Liturgia del 28º DOMINGO ORDINARIO 2024 (B)

Comentario inicial de Jairo

¡Ojo con las interpretaciones "ad pedem literae"! No vaya a ser que TODOS los cristianos vendamos al mismo tiempo y hundamos la economía. Como en el evangelio de cortarse la mano... A estas horas todos mancos y en baja laboral...

¿Será que en el Evangelio de hoy se habla de "valores materiales" y "valores espirituales"?

¿Será que habrá que ser COHERENTES con los valores del Evangelio, del "reino de la interioridad", es decir, del "reino de Dios"?

Por favor, ni se te ocurra mirar a los Obispos o al Vaticano cuando leas el Evangelio del Domingo. Yo sufriré al mío en su homilía, con su mitra, su anillo de oro y su báculo de plata, bien custodiado por el maestro de ceremonias y acompañado de tropecientos Curas que no tienen más trabajo pastoral que dar realce a la Misa del Obispo.

El caso es que a mí me dicen que faltan Curas para celebrar la Misa en muchas Parroquias de las periferias. Pero es comprensible que, con el invento de las "concelebraciones", haya Curas que prefieran dar solemnidad a la Misa del Jefe (Puro arribismo material aunque se disfrace de simbólicas intenciones buenas cara al Pueblo, que lo único que ve es BOATO material). Que yo sepa, la Misa individual del Obispo ni es más ni vale más que la del Cura de Ars...

¿Y pregunto yo, laico ignorante, los Jerarcas y Curas de la Iglesia Católica son SEGUIDORES de Jesús de Nazaret? Es que muy a menudo mi COHERENCIA me hiere hasta sangrar...

Que cada cual haga su propia meditación pero, por favor, no llamen VERDAD o UNIDAD a la Doctrina y Rúbricas Oficiales... Son mucho más "materiales" que "espirituales". 

¿Por qué lo afirmo con desvergüenza? Porque veo (todavía veo) las INCOHERENCIAS y quiebra de la LIBERTAD de nuestros autómatas, sedicentes "seguidores de Jesús". Pero, a pesar de mi ignorancia, estoy convencido de que Jesús vino a LIBERAR y no a OPRIMIR.

Con todo mi cariño, que de eso no estoy falto.

28º DOMINGO ORDINARIO 2024 (B)

El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos vosotros.

 MONICIÓN DE ENTRADA

Qué felices somos cuando, de vez en cuando, el Señor nos invita a encontrarle a un nivel más profundo, más allá de nuestra vida disipada y trivial: sea en momentos de oración personal, o escuchando la palabra que él nos dirige, o en nuestra acción de gracias después de la comunión, o al admirar la belleza de su creación… Cuando le encontramos de verdad, él siempre nos cambia, porque -lo queramos o no- siempre nos invita a seguirle más de cerca.

Pero desgraciadamente podemos rechazar la invitación, como ocurrió con el joven rico del evangelio de hoy. Esto le entristece a Jesús, ya que nos quiere de verdad a su lado. Renovemos hoy una vez más nuestra unión con Jesús y la fraternidad entre nosotros.

ACTO DE RECONOCIMIENTO

Después de la vida, lo más grande que Dios nos ha dado no son los bienes materiales que tengamos, sino nuestras cualidades y dones, que debemos poner al servicio de todos. Por ello comenzamos dándole gracias por ellas y comprometiéndonos a ponerlas a producir.

Nos comprometemos a vivir la paz, la paz que nos da sentirte en nuestro interior y que debe manifestarse buscando siempre la paz con los demás. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor

Nos comprometemos a vivir la felicidad, la que Tú nos concedes y que no depende de circunstancias exteriores. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor

Nos comprometemos a vivir el amor, el que tú nos manifiestas en nuestro interior y nos impulsas a comunicarlo con nuestro comportamiento hacia los demás. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor

Dios Padre Amoroso TIENE misericordia de nosotros, comprende nuestros fallos y nos guía de su mano a la vida eterna. Amén.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo….

Tú que quitas el pecado del mundo,   TÚ TIENES PIEDAD DE NOSOTROS...

Tú que quitas el pecado del mundo, TÚ ATIENDES NUESTRAS SÚPLICAS

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,  TÚ TIENES PIEDAD DE NOSOTROS

ORACIÓN COLECTA

Señor, Creador y Dueño de todo. Tú nos enviaste a Jesús al mundo. Nació en una familia sencilla y humilde. Creció en medio del trabajo y la sencillez. Por eso supo estar al lado de los sencillos y necesitados. Ayudó a los enfermos y abandonados. Nosotros queremos seguir su ejemplo, pero nos cuesta compartir nuestras cosas, nuestra amistad y nuestra vida. Con el impulso de tu Espíritu lo conseguiremos. PJNS

Lectura del libro de la Sabiduría (7,7-11):

Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro. La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.

