La teóloga, coordinadora de 'Para que tengan vida… todas las víctimas' (Khaf) Cristina Inogés: "Las víctimas no necesitan homenajes, necesitan ser escuchadas y creídas. Necesitan que su voz sea tenida en cuenta”"
"Todos somos Iglesia y todos necesitamos hacer autocrítica. Unos por inacción cuando debieron actuar sabiendo lo que sucedía; otros por no creer más que a la institución y darle prioridad frente a las víctimas frente a las personas; otros por aborrecer y hablar contra los medios de comunicación a los que fueron las víctimas cuando no encontraron otras puertas abiertas; otros…"
"No podemos olvidar que los victimarios, sean sacerdotes o no, han tenido encargos pastorales con el respaldo de la Iglesia que, aun sabiendo lo que hacían, los mantuvo y cada caso de abuso ha sido cometido en nombre de Dios"
La teóloga Cristina Inogés presentó hace días el libro “Para que tengan vida… todas las víctimas”editado por el sello Khaf de la Fundación Edelvives. Es una obra coral de artículos que aborda desde distintos enfoques y visiones la cuestión de los abusos -de poder, autoridad, conciencia, pobreza, maltrato, sexual…- en el seno de la Iglesia católica. Participan en él una víctima, religiosos/as, psicólogos/as, teólogos/as y también periodistas que han estado vinculados a estas cuestiones en los últimos años.
La coordinadora del volumen es miembro de la Comisión Metodológica del Sínodo de la sinodalidad 2021-2024, madre sinodal, con voz y voto, en el mismo Sínodo por decisión del papa Francisco y tiene publicaciones en España y Portugal.
¿Cómo nace este libro? ¿Por qué este título?
Nació en una conversación con Juan José Echeverría y Antonio Fernández, ambos de la Fundación Edelvives. De una propuesta de colaboración. Un tema nos llevó a otro y… Normalmente los proyectos tienen nacimientos muy sencillos.
¿El título? Porque las víctimas tienen que recuperar su vida, no solo sobrevivir a lo que pasó. Necesitan retomar las riendas de su existencia. Por eso, Para que tengan vida… Todas las víctimas.
¿Quiere ser un homenaje a las víctimas?
No, para nada. Las víctimas no necesitan homenajes, necesitan ser escuchadas y creídas. Necesitan que su voz sea tenida en cuenta. En la parte física del libro, escribe una víctima de Rupnik; en la parte digital, que es riquísima, vemos formas de abuso de las que no hablamos. Solo a lo que decidamos poner nombre existirá y podremos enfrentarnos.
¿Qué tienen de especial las víctimas para que un victimario abuse de ellas?
Nada. El victimario se fija en alguien y punto. No son más listas ni más tontas, no tienen problemas psicológicos o dejan de tenerlos, no tienen más formación o menos que cualquier persona… Todos somos víctimas en potencia. Aunque solo fuera egoístamente, todos deberíamos implicarnos en la formación para la prevención. Y seguir muy de cerca y estar atentos a la formación de quienes van a tener responsabilidades y liderazgos en las comunidades, da igual que sean clérigos o laicos. Todos podemos ser víctimas en potencia, pero, no olvidemos que todos llevamos un pequeño victimario dentro.
Este volumen, ¿a quién se dirige?
En realidad, el público objetivo es muy amplio. Para los que ya están sensibilizados, será una manera de seguir abordando esta cuestión, pera los que no, permitirá que se sientan interpelados por la realidad de los abusos. En este libro, en sus dos soportes, físico y digital, no hay respuestas concretas a muchos interrogantes -porque en realidad no existen-, pero sí la experiencia de personas que llevan mucho tiempo involucradas directamente con las víctimas, con la realidad de los abusos y que nos pueden iluminar a todos.
¿Qué objetivos has buscado al coordinar esta obra?
