'Soñar despiertos para cambiar la Iglesia', de Avelino Seco, en Nueva Utpía La reforma necesaria de la Iglesia siguiendo la estela del Vaticano II
"Avelino Seco, autor de 'Soñar despiertos para cambiar la Iglesia', es un presbítero con las manos en la masa del mundo y animador de la comunidad cristiana no por encima, ni junto a, sino compartiendo la vida de la gente sencilla y con opción práctica pobres"
"Por eso esta publicación es muy significativa. Con amplia y matizada información, presenta el misterio de la Iglesia teniendo como referencia central el Concilio Vaticano II"
En esta dialéctica entre fidelidad al pasado y fidelidad a lo nuevo que quiere nacer, el autor de este libro respira 'la esperanza fresca del cambio'. Quiere “cultivar la flor de la esperanza
"El miedo a la libertad y la tentación de una sumisión cómoda no son capaces de impedir que el viento del Espíritu se cuele por las rendijas"
En esta dialéctica entre fidelidad al pasado y fidelidad a lo nuevo que quiere nacer, el autor de este libro respira 'la esperanza fresca del cambio'. Quiere “cultivar la flor de la esperanza
"El miedo a la libertad y la tentación de una sumisión cómoda no son capaces de impedir que el viento del Espíritu se cuele por las rendijas"
(Iglesia Viva).- Avelino Seco, autor de este libro, es un presbítero con las manos en la masa del mundo y animador de la comunidad cristiana no por encima, ni junto a, sino compartiendo la vida de la gente sencilla y con opción práctica pobres.
Por eso esta publicación es muy significativa. Con amplia y matizada información –son abundantes los textos de autores bien selecciona-dos–, presenta el misterio de la Iglesia teniendo como referencia central el Concilio Vaticano II “que fue un gran acontecimiento dentro de la Iglesia Católica”. Su orientación teológica es renovadora, y su exposición clara con lenguaje muy accesible. Valga una síntesis de su contenido con frases del libro que van entre comillas
“Hay dos posiciones en la historia de la Iglesia Católica reciente. Una utópica de búsqueda de una Iglesia deseable y, en contraposición, una ideología que busca afianzar lo existente y cerrar los portillos abiertos por el vendaval conciliar”. Y Avelino apuesta por la primeraposición remitiendo a unos versos de Pedro Casaldáliga: “Yo pecador y obispo, me confieso de soñar con la Iglesia vestida solamente de Evangelio y sandalias”.
“Lo que llamamos ilustración lleva consigo un cambio de paradigma que afecta profundamente a la Iglesia que condena las ideas de la Ilustración y el miedo al modernismo la pone en guardia”. Pero en el ámbito mismo de la Iglesia se inicia un interés por el discernimiento serio del nuevo paradigma: “algunos filomodernistas que permanecen en la Iglesia; movimientos renovadores en el estudio de la Biblia, en la liturgia, en teología; y grupos cristianos “que van viviendo aquello que creen”.
En el Vaticano II “confluyeron corrientes teológicas nuevas que se habían gestado en un mundo cambiante frente a otras, largamente sostenidas que se negaban a morir. El concilio intentó una síntesis integradora”. Presenta con lucidez esa síntesis, así como “avances y carencias de un Concilio abierto al mundo”. Y enumera algunas carencias: “Perfil teológico en que es presentado el laicado; no haber abordado con valentía el papel de la mujer en la Iglesia; el tema de los pobres y las causas de la pobreza son otra carencia que se observa en los documento conciliares”
En seguida se refiere a la Iglesia “que sigue moviéndose después del Concilio” Sugiere que “la búsqueda de consenso debilita el espíritu inicial del Vaticano II”. Y con acierto señala la influencia que tuvo en el segundo periodo postconciliar la entrevista “Informe sobre la fe”, 1985, del entonces Cardenal J. Ratzinger: “Es un documento muy importante para ana-lizar la etapa de la historia de la Iglesia que algunos han denominado como invierno conciliar”.
En un nuevo capítulo apunta “peligros y esperanzas”, destacando algunos temas sugeridos en el Concilio pero todavía no suficientemente procesados ni puestos en práctica: “una Iglesia colegial y sinodal; mujeres e Igle-sia, necesidad de caminar como iguales; pasos hacia una Iglesia desclericalizada, hacia una moral descubierta por personas autónomas”.
Aunque no desarrolla mucho, en los últimos capítulos entra la figura y el aire oxigenante del Papa Francisco en el ámbito de la economía, de la ecología y en la preocupación por “ofrecer a la mujer espacios en la vida de la Iglesia”. Su último capítulo se titula: “el futuro de la Iglesia está en avanzar supe-rando contradicciones”. Quiere decir que la Iglesia se está haciendo, con un ojo que mira hacia atrás y otro que mira hacia delante.
En esta dialéctica entre fidelidad al pasado y fidelidad a lo nuevo que quiere nacer, el autor de este libro respira “la esperanza fresca del cambio”. Quiere “cultivar la flor de la esperanza”. Y en ese clima concluye su exposición: “A pesar de los frenos nos acompaña la esperanza. Los grupos de presión, el control del poder en manos de unos pocos y su intento de legitimación ideológica; el miedo a la libertad y la tentación de una sumisión cómoda no son capaces de impedir que el viento del Espíritu se cuele por las rendijas”. Quizás ahí esté la clave decisiva para la reforma que necesita la Iglesia: nuevo nacimiento del Espíritu que actualiza en nosotros la conductas histórica de Jesús y renueva la faz de la tierra.
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