El profesor realiza en su último libro un estudio nanofilológico de los Evangelios canónicos Darío Hernández: "Jesús es maestro religioso y espiritual en la pedagogía de lo breve y lo conciso"

Darío Hernández acaba de publicar La microtextualidad en la transmisión y la práctica de las enseñanzas cristianas. Parábolas, dichos y preguntas de Jesús de Nazaret en los Evangelios canónicos
"Tal y como consta en los Evangelios canónicos, para la transmisión de sus enseñanzas Jesús empleó, sobre todo, los géneros breves como la parábola, el dicho o la pregunta catequética"
"Jesús de Nazaret fue, igualmente, un gran Maestro del silencio, y es quizá esta una de las facetas cuyo examen fue para mí más complicado de desarrollar"
"El libro suscitará mayor interés entre aquellos que quieran iniciarse o seguir profundizando en el conocimiento de la vida, la obra y el magisterio de Jesús de Nazaret a través del estudio de los Evangelios canónicos"
"Jesús de Nazaret fue, igualmente, un gran Maestro del silencio, y es quizá esta una de las facetas cuyo examen fue para mí más complicado de desarrollar"
"El libro suscitará mayor interés entre aquellos que quieran iniciarse o seguir profundizando en el conocimiento de la vida, la obra y el magisterio de Jesús de Nazaret a través del estudio de los Evangelios canónicos"
| RD
Darío Hernández (Tenerife, 1985) es Doctor en Filología Hispánica (Universidad de La Laguna) y Máster Interuniversitario en Ciencias de las Religiones: Historia y Sociedad (Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, Universidad Carlos III de Madrid y ULL, Tenerife). Recientemente, ha publicado el libro titulado La microtextualidad en la transmisión y la práctica de las enseñanzas cristianas. Parábolas, dichos y preguntas de Jesús de Nazaret en los Evangelios canónicos (UNO Editorial, Albacete, 2024). En la actualidad, es Docente e Investigador del Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la ULL y Miembro del Grupo de Investigación en Estudios Semióticos Aplicados (GIESA).

Su obra se enmarca dentro de lo que se llama la Nanofilología. ¿Podría comentarnos algo sobre ello?
Hablamos realmente de una nueva subdisciplina dentro de la Filología, aunque se empieza a fundamentar como tal hace ya tiempo, entre finales del siglo XX y principios del XXI. Su objetivo principal es el estudio de la microtextualidad, de todo ese conjunto de mensajes orales y escritos que, frente a los grandes relatos, extensos tratados y largos discursos, se han transmitido en concisos formatos verbales. A menudo, pequeñas creaciones y breves expresiones han quedado marginadas, se les ha dado menor importancia histórica, y, sin embargo, en ámbitos como el de las Religiones su presencia e influencia ha sido trascendental; pensemos, sin ir más lejos, en las parábolas, los dichos o géneros gnómicos (máximas, sentencias, aforismos, proverbios…) o las preguntas didácticas o catequéticas, que son los géneros en los que nos centramos en nuestro libro, pero también en otros tan diversos y provenientes de tradiciones tan dispares como el salmo, el hadiz, el koan o, incluso, otras fórmulas microexpresivas empleadas para la oración como la jaculatoria o para la meditación como el mantra.
A Jesús se lo define en su obra como “Maestro religioso y espiritual en la pedagogía de lo breve y lo conciso” (p. 86). ¿Podría explicarnos por qué?
Precisamente porque, tal y como consta en los Evangelios canónicos, para la transmisión de sus enseñanzas empleó, sobre todo, los géneros breves como la parábola, el dicho o la pregunta catequética. Por otra parte, fue, al mismo tiempo, el gran conocedor de la tradición judía y su gran renovador, y este es un aspecto que puede estudiarse a través del análisis de sus microtextos. Más allá de esto, pero muy relacionado con ello, está el hecho de que predicó siempre a favor de la austeridad en las formas y la sencillez en los contenidos; muy bien refleja esta cuestión, por ejemplo, el conocido pasaje en el que Jesús de Nazaret enseña a rezar a sus discípulos: “Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo” (Mt 6, 7-8).
Muchas de las parábolas, de las máximas y de las preguntas de Jesús de Nazaret que contextualiza y analiza en su obra son muy conocidas. Sin embargo, no lo son tanto las que denomina “microexpresiones poderosas”…
Cierto. Es muy interesante observar el poder de la palabra de Jesús no solo en el ejercicio de su magisterio, sino en otras diferentes circunstancias en las que tenía que hacer uso de él, como cuando llevaba a cabo curaciones, bendecía, maldecía o daba alguna orden. Especialmente impactantes, claro, son aquellas ocasiones en las que exorcizó o resucitó a personas. En todas estas situaciones, Jesús de Nazaret acompañó sus acciones con microenunciados, sintéticos y directos, y sin largas invocaciones previas. Al menos así lo reflejaron, sin ninguna duda, los evangelistas. No es casual que la microexpresión “una palabra tuya bastará para sanarme” sea una de las más simbólicas y significativas para la liturgia cristiana.
También llama la atención el apartado dedicado a “los silencios de Jesús de Nazaret”…
Tiene mucho que ver con lo que venimos diciendo. Jesús de Nazaret fue, igualmente, un gran Maestro del silencio, y es quizá esta una de las facetas cuyo examen fue para mí más complicado de desarrollar. A partir de la lectura de este apartado al que se refiere, se pueden extraer tres importantes conclusiones; primera: el silencio conecta a Jesús con su Madre María, con lo que pudo aprender de ella y, por cierto, también con el hondo y silente padecimiento de la misma; segundo: el silencio se vincula con Jesús como Maestro de la oración contemplativa (mucho se podría decir aquí sobre los cimientos que puso y que sostienen la meditación cristiana); y tercero: el silencio adquiere una enorme significación durante su Pasión; muchas de sus torturas y humillaciones las sufrió Jesús en silencio, y también fue el mutismo su repuesta a tantas calumnias e injustos interrogatorios.

