Liturgia del 3º DOMINGO DE CUARESMA 2025 (C)

La higuera estéril
La higuera estéril

Comentario inicial

Poco que comentar hoy. Se entiende perfectamente. La mayoría de los católicos, con sus Curas mitrados y sin graduación al frente, son cultivadores de "preciosas higueras", con muchas hojas pero sin frutos de auténtica religiosidad. ¡Puro espectáculo de ritos, rutinas, oraciones incoherentes, errores doctrinales, templos suntuosos y coronados ídolos vestidos de seda y oro! Nada que llevarse a la boca o al corazón...


No hay más que ver la cantidad de ingenuos fieles rezando rosarios y encendiendo velas o trayendo flores para "empujar a Dios" a darle la salud al Papa. Pura apariencia de religiosidad vacía.


En realidad están insultando a Dios, llamándole despistado, inmisericorde, sordo y ciego, por no ocuparse de su hijo Francisco. Nosotros sí nos ocupamos, somos más misericordiosos, hacemos jornadas de ayuno y oración para convencer a Dios que haga lo que no hace por su propia iniciativa. ¡Qué buenos somos empujando a Dios para que sea bueno!


La tradición solemne de las hojas aparentes es lo que se practica masivamente sin que ningún Catequista instruya a los fieles de que no es así cómo se trata a Dios, insultándole y acusándole de no hacer nada.


Nadie les dice que Dios ya lo tiene todo hecho y bien hecho y que lo que falte por hacer está en las manos humanas de los médicos.


Si quieres hacer algo por el Papa, cántale, agradécele su ejemplo, acompañale, da gloria a Dios CON él... Pero no insultes a Dios llamándole "dios tacañón e insensible". Muchas hojas, como de costumbre, y ningún fruto real... Pero todos contentos. ¿Hay algo más absurdo que pretender enseñar a Dios a ser bueno?


El Dios en que yo creo le mece en sus brazos sin que yo mueva un dedo, incluso aunque no le tenga simpatía alguna. Si le reconozco como el líder de mi Iglesia, le acompaño desde mi interior e intento imitar su paz, su bondad y su amor.

¿Tenemos ojos y oídos para VER y OÍR como aconsejaba Jesús? ¿Entonces por qué nos conformamos con las hojas?


Jairo del Agua

3º DOMINGO DE CUARESMA 2025 (C)

El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos vosotros.

Y con tu Espíritu


MONICIÓN DE ENTRADA


Si vivimos pisando firme con los dos pies en tierra, no podemos menos de ver que vivimos en un mundo que no es exactamente el mundo soñado por Dios. No somos el pueblo en el que Dios sueña y al que nos llama; muchas situaciones y estructuras necesitan cambio; y mucha gente vive en la miseria y en la opresión.


Necesitamos conversión; el mundo que nos rodea la necesita. El Señor nos dice en este tercer domingo de Cuaresma: “He visto la miseria de mi pueblo”. ¿Vemos también nosotros esa miseria de nuestro pueblo? ¿Y qué hacemos ante ella? Porque conversión significa cambiar nuestras estructuras y, sobre todo, nuestra forma de vida, volviéndonos sinceramente a Dios y a los hermanos. ¿Estamos realmente dispuestos e incluso deseosos de cambiar?


ACTO DE RECONOCIMIENTO


La conversión que nos pide Jesús hoy no consiste en darnos golpes de pecho, hacer penitencias corporales o sacrificios, mancharnos de ceniza. La conversión que nos pide consiste en descubrir los dones y cualidades que Dios Padre nos ha dado y ponerlas a producir para nuestro crecimiento personal y para el bien de toda la humanidad.

Por eso comencemos esta celebración dándole gracias por ellas y comprometiéndonos a dar fruto.


Gracias Señor por el don de la PAZ, la interior que nos da tu presencia y la exterior que tenemos que construir todos juntos. Nos comprometemos a vivirla cada día diciendo: Nos comprometemos Señor


Gracias Señor por el don del AMOR, el que tu nos manifiestas en nuestro interior y en todo lo que nos das, y el que nosotros queremos dejar rebosar hacia los hermanos. Nos comprometemos Señor


Gracias Señor por los dones de la BONDAD y la AYUDA queremos vivirlos preocupándonos de nuestro desarrollo personal y de ayudar a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor


Dios Padre amoroso TIENE siempre misericordia de nosotros, conoce nuestras limitaciones y nos guía de su mano a la vida eterna.


ORACIÓN COLECTA


¡Señor nuestro, tienes mucha paciencia con nosotros! 

