Un catecismo de suprema actualidad Madre Teresa de los pobres
(Antonio Aradillas).- En la historia de la Iglesia, en la que también los pobres moraron, vivieron y fueron tratados como huérfanos de madres, y por supuesto, de padres, de vez en cuando aparecieron mujeres que los adoptaron con idénticos, y aún superiores, compromisos y responsabilidades que lo hicieran quienes los dieran a luz.
Por sí mismos, y por las instituciones y obras de carácter religioso que las hicieron perdurar, hubo "monjas" ontológicamente creyentes, definidas por la inmensa y gloriosa tarea de entrega a la maternidad. "Madre Teresa de los pobres, editado por "San Pablo", y cuyos autores son José Luis González Balado y su esposa Janet N. Playfoot, dan rigurosamente fe bibliográfica de una de las "madres de los pobres" más ejemplares que, por diversidad de circunstancias, se hace y se hará noticia en el mundo, sobre todo a consecuencia del proceso de canonización que la Iglesia concluirá el próximo mes de septiembre.
Es posible y explicable que tal noticia no resulte tan encomiable para algunos, convencidos de que, con los procesos canónicos de beatificación y canonización "oficiales" sufrieron graves sobresaltos, sometidos a los condicionamientos político-económicos y sociales que caracterizan a toda obra, en la que intervienen los humanos aunque sea "para elevar a otros al honor de los altares". Precisamente por eso, en los primeros tiempos de la Iglesia, el pueblo- pueblo era el que beatificaba y canonizaba a determinadas personas, tan ejemplares por sus comportamientos como para que en esta vida, y ya muertos, en la otra, ser y actuar como mediadores ante Dios.
En realidad, con principios evangélicos y hermenéutica sagrada, la Madre Teresa de Calcuta no precisa ser canonizada oficialmente. La canonizó ya el pueblo, para el que fue, y es, heroico y santo modelo de vida, con efectiva intercesión ante Dios. A los gastos cuantiosos invertidos en los procesos curiales, a la burocracia exigida y a la muchedumbre de fieles, devotos y admiradores de sus virtudes, que se harán presentes en tan solemnes ceremonias, ni la propia Madre Teresa les aportaría el "Visto Bueno" de su complacencia.
Y el milagro, compromiso y testimonio religioso y humano que identificó a la Madre Teresa, y que se perpetúa en la fundación de sus "Misioneras de la Caridad", fue nada más y nada menos que el de escribir siempre-siempre- con letras mayúsculas la palabra "POBRE".
Se trata de un término, piedra angular de la Iglesia, también con apostólicas referencias fundacionales a "Pedro", pero que el paso del tiempo e interpretaciones seudo -evangélicas y compromisos terrenales, escatimaron, desvirtuaron y previeron de tal modo, que se llega a dar la triste e inverecunda impresión de que la "casa" de la Iglesia a perpetuidad habrá de estar habitada por los ricos y aspirantes a serlo, y no por los pobres, pese a que el comportamiento de los amigos de Jesús predicaran y vivieran todo lo contrario.
El libro "Madre Teresa de los Pobres" es catecismo de suprema actualidad, conferida también por su publicación en el "Año Jubilar de la Misericordia", término que etimológicamente significa "abrir el corazón al miserable". Estas palabras de la Madre Teresa centran y valoran con fidelidad y amor la teología de la relación Iglesia- Pobres: "Dios siempre cuida de sus criaturas, pero lo hace a través de los hombres.
Si alguna persona muere de hambre o de pena, no es que Dios no la haya cuidado; es porque nosotros no hicimos nada para ayudarla, no fuimos instrumentos de su amor, no supimos reconocer a Cristo bajo la apariencia de ese hombre desamparado, de ese niño abandonado...Por nuestra parte, lo que deseamos con nuestra obra no es un choque de clases, sino un encuentro para que los ricos salven a los Pobres y los Pobres salven a los ricos".