Salmo 89

R/. Sácianos de tu misericordia, Señor

Enséñanos a calcular nuestros años,

para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?

Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste,

por los años en que sufrimos desdichas. R/.

Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor

y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos (4,12-13):

La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-30):

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»

Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.»

Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»

Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»

Los discípulos se extrañaron de estas palabras.

Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»

Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»

Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»

Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»

Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones–, y en la edad futura, vida eterna.»

HOMILÍA

Amigos: hoy no voy a reflexionar yo acerca del episodio del evangelio que acabamos de escuchar, os leeré la reflexión hecha por aquel joven rico y que cada uno saque sus conclusiones, que para eso nos dio Dios la inteligencia:

<<Vanias, mi administrador, acaba de comunicarme con satisfacción que la última vendimia ha sido espléndida y que tenemos ya comerciantes de Antioquía dispuestos a comprarla a un precio más alto de lo que esperábamos. Por otra parte, el negocio de pieles que heredé de mi padre es cada día más floreciente y todos me dan la enhorabuena por ello y me recuerdan, con un tono obsequioso en el que adivino cierta adulación, las palabras de la Escritura que he oído tantas veces de nuestros sabios: “La fortuna del rico es su plaza fuerte; como muralla inexpugnable es su opinión” (Pr 18,11). “La bendición de Yahvé es la que enriquece y nada le añade el trabajo a que obliga” (Pr 10,22).

Soy consciente de que mi posición económica provoca cierta envidia y también extrañeza ante mis frecuentes crisis de melancolía. «Todos te admiran por tu conducta intachable y además posees todos los bienes que un hombre puede desear - me dicen a veces mis amigos - y, sin embargo, tu talante es casi siempre sombrío y ausente... ». Y es que ellos ignoran la causa de la pesadumbre secreta que se alberga en mi corazón y que nunca he confesado a nadie.

Hubo un momento en mi juventud en que viví inquieto y en búsqueda: como hijo de fariseo, estaba habituado desde niño a la observancia escrupulosa de nuestra Ley y nunca quebranté a sabiendas ni una sola de sus prescripciones. Pero dentro de mí bullían la insatisfacción y las preguntas: había oído hablar tanto de la bondad de nuestro Dios, que me parecía imposible que lo único que pidiera de nosotros era un aburrido cumplimiento de normas y leyes. Soñaba con una vida plena y libre pero, cuando preguntaba a algún rabí, sus consejos me exhortaban siempre a hacer algo más por Dios y a esmerarme en cumplir hasta la menor de sus mandatos, como agradecimiento a las abundantes riquezas con que había bendecido a nuestra familia.

Como la fama del rabí Jesús se había extendido por toda Judea, decidí acudir a él buscando, una vez más, consejo y orientación. Me dijeron que estaba saliendo de la ciudad, parece ser que en dirección a Jerusalén, y eché a correr hasta alcanzar al grupo con el que caminaba. Cuando me vio llegar se detuvo: yo me puse de rodillas ante él como señal de respeto y para hacerle ver mi deseo sincero de encontrar una salida a mi incertidumbre. «–¿Qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?» , le pregunté mirándole a los ojos. Y aunque sentí en el acto que de él a mí comenzaba a fluir una corriente de afecto, su respuesta me decepcionó porque era la misma que había escuchado ya de muchos otros: «–Ya sabes los mandamientos... » Sin embargo, algo me hizo intuir que no era eso sólo lo que quería decirme y, ante mi insistencia, me hizo una extraña propuesta: «– Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Después vente conmigo».

Se apoderó de mí el estupor y me sentí como un corredor que, de pronto, se encuentra al borde de un abismo. O, mejor, ante una encrucijada en la que se le invita a dejar atrás todos los caminos ya frecuentados para adentrarse en uno absolutamente nuevo y lleno de incógnitas: ¿Cambiar el hacer que todos me recomendaban por el des-hacerme de mis bienes? ¿Dejar atrás la seguridad de mis posesiones para emprender la aventura incierta de irme con alguien del que se decía que no tenía ni domicilio fijo? ¿Atreverme a creer una palabra que afirmaba que la vida plena, feliz y desbordante que iba buscando estaba más en el dejar que en el poseer? ¿Admitir como verdadera la afirmación de aquel hombre de que «me faltaba algo», precisamente a mí que había recitado tantas veces lleno de fe: «El Señor es mi pastor, nada me falta... »?

