Sacerdote de la arquidiócesis de Monterrey, autor de 'Jeremías y Ezequiel' Carlos Junco: "Jeremías denunció la falta de escucha de la Palabra, la idolatría, la injusticia y el absolutismo del poder"
"De Jeremías destaca lo que significó su vida célibe y solitaria, las persecuciones y pasión que sufrió, y su secuestro a Egipto, símbolo de opresión"
"Debemos proclamar y actuar conforme a lo que Dios nos pide en nuestra historia, para así erradicar lo que esté en desacuerdo con su plan y para reconstruir su proyecto para el pueblo, especialmente los excluidos"
"La fe sin proyección a la vida, la injusticia, el placer desenfrenado, el lujo y la ambición del poder constitiyen las falsas seguridades del mundo actual"
"Una auténtica conversión debe partir del corazón, que para la cultura hebrea era la sede de sentimientos, criterios, actitudes, valores y opciones fundamentales"
"La fe sin proyección a la vida, la injusticia, el placer desenfrenado, el lujo y la ambición del poder constitiyen las falsas seguridades del mundo actual"
"Una auténtica conversión debe partir del corazón, que para la cultura hebrea era la sede de sentimientos, criterios, actitudes, valores y opciones fundamentales"
| EVD
La colección “Biblioteca Bíblica Básica” de Verbo Divino nos presenta un nuevo volumen (el número 8) con el título Jeremías y Ezequiel. Este volumen completa las doce obras que cubren la Introducción general y el Antiguo Testamento. La parte dedicada a Jeremías ha sido escrita por Carlos Junco Garza, licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana y en Ciencias Bíblicas por el Pontificio Instituto Bíblico, y doctor en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de México.
¿Qué podríamos destacar de la figura del profeta Jeremías?
El hecho de tener el testimonio propio sobre su ministerio profético: el llamado, las “confesiones” o plegarias ministeriales, donde aparecen su gozo ante la palabra, y, a la vez, sus luchas interiores y experiencia amarga de su profetismo, el enfrentamiento con sus adversarios y con el mismo Dios a quien ve como un “espejismo”. Además, lo que significó su vida célibe y solitaria, las persecuciones y pasión que sufrió, y su secuestro a Egipto, símbolo de opresión.
¿Qué define principalmente al libro bíblico de Jeremías y quiénes serían los principales destinatarios?
Su servicio a la Palabra de Dios, poderosa para quien la acoge, pero impotente ante la libertad humana que la rechaza. Su palabra que arranca y derriba: denuncia, amenaza y juzga a naciones extranjeras, a su propio pueblo encabezado por sus dirigentes que la quieren ignorar. Su palabra que edifica y planta: anuncia esperanza, perdón y gracia para ellos, que se encaminan a la ruina. La última palabra de Dios es siempre de misericordia y vida.
¿Qué tiene de similitud aquel momento de la historia con el actual?
Vio la destrucción de Jerusalén y su templo, el fin de Judá, la partida de personas al exilio; fue crisis, aparente abandono de Dios, pérdida de seguridades, pero inicio de reflexión y conversión para una vida nueva. En la pandemia, nos descubrimos frágiles e impotentes; hay enfermos y muertos; otros sin trabajo y más pobres; caen seguridades; vemos gente indiferente y abusiva, pero también otra entregada por amor. El reto: ¿viviremos más unidos a Dios en los hermanos?
En el libro de Jeremías está presente el relato vocacional; ¿cuál sería la llamada o compromiso del creyente de hoy?
Desde nuestro bautismo participamos del profetismo de Jesús. Tenemos que discernir los signos de los tiempos. Debemos proclamar y actuar conforme a lo que Dios nos pide en nuestra historia, para así erradicar lo que esté en desacuerdo con su plan, y para reconstruir su proyecto para su pueblo, especialmente para los más excluidos de nuestra sociedad.
La idolatría, los falsos profetas; las falsas seguridades; ¿cuáles son todas estas realidades en nuestro mundo de hoy?
La idolatría de creernos autónomos, de ser individualistas e indiferentes ante el grito de los más débiles, de imponer ideologías, de descartar a personas que, supuestamente, estorban o no son útiles a nuestros intereses. Los falsos profetas que, con sus “fake news” y sus palabras ilusorias, nos dicen lo que deseamos oír, pero no nos enfrentan a la voz de Dios. Las falsas seguridades: fe sin proyección a la vida, injusticia, placer desenfrenado, lujo y ambición del poder.
¿Por qué derroteros nos llevaría una auténtica conversión?
Una auténtica conversión debe partir del corazón, que para la cultura hebrea era la sede de sentimientos, criterios, actitudes, valores y opciones fundamentales. Un cambio radical de vida que no se quede en la intimidad o sentimiento, sino que repercuta en nuestra persona, sociedad, historia y cuidado responsable del mundo creado. Una conversión pastoral que nos lleve a ser autocríticos y revisar nuestro ministerio eclesial.¿Cómo se sentiría y qué diría el profeta Jeremías a nuestro clero?
Nos llamaría a servir con fidelidad y valentía a la Palabra de Dios y a su pueblo. O, si fuera necesario, nos provocaría a despertar de nuestro letargo para cumplir esa misión. Nos ayudaría a estar atentos a la voz del Señor en nuestra historia, leída a la luz de su Palabra. Con el testimonio de su vida nos invitaría a acompañar, en oración y solidaridad, a nuestro pueblo en su camino; y en medio de fracasos, dificultades y debilidades, infundiría en nosotros la esperanza.
¿Te imaginas compartiendo mesa con Jeremías? ¿Qué destacarías de la conversación?
Me gustaría saber más de sus crisis ante Dios, de los consuelos aparentes que recibía de él, pero que en realidad eran retos difíciles para enfrentar. También intentaría ver con qué espíritu decía palabras de esperanza en medio del sufrimiento y desgracia que amenazaba a su pueblo, y cómo eran recibidas esas palabras por la gente a la que le predicaba.
Jeremías apuntaba con el dedo contra acciones destructoras de la humanidad. ¿Quién es profeta hoy? ¿Contra qué acciones apuntaría?
Él denunció la falta de escucha de la Palabra, la idolatría, la injusticia y el absolutismo del poder. El profeta de hoy apuntaría contra acciones idolátricas e injustas. Denunciaría la globalización de la indiferencia ante gente marginada y migrante, la instrumentalización de la religión y del culto, la exaltación del poder, el acaparamiento de las riquezas que empobrece a tantos, el narcotráfico y la violencia, la trata de personas, la corrupción y la falta de transparencia.
Han pretendido una obra útil, con actualizaciones y preguntas para la reflexión personal y en grupos, pero ¿realizarías alguna recomendación más para los lectores?
No tener miedo a leer al profeta y, en él, la voz de Dios con su repercusión actual. El comentario pretende ayudar, pero no sustituir, el encuentro con la palabra del profeta; y, en ella, la del Señor.
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