El teólogo presentó 'El Evangelio marginado' (Desclée) en la iglesia de San Antón José María Castillo: “Jesús nunca fue a rezar al templo, su templo eran la salvación, y la vida, de los más necesitados”
Jesús Espeja: “En el Evangelio la pobreza no está canonizada (…) La Iglesia ha marginado el Evangelio”
Padre Ángel: “ Tenemos que cambiar las estructuras. Necesitamos profetas, de verdad, aunque nos quieran cortar la cabeza. Seguimos necesitando profetas como tú, Castillo”
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¿Dónde está Jesús en la Iglesia? ¿Dónde el Evangelio? El teólogo José María Castillo lleva toda su vida tratando de dar respuestas a estas y otras preguntas. Con un lenguaje claro, sencillo, sin necesidad de mediadores. Por eso asusta, y mucho, a ciertas jerarquías. Ayer lo demostró durante la presentación de 'El Evangelio marginado' (Desclée), su última obra, en un lugar que acoge a todos los caídos, y a los que quieren levantarse: la iglesia 24 horas de San Antón
Y lo hizo con un animado debate, moderado por el director de RD, José Manuel Vidal, y en el que, además del autor, participaron el padre Ángel, el dominico Jesús Espeja, y tres mujeres que trabajan, desde el arte, el cuidado y la pobreza, por un mundo más justo. Paz, Natalia y Dully. Hoy, 8-M, más necesarios que nunca.
Castillo trazó un escenario atroz, y a la vez esperanzador, con una separación entre lo que entendemos tradicionalmente por religión y el seguimiento de Jesús. “En la Iglesia preocupa más el esplendor de la religión que la fidelidad al seguimiento de Jesús”, denunció el teólogo. “Un dios falso que ha llevado al mundo más avanzado al abandono de la religión”.
Y es que “la iglesia de los dogmas, los mitos, los ritos y las jerarquías fue útil mientras servía para explicar cosas que no sabíamos (…). Hoy todo eso ha perdido, los adolescentes cortan con el clero, se acaba y no vuelve a tener sentido la religión”.
El templo, cueva de ladrones
“Lo determinante del Evangelio es la generosidad, por eso esta iglesia de San Antón es tan importante, porque rompe ese esquema”, agradeció un Castillo emocionado al padre Ángel. “Lo determinante no es la necesidad del padre Ángel, sino la generosidad de un templo donde todo el que sufre obtiene alivio y consuelo”.
Como sucedía con Jesús, aclaró el teólogo. “Lo primero para Jesús era la salvación y la vida, la acogida a los más necesitados”. “No encontraréis un texto en los Evangelios en los que diga que Jesús se fue a rezar al templo. Jesús tenía una constante preocupación, el sufrimiento humano. Por eso Jesús no quiso templo. Y el que había allí dijo que era una cueva de bandidos”, constató.
“Jesús no servía para campaña electoral, no. El vivía de otra manera”, subrayó el teólogo, quien recordó a los cristianos que “no tenemos que cambiar de partido, tenemos que cambiar nuestro corazón, nuestra conducta. Seamos como fue Jesús, que no soportaba ver a nadie sufrir”.
"Dejar a Dios ser Dios en cada ser humano"
La base de Jesús es la base de ese Evangelio marginado. “'Lo que hicisteis con uno de esos, a mí me lo hicisteis'. Jesús no prescinde de la religión, sino que ha desplazado la religión. La ha arrancado de lo sagrado, y lo ha puesto en el centro de lo profano, de lo laico, de lo más plenamente humano”, culminó. “Lo que hace el Evangelio es dejar a Dios ser Dios, y ser Dios en cada ser humano”.
Antes de Castillo, habló el teólogo dominico Jesús Espeja, quien insistió en la tesis de que “hay contradicción entre lo que la Iglesia dice y lo que la Iglesia hace en cuestiones fundamentales, que se refieren a planteamientos y problemas centrales que encontramos en los Evangelios”.
“La Iglesia ha marginado el Evangelio”, glosó el dominico, quien pidió “apostar por el cambio, pero sin caer en un estado de nervioso, porque esto va para largo”. Y, como buen predicador, criticó “el lenguaje que usamos en la liturgia, artificial, expiatorio, que nada tiene que ver con la vida o la conducta de Jesús.
"La pobreza no está canonizada"
“En el Evangelio la pobreza no está canonizada”, respondió Espeja a una pregunta de los asistentes. “No es bueno ser pobre, por eso hay que luchar contra la pobreza”, recalcó, desmintiendo a aquellos que, aún hoy, le piden a los pobres que vean su miseria como una bendición.
Junto a ambos autores, moderados por José Manuel Vidal, tres mujeres. Dully Lavine, autora de la cubierta del libro, se declaró maravillada por encontrar en la iglesia de San Antón tantos santos y santas de a pie de Evangelio. “Esta es la iglesia de Jesús”, subrayó.
Sirvientas de los curas
Por su parte, Natalia, una de las responsables del proyecto que esa noche se presentó en San Antón, con casas de acogida y atención para mujeres víctimas del descarte, reclamó que “hay que dar un impulso todavía mayor al papel de la mujer en la Iglesia”, un papel “muy relegado, casi de las sirvientas de los curas”. “Yo entré en esta iglesia, y mis luchas acabaron: esta es la Iglesia en la que yo creo, la que se acerca, trata, no rechaza, deja entrar a todo el mundo... Eso es lo que hace grande y me acerca a Jesús”.
Algo similar comentó Paz, una de las beneficiarias del proyecto, que lamentó cómo, hace unos años, no pudo bautizar a su hijo por no estar casada. "No creo una iglesia de puertas cerradas. Aquí me las encontré abiertas".
Cerró el acto el padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, quien clamó por “cambiar las estructuras” y construir, como pide el Papa Francisco, “una Iglesia pobre y para los pobres”. “Tenemos que cambiar las estructuras. Necesitamos profetas, de verdad, aunque nos quieran cortar la cabeza. Seguimos necesitando profetas como tú, Castillo”.
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