Hoy en este domingo 14 del tiempo ordinario hay una exclamación de alegría desbordada tanto en la primera lectura de Isaías como en el evangelio de Lucas.

Jesús abre los surcos del camino para avanzar en vida desbordada. Los discípulos son enviados en buen número de dos en dos.

La potestad comunicada por Jesús a los escogidos para la misión preparatoria, a los pueblos y lugares a donde él irá. Jesús está desbordado de vida y amor. Esta es nuestra clave de misión hoy en este mundo desértico de vida y amor.

Hay que preparar la llegada de Jesús, como El dice: digan el reino de Dios ha llegado. Ha llegado para despertar en la vida verdadera desde el encuentro de gracia con El. Esa es nuestra gran alegría!

Jesús al comunicar potestad a los discípulos enviados, quienes en nombre de Jesús sanan enfermos, comparten la vida en hogares y ciudades, someten al espíritu del mal para abrir una gran esperanza de tiempos y aires nuevos; nos abre una alegre esperanza de vida.

La alegría dibuja la vida con esperanza; Jesús es alegría, aún en medio de la Cruz a cuestas , del sufrimiento , de la enfermedad … es una alegría consoladora que nos llena de fortaleza .

Podemos decir: ahí va Jesús o ahí viene Jesús. Hay que estar preparados a esta comunicación de sus dones a través de sus enviados. Buen lo dice Isaías en la primera lectura: se saciarán de sus pechos abundantes .

La alegría como fruto de un alimentarnos desde la abundancia de vida y bendición desbordada en el espíritu de Jesús que se nos comunica.

Es notable que el Reino de Dios aperturado con Jesús es nuestro espacio de vida en la fe que se nos ha dado y en la que caminamos día a día, que no se nos olvide !

Entender que esta alegría tiene que ser considerada como una alegría ya en la experiencia del Reino de Dios que participamos a partir de nuestro bautismo pero que nos lleva hasta el cielo.

Por eso San Pablo en la segunda lectura a los Galatas nos recordará los que ya en los textos de los domingos precedentes se nos ha recordado en la liturgia de la palabra: líbreme Dios de gloriarme sino es en la cruz de nuestro señor Jesucristo por la cual el mundo está crucificado para mi y yo para el mundo.

Entender, que esa potestad de Cristo experimentada en la comunicación de vida en abundancia, que nos hace sentir una profunda y plena alegría, que nos preparamos a esa alegría definitiva en el cielo, en donde esperamos que estén escritos nuestros nombres, como ya se nos recuerda en el rito de celebración de nuestro bautismo.

Es decir, con las manifestaciones tan ricamente variadas de la gracia de Dios en cada uno, no se nos olvide que estamos en la tierra de forma pasajera, que al pertenecer ya a Cristo ya nos somos del mundo aunque estemos en el mundo.

Hemos sido comprados a precio de la sangre de Cristo

Somos libres de cualquier atadura desde Cristo. Por eso se nos invita a superar cualquier elemento de separación que siempre está latente en la vanidad humana de pensar qué hay privilegiados por un lado y por otro lado personas de segunda en Dios, aún cuando somos todos bautizados. NO! En Dios no hay preferencia de personas. Por eso está superada la distinción de circuncisos o incircuncisos como nos recuerda Pablo en los Gálatas.

Seamos pues, esos espacios abiertos generosos donde comuniquemos a Cristo y, solo a Cristo, en la potestad de su nombre para que se manifieste su Reino!

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