"J. M. Esquirol ha dado a su nueva obra la misma estructura que podemos encontrar en el Sermón de la montaña" La Escuela del Alma: de la forma de educar a la manera de vivir
Con este nuevo título, Josep Maria Esquirol nos presenta un ensayo en el que, más allá que teorizar, se nos abre en canal para descubrirnos vivencias desde lo más profundo de su sentir. Nos recuerda que el pensamiento nos adentra en lo más íntimo de las personas y a través de él tenemos la dicha de comunicarnos y de establecer relaciones
El autor nos invita a construir el camino para la consecución de una vida madura, fecunda y espiritual, partiendo de los fundamentos de la educación, desgranando y ayudándonos a profundizar en el sentido que nos ofrecen las palabras
| Vicent Francesc Estarlich Chover. Miembro del Grup Cristià del Dissabte València
Con La Escuela del Alma (Acantilado), Josep Maria Esquirol nos presenta un ensayo en el que, más allá que teorizar, se nos abre en canal para descubrirnos vivencias desde lo más profundo de su sentir. Nos recuerda que el pensamiento nos adentra en lo más íntimo de las personas y a través de él tenemos la dicha de comunicarnos y de establecer relaciones.
El autor nos invita a construir el camino para la consecución de una vida madura, fecunda y espiritual, partiendo de los fundamentos de la educación, desgranando y ayudándonos a profundizar en el sentido que nos ofrecen las palabras.
Palabras como lugar, puerta, encuentro, compañía, atención, mundo, cuidado, contemplación, creación... van iluminando el camino a realizar para conseguir encontrarnos con nosotros mismos y con los demás.
J.M. Esquirol le ha dado a La Escuela del Almala misma estructura que podemos encontrar en el Sermón de la montaña (Mt. 5,3-11); nos presenta nueve capítulos con el título de Felices... porque quiere ayudarnos a adentrarnos en lo íntimo de cada uno de nosotros para abrirnos a la vida (tener alma). En el libro, nos dice Esquirol que cada ser humano es origen de donde surgirá la vida desde el encuentro, que es el que posibilita la fecundación de esta, y en su desarrollo generará y aumentará la vida en cada uno de nosotros.
Nota introductoria
La obra comienza con una nota introductoria con la que nos pone en atención sobre lo que nos va a ofrecer. "Hay casa porque hay intemperie/ e intemperie pide amparo. / Hay escuela porque hay mundo/ y el mundo pide atención/ hay casa y hay escuela porque el amparo y la atención pueden hacer camino y madurar para dar fruto. / ¿Qué tipo de fruto? De más casa y de más mundo".
Cap. 1:Felices quienes van a la escuela: pasarán la puerta.
Predomina la idea de ir, hacer camino, llegar a un lugar diferente, con variables distintas al lugar de fuera, con propuestas muy diferentes a intereses e ideologías dominantes, a tendencias de moda, con disposición a cultivarse, a cuidar la posibilidad de interiorización y encuentro.
La Escuela del Alma se caracteriza por tener puerta (entrada a un nuevo mundo generador de vida y fuerza para transformar el mundo) y es lugar (bendición lejos de toda violencia) donde se acompaña a descubrir el propio camino y sus propias capacidades, donde se hará frente a quienes quieren imponer hegemonías. Nos dirá el autor que eso nos exige: "un lugar donde mantener la diferencia y resistir a la hegemonía que siempre amenaza y cultivar el lugar no es aislarse sino la condición de posibilitar las relaciones con los otros".
Cap. 2:Felices quienes encuentran buenos maestros: se acordarán. En la escuela, el maestro desarrolla la función de acompañar, vivir con, compartir vida, atención, preocupación, desvelo, cariño que marca, no desde el sometimiento, sino dando oportunidad a encontrar donde poder mirarse, apoyarse y revisarse.