Porque como una planta que crece en mala tierra, dejamos que el mal, originado por nuestra limitación y nuestra errada libertad, nos reseque y nos marchite. Pero hemos encontrado el remedio para crecer y dar frutos:


Seremos como un riego de agua fresca para los tristes. Una palabra de consuelo para los olvidados. Una dosis de alegría para los desgraciados. Un chorro de luz para los rechazados. Un montón de amor para los que no son amados. Gracias a tu amor y paciencia daremos frutos abundantes con la ayuda de tu fuerza que siempre nos asiste. PJNS.


Lectura del libro del Éxodo 3, 1-8a 13-15


En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián. Llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios.  El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema la zarza».  Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés». Respondió él: «Aquí estoy». Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado».


Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios. El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos. He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel. Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?». Dios dijo a Moisés: «“Yo soy el que soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros». Dios añadió: «Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación”».

Palabra de Dios. 


Salmo 102 


R/El Señor es compasivo y misericordioso. 


Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R. 


Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R. 


El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. R. 


El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre los que lo temen. R.   


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 1-6.  10-12


No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y por el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos. Y para que no murmuréis, como murmuraron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía alegóricamente y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se crea seguro, cuídese de no caer.

Palabra de Dios. 


Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1-9

R/Gloria a ti, Señor.


En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús respondió: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto?  Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo.


O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».

Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.  Pero el viñador respondió: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol,  a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».

Palabra del Señor.

R/Gloria a tí Señor Jesús


HOMILÍA


Jesús nos enseña a leer la historia y la vida cotidiana desde la óptica de Dios, que en todos los acontecimientos respeta la libertad humana, invitando siempre a la conversión, desde el interior, desde el descubrimiento de su presencia en nosotros.


Por ello Jesús combate siempre la idea muy, muy presente en su tiempo y, por desgracia, muy metida en nuestra doctrina cristiana, de que la enfermedad, las desgracias, la pobreza son consecuencia de los pecados cometidos por quien sufre esas situaciones. Y a veces es así, como la pobreza de quien no quiere trabajar o la enfermedad del que se envenena a sí mismo con lo que toma, mira o practica.


Pero Jesús rechaza la tradicional teoría de la retribución: al pecado le corresponde el castigo. Esta teoría hace que muchas personas todavía hoy vivan abrumadas por la culpa, lo cual es totalmente contrario al estilo de Jesús y al Dios-Abba que nos reveló.

Todo lo que nos sucede obedece a la ley de la causalidad: cada acción tiene su consecuencia o efecto. Por ejemplo: Si yo tengo un accidente por conducir mal, la culpa no es de Dios sino mía por no ser prudente.


Dios siempre me está impulsando, desde mi inteligencia, a respetar las normas y a no poner en peligro mi vida ni la de los demás.


Y Jesús ilustra esto con la parábola de la higuera que no da fruto.

Decía a este respecto el jesuita Ruiz de Galarreta: «Me preocupan más mis virtudes que mis pecados». Lo cual es lógico y coherente, los pecados -los errores humanos- son fruto de nuestra limitación humana y de nuestras malas decisiones.


Y normalmente nos damos cuenta de nuestros fallos. ¿Pero nos damos cuenta de que nuestros dones y capacidades NO dan fruto? Las virtudes, las cualidades, los dones que cada uno tiene, las hemos recibido para algo: PARA DAR FRUTOS CON ELLOS.

El Espíritu de Dios está dentro de cada uno de nosotros, pero solo se puede manifestar en el mundo si está encarnado. Esto significa que en el mundo no puede haber amor por ahí volando como una perdiz, sino personas que aman y son amadas.


Ni existe la  misericordia en paquetes de kilo, sino personas misericordiosas. El amor, la misericordia, la tolerancia o la felicidad son intangibles, solo pueden manifestarse en personas concretas de carne y hueso; solo pueden darse encarnados.


Y eso implica que si yo he recibido sabiduría, empatía o cualquier otro talento, es para que haya sabiduría y empatía en el mundo. Y no me los puedo guardar para mí solo en una caja fuerte, sino que deben salir y manifestarse, dar fruto.

¿Habéis probado a guardar unos rayitos de sol en la alacena? NO podéis, no. Pues eso pasa con las virtudes y los dones que Dios nos ha dado y hemos cultivado. O los dejamos salir o no existen. 


Los frutos por excelencia son los derivados del amor, pues son reflejo directo del amor de Dios, que habita en cada uno de nosotros. Conocer a Jesús desde niño, estudiar su mensaje a lo largo de la vida, guardar los mandamientos, pertenecer a la Iglesia, participar en sus ritos o frecuentar sus sacramentos, de nada me sirve si no amo, si no me doy. Lo expresó maravillosamente San Pablo.


