'Antoni Gaudí, vida y obra': un viaje íntimo hacia el 'genio de Dios' desde el Camp de Tarragona Armand Puig: "Gaudí razonaba su fe sin razonarla porque la vivía plasmada en la naturaleza"

Con paso tranquilo, mirada sonriente y su nuevo libro en sus manos, el biblista y gaudinista Armand Puig llegaba este viernes por la noche al Centro de Lectura de Reus atravesando una de las muchas calles de esta ciudad que tanto para él como para Antoni Gaudí, el genial arquitecto de la Sagrada Familia, se convirtió en uno de los primeros espacios que conocieron durante sus respectivas infancias. Presentaba Antoni Gaudí, vida y obra (en castellano en Arpa Editores), escrito “sin querer demostrar nada”, como advertía en sus primeras palabras dirigidas a un público formado por amigos, conocidos y más de un familiar de este erudito tarraconense nacido en la Selva del Camp, a pocos kilómetros de distancia del lugar donde empezó todo.

Con esta nueva obra, Puig no quería demostrar nada porque son muchos los investigadores que han sedimentado la biografía por la que ha transitado el presbítero “desde que en 2010 publicó su primer libro sobre Gaudí, coincidiendo con la visita de Benedicto XVI a Barcelona”, como constataba la periodista y glosadora de la obra, Tate Cabré: “Uno de los estudiosos que empezó la labor continuada por Puig —evidenciaba Cabré— fue Josep Francesc Ràfols“, residente en la Selva del Camp y autor de la primera biografía de Antoni Gaudí, gracias a la cual se salvaron muchos detalles vitales quemados durante la Guerra Civil en la obra magna del arquitecto, en 1936.

Un hombre de una "gran sabiduría teológica"

Con este trasfondo intelectual cultivado entre campos de secano, el viento de mistral y las aguas tridimensionales de la Costa Daurada, del que Puig es continuador, el nuevo trabajo sobre el “arquitecto de Dios” es el primero en recoger su contacto con la fe, descrito con la calidez argumental que sólo es capaz de localizar quien ha experimentado las influencias ambientales que tuvo. "Quizás aquí no tenemos obras suyas, pero él se inspiró en la contemplación de la naturaleza que nos rodea, en el Camp de Tarragona, más libre de las industrias y el turismo de ahora", reconocía, por su parte, el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, que compartía con el público los detalles de sus primeros vínculos con Puig, en Roma, hace cuatro décadas.

El arquitecto, que para el biblista Armand Puig no cabe duda de que acabará siendo beatificado en un futuro no muy lejano, era hombre de Dios y tenía una gran sabiduría teológica, “aunque no realizó estudios teológicos”, como precisaba el arzobispo. Si lo hubiera hecho, posiblemente no hubiera tenido tiempo para la dedicación artística: “Era de comunión diaria al final de su vida y había ido haciendo un poso espiritual extraordinario”, añadía el prelado, que apuntaba, citando al francés Pierre Rousselot, hacia el hecho de que Gaudí “se adhería a la fe desde una percepción interior, en la que llegaba a lo invisible [Jesús] a través de lo visible [los signos de la naturaleza], tal y como expresa diseñando la Sagrada Família, donde nos hace visible, a su vez, la carne de Jesús”.

“Ante nosotros tenemos una persona tocada por un don, pero a la vez del pueblo”, aseguraba Puig en una última intervención en la que recomendaba “comprender a Gaudí desde el niño que bajaba corriendo cada día la calle que llevaba a su primera escuela hasta el adulto que reelaboraba sus sueños”. Sin cultura teológica, Gaudí innovó desde la tradición, pero también dialogó con múltiples corrientes artísticas y, en la Sagrada Família, “con su Tarragona”, donde nació también su biógrafo.