"Desde el corazón se revela el hombre ante Dios" Ser tocado por Dios para ser siempre luz
Ser ungido por Dios significa recibir la capacitación en el espíritu para servir en fidelidad a la obra de Dios y, al mismo tiempo, experimentar sus maravillas, Dios siempre es fiel. Serle fiel a Dios significa experimentar la fecundidad de su favor en todo momento
¿Qué nos dificulta hacer el bien? ¿Acaso nuestros odios, rivalidades , envidias, diferencias sociales, económicas, culturales ? En Cristo estamos llamados a hacer ese bien que nos distingue y nos hace extraordinarios para hacer surgir esa luz de esperanza que tanto necesita nuestro mundo
Desde el corazón se revela el hombre ante Dios. El espíritu de Dios se comunica en gracia desde la realidad del corazón de la persona.
Podemos decir que Corazón y espíritu de Dios están relacionados en una comunicación de gracia. Quien tiene un corazón que agrada a Dios recibe todo favor.
De ahí que David, quien aparece en la primera lectura del libro de Samuel, aparentemente no es considerado en la convocación que se hace en primer momento en casa de Jesse ante la llegada del profeta Samuel.
Este joven apuesto es quien buscará en todo obedecer el plan de Dios, unirá a todo Israel en una gran nación y la mano de Dios estará siempre con él.
Ser ungido por Dios significa recibir la capacitación en el espíritu para servir en fidelidad a la obra de Dios y, al mismo tiempo, experimentar sus maravillas, Dios siempre es fiel. Serle fiel a Dios significa experimentar la fecundidad de su favor en todo momento.
La segunda lectura de la carta a los efesios y el evangelio de Juan, acentúan el ser iluminados por la luz de Jesucristo.
Esta luz desde Jesucristo se plasma en el lodo que es untado en los ojos del ciego y, quien enviado a la piscina de Siloe a la lavarse, recibe el regalo de poder distinguir en los hombres: los que se resisten a Jesús con toda clase de artimañas de los que si hacen una confesión franca en Jesús, cuyo contacto vivo con él, en la curación recibida por quien era ciego de nacimiento, le hace confesar que cree en Jesús, a quien considera como un profeta.
El profeta de Dios, como ya lo confesaba la Samaritana el domingo anterior ante la palabra escuchada , ahora el ciego confiesa a Jesús por la liberación de su vista, siendo tocado en vida por El.
Ser tocado por Dios para recibir la misión como David en la primera lectura y como ciego en el evangelio para confesar a Jesús, en esa claridad de luz estamos llamados a hacer un camino para dar los frutos propios de la Luz que son: bondad, santidad y verdad, como nos recuerda la carta a los Efesios.
Somos ungidos en nuestro bautismo, ahora nos toca hacer un ejercicio constante de bondad, santidad y verdad.
¿Qué es lo que nosotros no va conforme a esa bondad, santidad y verdad que se nos pide testimoniar en este mundo para iluminarlo desde Cristo que es nuestra luz?
¿Qué nos dificulta hacer el bien? ¿Acaso nuestros odios, rivalidades , envidias, diferencias sociales, económicas, culturales ? En Cristo estamos llamados a hacer ese bien que nos distingue y nos hace extraordinarios para hacer surgir esa luz de esperanza que tanto necesita nuestro mundo.