Los frutos del amor son la entrega, la fraternidad, la solidaridad, el desprendimiento, la misericordia, la tolerancia, la ayuda mutua… y estos frutos son el modo que tenemos los seres humanos de contribuir a la obra de Dios; es decir, de generar humanidad y llevar la creación a plenitud, llevando a plenitud nuestra propia humanidad.


Y en este camino Jesús nos acompaña siempre con paciencia y dedicación y nos garantiza el triunfo final, a pesar de las dificultades que vayamos encontrando. Nos repite y demuestra, que nuestro Dios es un Dios de amor, no de castigo. Así que rompamos con esas imágenes distorsionadas de Dios, que nos han inculcado, y mostremos su verdadero rostro de amor en nuestra vida.


CREDO


Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?

Todos. Sí, Creemos.


Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?

Todos. Sí, Creemos.


ORACIÓN UNIVERSAL


Una Iglesia, una comunidad eclesial que no da frutos y no es Buena Noticia para el mundo de hoy no tiene razón de ser. Que seamos hombres y mujeres del Reino.


Queremos ser hombres y mujeres del Reino


• Soñamos con una Iglesia audaz, capaz de correr el riesgo de volver a sus fuentes, de liberarse de formas que no son anuncio hoy y que debe centrarse en ser Buena Noticia en medio de este mundo.


Queremos ser hombres y mujeres del Reino


• Soñamos con unas comunidades parroquiales, religiosas y de fe que sean expresión viva de la comunidad de Jesús, apostando siempre por el Reino con sus actitudes, su lenguaje y sus compromisos.


Queremos ser hombres y mujeres del Reino


• Soñamos con un mundo en paz, en el que cada uno de nosotros seamos agentes, cauces de paz, de diálogo, de reconciliación, de bien.


Queremos ser hombres y mujeres del Reino


• Soñamos con unos dirigentes políticos y gobernantes de las instituciones que trabajen en favor de todo el Pueblo, empeñados en crear un mundo más humano y más amable para todos.


Queremos ser hombres y mujeres del Reino


• Soñamos con una realidad familiar distinta, cambiante y siempre vinculada por el amor, por el deseo del bien del otro, donde la comunicación y las formas despierten el crecimiento personal y comunitario.


Queremos ser hombres y mujeres del Reino


Padre y Madre buena, todos nosotros somos conscientes de que ante el Reino hay que decidirse, implicarse y tomar partido. La llamada es urgente y es tiempo de optar. Damos gracias por Jesús, por su vida y su entrega, que vive por los siglos de los siglos. Amén

En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso

El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…


ORACIÓN OFRENDAS


Señor, está preparado el mantel, la mesa está dispuesta. El pan y vino que hemos traído es fruto del trabajo de los hombres y mujeres que labran y preparan la tierra, esparcen la semilla, podan la cepa y recogen la espiga y el racimo. Tu gran amor los transformará en Pan de Vida y Bebida de salvación, en el signo de la Persona y la Vida de Jesús, presente hoy entre nosotros. PJNS

PREFACIO

El Señor está con vosotros  

Y con tu Espíritu

Levantemos el corazón

Lo tenemos levantado hacia el Señor

Damos gracias al Señor nuestro Dios

Es justo y necesario


Es nuestra diaria obligación darte gracias, Padre cariñoso, por el ser que nos das 

y la creación que nos acompaña.

Nuestra mente no está capacitada para comprenderte y abarcarte en nuestra pequeñez.

Tenemos una larga historia plagada de falsos dioses, los que hemos creado nosotros mismos, a nuestra imagen, confundiéndolos contigo.

Nos hemos empeñado en hacerte como nosotros, interesado, más que justo justiciero, incluso vengativo, te hemos puesto en una nube lejana, guardando las distancias.


Qué equivocados andamos Padre bueno, 

porque Tú eres pura BONDAD y AMOR, cercano, comprensivo, generoso sin límites,

el mejor de los padres y la madre más entrañable.


No te define bien el calificativo de todopoderoso, aunque te llamen así en tantas oraciones.

Tienes tanto poder como para crear el universo,

pero nos han dado inteligencia y energía 

para que nosotros administremos nuestro mundo

con autonomía y libertad.

A veces estamos tan despistados que no somos conscientes de esta realidad

y pedimos, gemimos y lloramos

para que Tú nos resuelvas los problemas

que a nosotros nos toca resolver.


