"Por eso tenemos que dar el salto de lo temporal a lo que permanece" La Transfiguración, una mirada a la posesión del cielo que nos espera

Transfiguración
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"Al cielo hay que mirar para ver todo lo que Dios nos tiene preparado y no dejar de sorprendernos en el caminar en la tierra"

"Hagamos nuestro camino de la cruz con la mirada puesta en la Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo, con la confianza puesta de que nuestra recompensa será tan abundante como las estrellas del cielo"

La Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo, como nos relata en este domingo el evangelista Lucas, nos invita a tener una mirada a la posesión del cielo que nos espera, como lo recuerda san Pablo en la segunda lectura de la carta a los filipenses.

Al cielo hay que mirar para ver todo lo que Dios nos tiene preparado y no dejar de sorprendernos en el caminar en la tierra, mirando siempre al cielo. Así Abram inicia su camino de seguimiento de Dios, dejando su tierra para ir en busca de lo que Dios le promete; su descendencia será tan numerosa como las estrellas del cielo. Por lo tanto, en la fe caminamos hacia la promesa siempre.

La bendición de Dios siempre hay que mantenerla viva porque nunca se termina y, siempre está dando frutos interminables, pero hay que mantener viva esa bendición.

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Transfiguración
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A Jesús se le habla, de parte de Moisés y Elías, de la pasión que tiene que sufrir en Jerusalén y que esa pasión tiene como meta la gloria y resurrección que ya se asoma en su transfiguración.

Abraham hace un camino que hace probar su fe y confianza en Dios; Jesús hará el camino de la cruz, con el rechazo, el abandono, la traición pero no se detendrá en su amor verdadero que nos revela y comunica.

El brasero ardiente y la antorcha que aparecen en la alianza que Dios hace con Abram, en la primera lectura del Génesis, nos recuerdan que hay que purificarnos en el sacrificio que tenemos que ofrecer.

En este sacrificio y pasión que cada uno estamos llamados vivir, se nos invita a hacer un camino de escucha a la voz que nos habla de parte de Dios Padre y, ésta voz es la de nuestro Señor Jesucristo.

Así como nuestro Señor se encuentra con Moisés y Elías para darle toda la autoridad a lo acontecido en el tiempo de Moisés y los profetas, Dios nos sigue hablando en la persona de su Hijo, quien nos invita a tomar nuestra cruz e ir detrás de él en escucha y obediencia fiel para llegar a tomar posesión del cielo, participando del reino de Dios con nuestra filiación desde el bautismo que hemos recibido.

Por eso tenemos que dar el salto de lo temporal a lo que permanece, como ya san Pablo invita a la comunidad de Filipos, a no sólo ver las cosas que alimentan el vientre, viviendo como enemigos de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, sino siguiendo el buen ejemplo de la fe que nos transmite.

Hagamos nuestro camino de la cruz con la mirada puesta en la Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo, con la confianza puesta de que nuestra recompensa será tan abundante como las estrellas del cielo. Quien hace la promesa a Abram, la cumple a la perfección en Jesucristo, el unigénito del Padre y descendiente de Abram, de la descendencia de David.

Dios une en Jesús a la raza de Abraham con su propia vida divina comunicada en el Espíritu Santo a cuantos creemos y esperamos en Dios. En Jesús somos reconciliados, para que Dios Padre siga su obra en cada uno de nosotros, escuchándolo y siguiéndolo en el Hijo, quien es el camino que conduce al Padre.

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