"La conversión siempre trae alegría porque el perdón redime, reconcilia, vuelve a unir" La esperanza de la conversión mira a los buenos frutos

Parábola de la higuera
Parábola de la higuera IA

"Dios quiere sacar a su pueblo de la esclavitud y por eso llama a Moisés a ser su mensajero para liberar al pueblo de Israel"

"Que no nos gane las soberbia de pensar que a los demás les pasan cosas malas pensando que son más pecadores que nosotros"

"La conversión es un hasta aquí al pecado y nos invita a ver la alegría y la esperanza que se ilumina"

Dios ama a sus hijos y quiere para ellos un camino de conversión, especialmente para quien más lo necesita: donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.

La conversión nos permite que cada uno de nosotros dé lo mejor de sí.

En el evangelio de Lucas de este domingo tercero de cuaresma Jesús pone ejemplos muy claros que nos hacen profundizar en su mensaje de enfocarnos a una conversión personal con el ejemplo de la higuera que no da frutos, pero al permitir que sea removida la tierra y puesto abono por un año más, da la posibilidad y esperanza de que pueda dar el fruto esperado.

De ahí que ante la palabra de Jesús se conviertan los que se confiesan pecadores como Pablo, Pedro, Zaqueo, María Magdalena, Zaqueo, La Samaritana, en la parábola del hijo pródigo, el hijo menor que vuelve a la casa del padre arrepentido reconociéndose como pecador.

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Higuera estéril
Higuera estéril

Por eso Jesús en la parábola del fariseo y del publicano arrepentido enfatiza que lo más importante es mirar a nosotros mismos, reconociendo que somos pecadores y con arrepentimiento y humildad pedir perdón, y no como el fariseo que se dice no ser pecador como el publicano.

En este domingo se nos refieren dos grupos de personas que mueren, unos mandados matar por Pilato y que eran galileos, y otros que son aplastados por la torre de Siloé. Ni unos ni otros hay que considerar que eran más pecadores que muchos que están escuchando a Jesús, sino que lo importante es la conversión.

Dios quiere sacar a su pueblo de la esclavitud y por eso llama a Moisés a ser su mensajero para liberar al pueblo de Israel. Dios ha hecho una alianza con Abraham, Isaac y Jacob y la está cumpliendo siempre.

En la etapa de la opresión en Egipto del Pueblo de Israel, Dios se escoge a Moisés quien será fiel y obediente a los designios de Dios. El pueblo tendrá que hacer un camino por el desierto que lo despoje de sus idolatrías y pecados, y aquellos que no se conviertan, que sigan murmurando y quejándose quedarán en el desierto y no entrarán a la tierra prometida como nos recuerda Pablo en la segunda lectura de la carta a los Corintios en este domingo.

Que no nos gane las soberbia de pensar que a los demás les pasan cosas malas pensando que son más pecadores que nosotros y de creernos que nosotros estamos tan firmes que no caeremos.

La conversión siempre trae alegría porque el perdón redime, reconcilia, vuelve a unir, nos hace recobrar nuestra dignidad y caminar en la vida de Dios o en la gracia de Dios, considerando que estar en la gracia de Dios es como entrar a la tierra prometida donde podemos ofrecer los mejores frutos cada uno porque es un lugar que mana leche y miel.

Por eso Jesús nos invita a podar lo que está seco o no da fruto, a quitar lo que está podrido o echado a perder, sea el ojo, la mano o el pie. Es decir, hay que cortar lo que nos puede estar echando a perder y que pone en riesgo lo sano que puede embellecer y dar buenos frutos. 

La conversión es un hasta aquí al pecado y nos invita a ver la alegría y la esperanza que se ilumina cuando se camina en lo sano de lo que es posible que de vida en cada persona. 

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