Queremos aprobar la vida y encontrar el camino

sin pensar y sin esforzarnos como malos alumnos.

Pero Tú nunca nos abandonas,

llevamos tus genes de inteligencia y energía,

el parecido divino de hijos de Dios,

y desde dentro nos acompañas siempre con amor en esa gran tarea de vivir y hacerte presente en el reino interior, que Tú nos sembraste, para conseguir acrecentarlo hasta conseguir la plenitud humana.


Gracias, Padre nuestro, unidos a todos los que creen en Ti, pero en nombre de todos los seres humanos, recitamos en tu honor 

este himno de agradecimiento


SANTO, SANTO, SANTO


CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA


Queremos ahora darte gracias, Padre santo

por el privilegio de contar entre los seres humanos a tu hijo Jesús, el hijo del hombre, nuestro modelo y guía.


Nos sorprenden todavía sus maravillosas parábolas, que te retratan como un Dios increíblemente generoso, accesible, al que se puede 

llamar confiadamente de tu.


Quisiste inspirarle para que nos revelase

ese “reino interior”, que nos habita, y cuya vivencia hacia fuera nos llevará a un mundo mejor, más amoroso y justo.


Nos hemos reunido alrededor de esta mesa, Padre Dios, para recordar la vida de tu hijo Jesús de Nazaret y testimoniar que nosotros sí creemos en él y queremos seguirle.

Queremos ser su familia, sus discípulos y amigos.

Queremos escuchar su mensaje completo, sin recortes, conocerle mejor y aprender de él a amar y servir a los demás.


Es lo que Jesús nos pidió en su cena de despedida,

que le imitáramos en la entrega por el bien de la humanidad, y que le recordáramos en ese gesto de partirse y darse a todos.

(Pausa)


Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino y

se conviertan para nosotros 

en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.


El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan, te dio gracias, lo partió y dijo:

(Pausa)


Tomad y comed todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por vosotros


Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:


Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros

y por todos los hombres

para iluminar vuestras vidas.

Haced esto en conmemoración mía.


Éste es el Sacramento de nuestra fe.


Anunciamos y proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús.


Por eso, Padre bueno, recordamos ahora 

la resurrección de Jesús, el Salvador del 

mundo por su LUZ y FORTALEZA,

y siguiéndole a Él queremos

renovar nuestra fraternidad.


Él se ha puesto en nuestras manos 

para que lo sintamos cerca de nosotros 

y aprendamos a ofrecerte nuestras vidas,

a Ti, Padre de la vida y aliento de todo bien. 


Tú nos escuchas, Señor Dios nuestro; 

y nos das tu Espíritu de amor 

a los que participamos en esta comida, 

para que vivamos cada día 

más unidos en la Iglesia, 

con el  Papa Francisco, 

con nuestro Obispo N…, 

los demás obispos, 

y todos los que trabajan por tu pueblo. 


No nos olvidamos de las personas que amamos 

ni de aquellas a las que debiéramos querer más. 


Te damos gracias porque nuestros 

hermanos difuntos… familiares

amigos y miembros de nuestra Comunidad

que están ya contigo en Tu casa del Cielo.


Y un día, nos  reuniremos contigo,

con María, la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, su esposo San José, los santos

y todas las personas de bien

para celebrar la gran fiesta del cielo.

Entonces, todos los amigos de Jesús, nuestro Señor, podremos cantarte sin fin. (Pausa)


Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén


PADRENUESTRO


PADRE Y MADRE NUESTRA

EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo

TÚ NOS DAS HOY 

NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS

Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR

A LOS QUE NOS OFENDEN.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amen


CORDERO DE DIOS


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz


Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.


ORACIÓN FINAL


Mira nuestra miseria, Señor, queremos dejar crecer tus riquezas y que recojas de nosotros buenos frutos, los propios de la “imagen y semejanza” con que nos engendraste. Acoge nuestra buena voluntad, y  que lejos de echarnos en brazos de la vanidad, descubramos que sólo Tú y siempre Tú eres la causa de lo bueno que brota en cada uno, eres la raíz y savia de nuestro árbol.


Sabemos que perdonas siempre porque conoces nuestra limitación. Pero, a pesar de ella, queremos dar un fruto abundante y dulce que alimente a nuestros hijos y a todos los que nos rodean.


Así descubrirás en nosotros aquello que esperas y nos hará mejores y más felices, frutos de verdad y de amor, de generosidad y de alegría, de fe y de esperanza. PJNS

BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

Y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,

Padre, Hijo y Espíritu Santo.

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