Malentendidos sobre el amor
El amor abarca la totalidad de la persona, con sus dimensiones ricas y variadas. El amor como sentimiento es muy restrictivo.
| Martín Gelabert
Amor es una de las palabras más ambiguas y gastadas que existen. Se trata, además, de una palabra que abarca un amplio campo semántico, o sea, que puede utilizarse en muchos sentidos. Su significado puede ir de lo sexual a lo espiritual, de lo interesado a lo desinteresado. La fuerza del amor puede derivar en codicia o en caridad. Con este término se designa la atracción física o psicológica que alguien –o algo- produce en mí. O el deseo de poseer lo que me agrada, pero no tengo. Pero puede designar también la compasión que siento hacia el débil o el necesitado. O la entrega de mi tiempo, de mis bienes e incluso de mi persona a una causa justa o a una persona explotada, perseguida o maltratada. O también el perdón que otorgo a quién me ha ofendido.
En suma, con la palabra amor designamos actitudes y comportamientos no sólo bien distintos, sino, a veces, incluso incompatibles (amor al dinero, amor al pobre). El amor abarca un campo tan amplio como el que va del interés al desinterés. De ahí que, según cual sea la idea que uno se hace del amor, puede considerar que la idea que otros tienen es bien una profanación, bien una mistificación irreal del amor.
Hay quién confunde el amor con una experiencia sexual y, a veces, se limita lo sexual a una experiencia genital. No cabe duda de que la experiencia sexual es buena y hasta necesaria. Pero hay muchas maneras de vivirla. Puede vivirse como resultado del amor, como un componente más del amor; o puede vivirse como sustitutiva del amor, como un mal sucedáneo del amor. El acto sexual, sin amor, solo alcanza por un breve instante a satisfacer a la persona.
Muchos entienden que el amor es un mero sentimiento. Sin duda lo es. Pero es también mucho más. Pues el amor abarca la totalidad de la persona, con sus dimensiones ricas y variadas. El amor como sentimiento es muy restrictivo. Los que “no me caen bien” no pueden ser objeto de mi amor. Sin embargo, el evangelio habla de un amor universal. Si es universal tiene que ser posible amar a los que no me gustan. Ahora bien, si el amor es un gusto, o una sensación agradable y placentera, está claro que no puedo amar a quién no me gusta. El amor como sentimiento es limitado. En el amor como sentimiento deja de ser verdad eso de que el amor todo lo puede.
Otro malentendido frecuente sobre el amor es pensar que se trata de encontrar la persona adecuada, atrayente, deseable. Esta concepción descansa sobre una premisa: la de que en el amor lo importante es ser amado. Y así se busca desesperadamente alguien que me ame. La cuestión entonces se reduce a cómo ser amable, cómo lograr que alguien me quiera. Aunque sea a costa de mentir. Cosa que sucede con frecuencia: trato de aparentar lo que pienso que puede agradar al otro. Casi dejo de ser yo para ser amado. El amor así entendido es una variante de nuestro deseo de poseer, de nuestra ambición de tener. (Continuará)