Seguir hablando de la atroz lacra de los abusos en la Iglesia. Todos los días tendríamos que recordárnosla en la Iglesia. Decirnos qué clase de abusos hay, cuáles empiezan a asomar desde debajo de la alfombra, cuáles nos negamos a nombrar. Aunque la Iglesia sea la institución que menos casos tiene comparándola con otras, un solo caso sería suficiente para estar recordándolo a diario. No podemos olvidar que los victimarios, sean sacerdotes o no, han tenido encargos pastorales con el respaldo de la Iglesia que, aun sabiendo lo que hacían, los mantuvo y cada caso de abuso ha sido cometido en nombre de Dios.
¿Por qué has querido que sea un libro coral y que sus autores tengan orígenes tan diversos?
Coral porque cada autor marca un acento diferente de una misma realidad. ¿Los orígenes diversos? No ha sido algo buscado, sencillamente son las personas adecuadas para hablar de diferentes experiencias. La polifonía de sus aportaciones es sumamente enriquecedora.
¿Qué querrías destacar de los autores?
Lo primero de todo, su generosidad y su compromiso con la causa de las víctimas y de la realidad de los abusos. No es fácil el compromiso que tienen y, sobre todo, manifestarse como lo han hecho. Especialmente, la víctima de Rupnik que, aunque ya se había presentado como tal, lo ha vuelto a hacer. No es fácil. lo que han agradecido la originalidad de la obra al ir en dos soportes diferentes. Son personas que están al día de las ventajas que ofrece el mundo digital.
En la introducción señalas cómo “Las víctimas siempre serán más de las que creemos y sabremos” y abogas por que se empatice más con ellas y su sufrimiento. ¿Cómo consideras que los miembros de la Iglesia pueden empatizar más con ellas? ¿y por qué consideras que siguen silenciadas muchas de ellas?
Aproximándose a conocer la realidad de las víctimas y de los abusos. No dejándose convencer por quienes todavía dicen que las víctimas solo buscan sacar dinero a la Iglesia –porque hay quienes todavía dicen eso-, y no es verdad. La empatía empieza por conocer, saber, comprender. Por querer hacer todo eso. Porque, ahora, sabiendo lo que sabemos, decidir mirar para otro lado, no querer saber nada porque el tema es muy desagradable, nos convierte en cómplices. Al menos moralmente.
El silencio de las víctimas puede ser por muchos factores. Algunas no consiguen verbalizar lo que pasó; otras, deciden no denunciar y hay que respetarlas; otras tienen miedo a la revictimización que pueden sufrir; otras, adultas, comprueban que sus denuncias no son aceptadas en las oficinas que hay en las diócesis… Pero, algunas víctimas, nunca podrán hacerlo, nunca podrán hablar porque se han suicidado. En algún momento habrá que empezar a hablar de eso.
Desde tu punto de vista ¿Cuáles son los tipos de abusos más presentes en el pasado y en el presente en el seno de la Iglesia? Y ¿cuáles están todavía más ocultos?
Los abusos han sido y son los mismos básicamente: Abusos de poder, espirituales, violencia verbal, de conciencia, sexuales… Han pasado y siguen pasando porque siguen saliendo a la luz. Ahora bien, lo que sucede es que ahora vamos conociendo otras actitudes y comportamientos que son abusos y de los que no hablábamos: Abusos económicos, abusos laborales contra quienes trabajan en entidades eclesiales… Y, por supuesto, hay que tener claro que, cuando hablamos de abusos, estamos hablando de delitos.
¿Qué necesitan hoy las víctimas para cerrar sus procesos de duelo y sanación?
Escucha, que se las crea, acompañamiento profesional a nivel psicológico y acompañamiento espiritual que ayude a sanar las heridas.
¿Consideras que la iglesia necesita hacer más autocrítica?
Todos somos Iglesia y todos necesitamos hacer autocrítica. Unos por inacción cuando debieron actuar sabiendo lo que sucedía; otros por no creer más que a la institución y darle prioridad frente a las víctimas frente a las personas; otros por aborrecer y hablar contra los medios de comunicación a los que fueron las víctimas cuando no encontraron otras puertas abiertas; otros… cada uno sabrá donde hacer su autocrítica.
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