"El maestro es la persona que nos ayuda a tomar conciencia de ello y nos anima a ser artífices de la construcción de nuestra personalidad”
Con palabras del autor: "el maestro es la persona que nos ayuda a tomar conciencia de ello y nos anima a ser artífices de la construcción de nuestra personalidad”. El camino nunca lo hacemos solos, sino acompañados, en relación, y esa, nos dirá, es la función del maestro: descubrir que necesitamos y nos necesitan, introducirnos en la experiencia que nos explica aquellas cosas que nos facilitan el poder hacernos cargo de nosotros mismos para poder tender la mano a los demás. Se trata del encuentro con "testimonio de vida".
Cap. 3: Felices quienes van contra el destino: ya son origen. Para el autor no hay destino, sino que hay que escribir nuestra página en blanco; por eso, hay que romper todas las etiquetas que se nos ponen, tomando conciencia de que no somos títeres en manos de poderes, ideologías, intereses y no debemos resignarnos a ser quienes dicen o quieren que seamos, sino siendo sujetos en constante construcción. Este es el destino del ser humano: hacer el camino de su vida y el camino del mundo, formándose y madurando en relación con otros y con las cosas del mundo. En frase del autor: “somos inicio y origen". Se nos presentan muchas posibilidades y la decisión tiene que ser nuestra, no debemos permitir que sean otros los que decidan por uno mismo.
Cap. 4: Felices quienes ponen atención: se entrenan en el espíritu de poder recibir. No debemos cerrarnos ni ser fatalistas; no podemos resignarnos a marcar el paso, hay que estar muy atentos a captar todo aquello que nos llega para captar, mirar, contemplar y, con ello, decidir.
Con la atención podemos ampliar nuestros horizontes y, por eso, para el autor, la escuela debería convertirse en "el primer retiro, el primer desierto, lugar donde realizar la primera plegaria de la atención". El estudio y la reflexión son una prolongación del mirar y contemplar el mundo sin prisas diciendo y asumiendo todo lo contemplado.
Cuando la educación en nuestro país parece que está en horas bajas, el autor quiere levantarnos del letargo proponiéndonos un camino luminoso, esperanzador y vivo. Ese es el motivo: se nos insistirá en que las instituciones educativas no deben estar al servicio de la sociedad, sino que la escuela debe configurar la sociedad, nunca adaptarse, pues no se trata de hacer robots al servicio de los intereses del mundo, sino personas que, construyendo su pensamiento, puedan ser protagonistas en la construcción de la sociedad. Es una idea revolucionaria y apasionante que el autor apunta.
J.M. Esquirol quiere destacar la importancia de, desde las formas, ir capacitándonos para la toma de decisiones y de esta manera estaremos consiguiendo formarnos y poder decidir desde nuestra libertad y responsabilidad
Cap. 5: Felices quienes se hacen amigos de trazos, nombres, palabras o gestos, se convertirán en fuentes. No podemos cerrar los ojos, todo nos habla, todo nos insinúa y todo nos puede valer para construirnos, mostrarnos y vivir. Nos dice el autor: "El ser humano es una manera de ser, capaz de adquirir aún más fuerza, y capaz de generar nuevas formas".
La atención necesaria, descrita en el capítulo anterior, va dirigida a algo para llegar a poder describirlo, conocerlo y hasta asumirlo; ese es el proceso que se quiere hacer mención con las palabras educación, enseñanza y formación. J.M. Esquirol quiere destacar la importancia de, desde las formas, ir capacitándonos para la toma de decisiones y de esta manera estaremos consiguiendo formarnos y poder decidir desde nuestra libertad y responsabilidad. Debemos construirnos una base sólida para no vivir dispersos y, por ello, tener que estar siempre dependiendo de los que ejercen el poder.
Cap. 6: Felices quienes no hacen daño a los demás; ya hacen el bien. Vivimos rodeados de conflictos y, frente a esta situación, la escuela debe ser un recinto sagrado, un lugar de paz donde quede excluida toda violencia; debe ser “una mancha de paz”. Por eso el encuentro con los compañeros, todos importantes y necesarios, donde se viva aquello de no mates, no crees indiferencia, no me dejes solo.
