"¡No estamos solos! Es la voz que se escucha de Jesús" La fe nos abre a una esperanza firme e inamovible
"Jesús refiere que el término de la tribulación es la ventana por la que se asoma su manifestación gloriosa"
"Aunque la tribulación nos puede dar miedo, confundir, o hacer tambalear, sin embargo, viene a ser la experiencia que nos afianza en nuestro encuentro y relación con un Dios que viene en nuestro auxilio"
"La tribulación nos dispone a un momento de mayor madurez y crecimiento, que ciertamente nos estira, pero es capaz de sacar lo mejor de nosotros"
"La tribulación nos dispone a un momento de mayor madurez y crecimiento, que ciertamente nos estira, pero es capaz de sacar lo mejor de nosotros"
La tribulación por la que tiene que pasar todo bautizado para crecer, es fundamental entenderla desde la enseñanza de Jesús.
Jesús mismo ha sido probado, ha sido sacudido en el camino de la pasión. Él nos enseña a tener una mirada firme y confiada en el Padre.
Este domingo 33 del tiempo ordinario, Jesús refiere que el término de la tribulación es la ventana por la que se asoma su manifestación gloriosa, con el poder de su cercanía que llena de luz al manifestarse y que es capaz de hacer menguar o desaparecer la luz de las estrellas para ser él nuestra luz.
Aunque la tribulación nos puede dar miedo, confundir, o hacer tambalear, sin embargo, viene a ser la experiencia que nos afianza en nuestro encuentro y relación con un Dios que viene en nuestro auxilio. La victoria a la que esta llamada la comunidad cristiana tiene que saber superar la adversidad para abrir camino a quien viene detrás.
¡No estamos solos! Es la voz que se escucha de Jesús para hacerse cercano, caminar con nosotros, abriéndonos ese horizonte de esperanza inamovible que nos hace capaces de ser fuertes en la tribulación, poderla superar con la ayuda de quien es luz, fortaleza y vitalidad para nuestro espíritu.
La pandemia ha venido a sacudirnos, a dejar un horizonte incierto en la mirada del hombre moderno; el cual se ha sentido limitado, frágil, indefenso; colocándolo en el universo con una consciencia de su finitud que puede llegar a concluir su tramo de historia en cualquier momento.
Como bien lo refiere Jesús en el evangelio de Marcos: sólo el Padre sabe el día y la hora de la manifestación que es definitiva.
En una experiencia vivida así por la pandemia, se hace necesaria la experiencia de la alegría. Podemos decir que esa alegría se ha fugado ante la experiencia del miedo e incertidumbre. El hombre del evangelio, que se deja abrazar por la buena nueva de Jesús, es un hombre de alegría, que sabe a travesar el túnel de la oscuridad, propia de la naturaleza de la tribulación, para abrirse paso a la luz.
Nosotros estamos llamados a vivir esa alegría que se sustenta en la experiencia de un Cristo que vive en medio de la comunidad creyente y que derrama su espíritu para darnos vitalidad.
Que importante es sentir la cercanía de Jesús, que se aproxima en nuestro caminar en signos que hay que descifrar a la luz del Espíritu Santo, para ver y entender su contenido y mensaje, que nos llevan a una esperanza llena de luz que iluminan nuestros pasos y nos conducen con una firmeza confiada en Él, que es el camino.
Jesús, ante el miedo que siente en la tribulación de su pasión, se mantiene firme y perseverante en su entrega para cumplir su misión tal como el Padre se la confía.
Nosotros como cristianos, en el hoy de estos tiempos tan probados para la fe, debemos escuchar el susurro de la voz de Jesús que nos habla para tocar el corazón y llenarnos de ánimo, para no perdernos en el desvío de caminos equivocados y, que nos distancian de la comunidad de los bautizados, que es la iglesia.
El creyente nace desde un bautismo que lo purifica y lo dispone siempre a una mayor gracia. Podemos así afirmar, que la tribulación nos dispone a un momento de mayor madurez y crecimiento, que ciertamente nos estira, pero es capaz de sacar lo mejor de nosotros: nuestras fortalezas que son más claras que la debilidad pero que nos hacen tomar consciencia humilde de una fragilidad que es capaz de manifestar su vitalidad intrínseca y fortaleza: cuando las ramas de la higuera se ponen tiernas se acerca el verano, es decir viene un tiempo de mayor fecundidad, crecimiento y fortaleza.
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