Como se explica en su perfil bioprofesional, viene de las Ciencias de las Religiones, no de la Historia de las Religiones propiamente dicha ni de la Teología. ¿Tratar los Evangelios canónicos y la figura de Jesús de Nazaret desde un punto de vista “científico” es especialmente complicado?
Entiéndase aquí el concepto de lo “científico” no como se aplicaría para las ciencias exactas, sino como se emplearía para las ciencias humanas. Pero sí, este campo también requiere llevar a cabo un ejercicio previo de distanciamiento sobre los objetos de estudio, en este caso concreto: los Evangelios canónicos, que deje fuera de la metodología de trabajo cualquier tipo de creencia religiosa y de prejuicio, positivo o negativo. Básicamente, y dado que la investigación estuvo hecha desde una perspectiva filológica de corte semiótico-estructural, la premisa fue enfocarnos en los textos y trazar líneas claras de delimitación entre lo informativo (objetivo y demostrable) y lo interpretativo (subjetivo y discutible). Interpretación personal siempre la hay y es bueno que la haya, pero sin confundirla con lo que son los datos objetivables. Las orientaciones del catedrático Francisco Díez de Velasco fueron para mí muy relevantes en este sentido.
Asimismo, cabe decir que, entre investigadores y conocedores de este ámbito, se ha solido distinguir entre el “Jesús histórico” y el “Jesús de la Fe o Jesucristo”, o sea, el Jesús de los historiadores, por un lado (como Antonio Piñero, por ejemplo, cuya obra historiográfica es imprescindible), y el Jesús de los teólogos, por otro (como Pablo d’Ors, por ejemplo, ya que hablamos antes de la importancia del silencio). En coherencia con lo dicho hasta aquí en relación con el carácter filológico de mi trabajo, el Jesús de Nazaret del que se habla en mi libro es el “Jesús de sus propios microtextos” (parábolas, dichos y preguntas), recogidos en los Evangelios canónicos, y cuya vida, obra y enseñanzas se transmiten en el conjunto del Nuevo Testamento.

Su trayectoria en el mundo de la Religión, no obstante, no se limita a sus creencias y a su formación dentro del catolicismo, sino que ha tenido otras experiencias y vivencias religiosas, ¿no es así?
Imagino que se refiere a todo lo que he podido aprender en contacto con diferentes confesiones y asociaciones cristianas, no solo católicas, o, incluso, con comunidades budistas de distintas escuelas o con grupos y colectivos vinculados a otras religiones y filosofías orientales como el taoísmo o el sintoísmo… Todas estas experiencias y vivencias han sido profundamente enriquecedoras en lo intelectual, en lo emocional y en lo espiritual.
¿Está su libro destinado a un público concreto, a un tipo de lector específico?
En realidad no, aunque obviamente suscitará mayor interés entre aquellos que quieran iniciarse o seguir profundizando en el conocimiento de la vida, la obra y el magisterio de Jesús de Nazaret a través del estudio de los Evangelios canónicos. Cabe decir, que el libro cuenta con un amplio aparato crítico dispuesto en sus notas al pie, pero de cuya lectura puede prescindirse si se desea un acceso más rápido y sencillo a los contenidos esenciales.
¿Qué nuevo proyecto de investigación o de publicación tiene en mente?
Me gustaría poder aplicar una metodología de trabajo similar a la empleada hasta ahora pero al análisis de los Evangelios apócrifos. También continuar indagando en las relaciones (similitudes y diferencias) entre las enseñanzas y las prácticas cristianas y las de otras religiones como el budismo, por ejemplo. Ya existen muchos trabajos historiográficos y teológicos al respecto, pero no tantos de tipo netamente filológico, centrados específicamente en el estudio comparado de los textos religiosos y sagrados, y mucho menos de carácter nanofilológico, esto es, enfocados exclusivamente en la producción microtextual.

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