El autor presenta el "no matar" como máxima, no solamente bíblica o cristiana, sino también socrática, y se esfuerza en desgranar el significado y el alcance que debe tener la máxima de no hacer daño. Cuando se hace daño a un ser humano con palabras de Sébastien Castellion nos dice: "Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar un hombre" Y ese no hacer daño a los demás lo va presentando en la necesidad de evitar las distintas maneras de trato a las personas donde se les excluye, ignora o aisla.
Cap. 7: Felices quienes a lo largo de los años siguen atentos al mundo: verán el camino. El autor, en su interiorización, asume madurez y vida espiritual como meta a conseguir desde la educación y defenderá que sin vida espiritual no hay educación, siendo los frutos, nuestro comportamiento, la muestra de nuestra educación. En la escuela debemos recibir el estudio de las cosas del mundo, cultivando la atención a lo que el mundo nos revela y prepararnos para poder responder a esas manifestaciones. Nos tiene que enseñar a pensar y a aproximarnos al fondo de las cosas.
Podemos estar simplificando y entender el mundo en singular, como una realidad única, cuando es plural. Aquí se nos describen tres maneras de presentársenos: "su belleza y profundidad, con su oscuridad y sufrimiento y en camino, sin completar".
Debemos tomar apuntes de todo lo que se escucha, porque para el cultivo del “alma” nada se pierde, ya que son muchos los estímulos que nos llegan
Cap. 8: Felices los que continúan atentos a la vida: verán la manera.
Se vive en un constante adaptarnos a formas de vida y en ese proceso se marca el estilo, se tienen que dar pasos desde nuestro recogimiento para abrirnos a las relaciones fundamentales. Se vive aprendiendo a vivir, procurando encontrar la forma desde la contemplación, desde el apartarnos del mundanal ruido para interiorizar y capacitarnos a discernir y, con ello, actuar siendo testimonio ante los demás y ante uno mismo.
Cap. 9: Felices quienes vuelven a la escuela del alma: tomarán apuntes en una libreta. Debemos tomar apuntes de todo lo que se escucha, porque para el cultivo del “alma” nada se pierde, ya que son muchos los estímulos que nos llegan y unos, será conveniente recordarlos para rechazarlos y otros para poder salvar el “alma” (fraternidad/sororidad y estima). Las teorías se olvidan y nos queda aquello que nos ha llegado al alma.
En este capítulo, el autor quiere repasar aquellos elementos que deben seguir presentes en cada uno de nosotros: la educación, la escuela y el maestro, mantenernos esperanzados, la relación contigo mismo y con los otros, tu relación con los libros (el diálogo con la vida de los demás) y, sobre todo, no olvidar mantener el "alma" inquieta y en constante movimiento.
Todavía muestra un último capítulo
Cap. 10: El último día del curso. Para concluir, una petición: estar atentos al cansancio. Nos anima a no abandonar ni olvidar los apuntes tomados en la Escuela del Alma. Recordemos aquello que ha quedado grabado en nuestro cuaderno interior y persistamos en una vida dedicada a conseguir claridad en nuestro espíritu.
No hay que perder la manera de ser. No dejemos de ser reflexivos para no ser cerrados, para no caer en fundamentalismos religiosos o políticos.
Nos dice el autor para concluir: “En la escuela del Alma hemos aprendido: que venga la paz. La paz de la verdad, que la lluvia de la mañana augura, y que hace olor a pan. Que venga la paz. Y nunca más tensa quietud de los imperios universales, ni la apagada quietud de la miseria. Que venga la paz. La paz viva de las personas, de cada persona, de cada alma. I la paz, sobre todo, de todos los que no han tenido paz.
En La Escuela del Alma no se imparten títulos, pero sí sonrisas que llegan al corazón y son contagiosas.