como la que mejor explica el origen del universo.

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Recuerdo a otros dos profesores famosos de la Universidad de Lovaina que proceden del campo de la teología: Gerard Philips, uno de los más influyentes teólogos del Concilio Vaticano II; fue fundamental su aportación a la constitución Lumen Gentium. Y Charles Moeller. Uno de sus libros más conocidos está traducido al español, en cuatro volúmenes: “Literatura del siglo XX y cristianismo”. En él dialoga con los mejores pensadores y filósofos del siglo XX (uno de ellos Miguel de Unamuno) sobre la fe, la esperanza, el silencio de Dios, rastreando en ellos sus valores humanos y su concepción de la divinidad.

Estos nombres son una pequeña muestra la larga lista de mujeres y hombres cristianos que están en el origen de grandes descubrimientos científicos y reflexiones antropológicas, filosóficas y teológicas de primer nivel. Basta recordar a Tomás de Aquino y Alberto Magno, pero también a Hugo Crocio, Erasmo, Galileo, al sacerdote Copérnico, al astrónomo J. Kepler, descubridor de las leyes que rigen el movimiento de los planetas, al fraile agustino Mendel, que formuló las leyes sobre la herencia genética, al ingeniero G. Marconi, que realizó la primera transmisión por radio, al sacerdote naturalista Lazzaro Spallanzani. Hombres de fe y científicos que han hecho historia con sus descubrimientos.

Estos nombres son un reflejo de la importancia que la Iglesia da a la cultura y al diálogo con la cultura. Cultura es el conjunto de valores, creencias y comportamientos de una sociedad; es el conocimiento que permite desarrollar un juicio crítico sobre los hechos. La Iglesia siempre ha estado muy interesada por la cultura, pues la fe se expresa siempre en una determinada cultura. Y si queremos que la fe cristiana sea aceptada y comprendida es necesario que la formulemos teniendo en cuenta los valores y conceptos de la cultura de las personas a las que nos dirigimos.

El drama de la ruptura entre fe y cultura

El Concilio Vaticano II y los Papas posteriores no se han cansado de lamentar que la ruptura entre evangelio y cultura es uno de los dramas de nuestro tiempo. Para el Vaticano II una de las causas del ateísmo es la exposición inadecuada de la doctrina. El remedio, por tanto, está en la exposición adecuada, que conduce a una fe adulta, o sea, sensible antes las realidades, necesidades y problemas de nuestro tiempo, buscando formulaciones que estén en consonancia con la mentalidad de las personas que deben ser evangelizadas. Una fe, sigue diciendo el Concilio, educada para poder percibir con lucidez las dificultades y poderlas vencer. Para ello será necesario comprender los modos de pensar y de sentir de cada tiempo, cuya expresión es la cultura.

El Papa Francisco también se ha mostrado sensible a esta necesidad del diálogo entre la fe y la cultura. Unos de los muchos asuntos que ha tocado ha sido el de la educación superior, que tiene en las universidades su mejor lugar y realización. No hay que olvidar que la universidad fue promovida y cuidada por la Iglesia y que las primeras universidades en Europa y, sobre todo, en América han sido iniciativa de la Iglesia. Cuando el Papa se refiere a las tareas universitarias vuelven a aparecen sus grandes preocupaciones, que en realidad son las preocupaciones de toda persona sensata y de buena voluntad: deterioro del medio ambiente, desequilibrios sociales, pobreza, emigración, guerra, comercio de armas y muchas indignidades más. Todas ellas forman parte de lo que Francisco llama “la cultura del descarte” o también “cultura del consumo”.

Francisco, en un encuentro con estudiantes catolicos
Francisco, en un encuentro con estudiantes catolicos Vatican Media

Ante estas tristes realidades no es posible permanecer indiferente ni tener una actitud pesimista. La alternativa propuesta por Francisco es la “cultura de la acogida”, cultura del encuentro, del cuidado, de la ternura. Por eso el Papa anima a no perder la esperanza y a que en las aulas universitarias se busquen soluciones técnicas que contribuyan al bien de los seres humanos y las bases de una nueva civilización: “¡Qué hermoso sería que las aulas universitarias fueran canteras de esperanza, talleres donde se trabaja para un futuro mejor, donde se aprende a ser responsable de uno mismo y del mundo!”

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