"La revolución ética" de Francesc Torralba "Europa necesita un nuevo San Benito"
(Antonio Aradillas).- Todo código ético describe y desarrolla lo que es exigible a cada profesión y a cuantos profesionales la sirven, con la soberana intención de desterrar de su ejercicio cuantos contenidos y formalidades hagan de ella un "modus vivendi" más, para el mantenimiento de su estatus social o económico y en consonancia y satisfactoria connivencia con aspiraciones familiares y convivenciales.
Los tiempos presentes, y en mayor proporción los futuros, tienden a redimir la profesión de elementos que de alguna manera les son espurios a la misma, con prevalencia, mayor nitidez, filosofía, política y sentido religioso de verdad, para favorecer su capacidad de entrega vocacional a favor del bien común.
El nuevo libro de Francesc Torralba, doctor en filosofía y en teología, editado por PPC, con el título La revolución ética, supone una edificante y honesta aportación a cuanto de "ética" y de "revolución" ha de caracterizar, de por sí, la enseñanza y el estilo-ejemplo de vida de sus "profesores" en beneficio propio y de la colectividad, con preferente proyección en las esferas y en los comportamientos políticos, inspiradores y determinantes de quienes tienen ya, o aspiran a tener, responsabilidades legislativas, ejecutivas o administrativas, de asesoramiento o de gestión de un partido político.
De entre los principios más relevantes, pone el acento en la "justicia", definida como actuación que no discrimina de modo arbitrario a nadie. El "respeto" le exigirá al político tratar con atención y consideración a todas las personas e instituciones. El "servicio" obligará a mantener una actitud de disposición-disponibilidad hacia los conciudadanos. Por "responsabilidad" asumirá las consecuencias legales y morales de sus acciones y omisiones. Con la "honradez" expresará y vivirá siempre de manera justa, recta e íntegra. Por exigencias de la "imparcialidad", el político juzgará con objetividad, de acuerdo con criterios éticos y no por adhesión a las ideas propias o a las de su partido. La "profesionalidad" le reclamará dedicación, capacidad, eficacia y rapidez en su acción. Por la "transparencia" facilitará el acceso de los ciudadanos, sin barreras ni discriminaciones, a cuantas informaciones les sean de interés.
Espigando por entre las 230 páginas del libro La revolución ética que comento, resulta gratificante, educativo y satisfactorio, descubrir ideas y pensamientos como estos: "la relación entre los políticos y los profesionales de la comunicación ha de estar presidida en todo momento por el respeto a la autonomía de cada esfera".
"Cuando una persona asegura que se dedica a la política por voluntad de servicio y para contribuir a la mejora de la "res pública", enciende todas las alarmas, porque se sobreentiende que esconde alguna intención malévola". "No tiene razón quien más grita, sino el que modula y modera su discurso y su acción". "Sin ética no hay futuro posible ni a nivel local, ni a nivel global". "La ética para la vida pública está sobre la ligada a un determinado "credo" o tradición espiritual". "El consumo está omnipresente en las celebraciones, como bodas, ya sean de carácter religioso o laico"."Nuestro mundo se caracteriza por el consumo de objetos superfluos: cuanto más consumo, más feliz soy". "La sobriedad es el camino de la liberación". "La buena acción es buena precisamente porque no se exhibe, ni se obtiene de ella rédito social". "Lo que necesita Europa es un nuevo San Benito, signo elocuente de reforma espiritual con su "ora et labora": los bárbaros hace demasiado tiempo que nos gobiernan". "En la revolución ética juega un papel muy relevante la sensibilidad hacia el otro".
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