El profesor emérito de Oxford es considerado el iniciador de la filosofía analítica de la religión Los dominicos presentan la traducción española de "La coherencia del teísmo" de Richard Swinburne
El acto en el Colegio Mayor Aquinas contó con la presencia de su autor y de Miguel García-Baró como debatiente
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La tarde del pasado martes, el Colegio Mayor Aquinas acogió el acto de presentación de la traducción de la obra de Richard Swinburne La coherencia del teísmo el cual contó con la presencia de su autor y de Miguel García-Baró como debatiente.
El profesor emérito de Oxford Richard Swinburne, iniciador de la filosofía analítica de la religión y uno de los mayores expertos del mundo en la materia, estuvo presente en la presentación de la traducción de su obra La coherencia del teísmo que recientemente ha publicado la editorial San Esteban y que tuvo lugar en el Colegio Mayor Aquinas de Madrid la tarde del 5 de marzo.
Con esta edición, San Esteban Editorial completa la traducción al español de la trilogía sobre filosofía del teísmo escrita por el conocido filósofo de Oxford. El mérito del acceso a la obra de Swinburne en lengua española se debe a Sixto Castro, que ya tradujo el segundo de los títulos de la trilogía La existencia de Dios (San Esteban Editorial 2011) y el tercero Fe y Razón (San Esteban Editorial 2012). Se trata de las traducciones de las segundas ediciones de cada una de las tres obras llevadas a cabo recientemente por el autor, segundas ediciones en las que actualiza y revisa los textos que publicó en 1977, 1979 y 1981.
El acto fue presentado por Jorge Luis Álvarez, director de la editorial, que agradeció a Swinburne su importante aportación a la reflexión filosófica sobre la religión y a Sixto Castro el excelente trabajo de traducción realizado para ofrecer a los lectores en lengua española una fiel y cuidada versión del texto, tal y como exige el rigor ansiado por el autor.
Dios como ser temporal
A continuación, el director del Colegio Mayor Aquinas, Ignacio Antón, hizo una breve introducción de los aspectos más interesantes de la obra resaltando, de manera especial, tres cuestiones. En primer lugar, la teoría de la analogía que Swinburne propone para entender el uso que el discurso teológico realiza de determinados términos y para justificar la coherencia lógica de dicho discurso. En segundo lugar, la controvertida tesis que defiende el autor según la cual Dios ha de ser entendido como un ser temporal, puesto que la idea de la atemporalidad genera múltiples incoherencias. Y, en tercer lugar, las definiciones que propone de los atributos divinos de omnipotencia, omnisciencia y necesidad.
La parte central de la presentación del libro fue la ponencia presentada por Swinburne en la que desarrolló algunos detalles de su teoría de la analogía. Existe un uso analógico de un término cuando éste no conserva todas las mini-implicaciones ni todos los ejemplos paradigmáticos que posee en su uso común. Esto implica un relajamiento de las reglas sintácticas y semánticas ordinarias que permite su aplicación a más cosas concebibles que a las que comúnmente es aplicado. Pero el uso de la analogía no es exclusivo del lenguaje religioso, también se da en la ciencia, como sucede en el caso de la dualidad onda-corpúsculo de la que nos habla la teoría cuántica, teoría que podemos mostrar por medio de argumentos inductivos que es concebible, aunque no podamos concebirla. También los términos “persona” y “forma” aplicados a Dios deben ser entendidos de forma analógica.
Miguel García-Baró, por su parte, planteó, no tanto el contrapunto al modo que tiene Swinburne de abordar la cuestión religiosa, sino una perspectiva complementaria que a su juicio es necesaria y la cual nos permite realizar la fenomenología. Aún declarándose discípulo de Juan Martín Velasco, García-Baró se mostró convencido de la profunda unión que en el fondo existe entre el discurso filosófico y el discurso religioso acerca de Dios. En todo caso, a su juicio el uso de la analogía entraña unos límites a la hora de hablar de la divinidad, la cual definió como el Bien perfecto, ya que no se puede identificar sin más Ser y Bien. Un Bien perfecto cuya no realización plena en nuestra realidad es la principal prueba de su existencia. La coherencia del discurso teológico -sostuvo también- sólo puede llegar a darse cuando va acompañado de un compromiso existencial.
El diálogo entre los dos filósofos animó también la intervención de los asistentes en torno a la obra de quien puede ser considerado sin lugar a dudas uno de los filósofos de la religión más relevantes del panorama filosófico contemporáneo.
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