Me estaba pidiendo que renunciara no sólo a mis posesiones materiales, sino también a todo aquello que hasta ese momento constituía mi seguridad y mi riqueza y sentí vértigo. Miré al grupo de sus discípulos: era gente ruda y sencilla, con vestiduras descuidadas y sandalias polvorientas, y recordé la solidez de mi hogar, las tierras que sabía me corresponderían en la herencia y la reverencia y el respeto que mi fortuna me otorgaría en el futuro.

Tomé la decisión. Me puse en pie lentamente, evitando mirarle, temeroso de que el afecto que había sentido en su mirada fuera demasiado convincente, y me alejé despacio, consciente de que sus ojos continuaban fijos en mí y de que quizá esperaba que me decidiera a regresar.

No lo hice y desde aquel momento no ha habido hora, ni día, ni año, en que no me haya arrepentido de ello. Vivo sin carecer de nada, pero me falta la alegría. Soy alguien a quien se considera y se consulta, pero daría mi vida por haberme hecho discípulo de aquel Maestro que me habló desde otra sabiduría. El dinero, el saber y el poder se han convertido en ataduras tan fuertes que han ahogado mis sueños y me han encerrado dentro de unas vallas que me impiden caminar libre de trabas.

Y ya nunca me abandonarán la nostalgia y la añoranza por no haber confiado en la promesa de vida que me ofreció aquel galileo itinerante que un día se cruzó en mi camino>>.

CREDO

Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?

Todos.- Sí, Creemos.

Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?

Todos.- Sí, Creemos.

Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?

Todos. Sí, Creemos.

Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?

Todos. Sí, Creemos.

ORACIÓN UNIVERSAL

La llamada de hoy es a emigrar de nuestra zona acomodada como creyentes a la zona del discipulado; pasar de cumplir la Ley a seguir a Jesús. Oremos.

Queremos ser tus discípulos, Jesús.

• Anhelamos una Iglesia que sea referente de una vida adherida a Jesús, donde lo importante es el seguimiento, y no el cumplimiento de la norma y la conservación de las estructuras.

Queremos ser tus discípulos, Jesús.

• Anhelamos que nuestras comunidades parroquiales y religiosas sean comunidades fraternales, no patriarcales o matriarcales; con relaciones internas horizontales y no verticales.

Queremos ser tus discípulos, Jesús.

• Deseamos que  nuestras actividades pastorales sean escuelas de seguimiento, de discipulado, sintiéndose responsable de la vida del otro, compartiendo el pan, la vida y la fe.

Queremos ser tus discípulos, Jesús.

• Todos nosotros deseamos ser, con nuestra vida, una palabra de esperanza, de horizonte y de aliento en este tiempo donde el pesimismo, la desilusión y el cansancio parece acampar a sus anchas.

Queremos ser tus discípulos, Jesús.

• Entre todos haremos posible el servicio gratuito, el compartir generoso, la palabra oportuna que alienta y sostiene; la vida al estilo de Jesús.

Queremos ser tus discípulos, Jesús.

Padre bueno, queremos descubrir el gozo de la entrega al hermano, vivir en clave de servicio, atentos en el transcurrir de nuestra vida: te damos las gracias por tu Hijo Jesús quién fue coherente hasta entregar la propia vida por no renunciar a sus valores y buena conducta. Y que vive y reina por los siglos de los siglos Amén

En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso

El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…

ORACIÓN OFRENDAS

Junto con el pan y el vino presentamos hoy nuestras vidas. Nuestras acciones generosas y nuestra solidaridad. Nuestro deseo de seguir a Jesús y de respetar su escala de valores. Nos atraen el poder y el dinero, pero queremos seguir sus pasos. Te ofrecemos, hoy, el esfuerzo y la valentía para estar junto a Jesús, y al lado de los que nos necesitan. Te lo ofrecemos con Jesucristo Nuestro Señor.

PREFACIO

El Señor ESTÁ con vosotros…

Levantemos el corazón…

DAMOS gracias al Señor nuestro Dios…

Te damos gracias, Señor,

por habernos enviado al mundo a tu Hijo Jesús.

Él ilumina, con su Palabra y su Ejemplo,

nuestras vidas.

Nos enseña a valorar más la verdad que el halago.

Nos enseña a servir y no dominar.

A poner el amor por delante del dinero y del poder.

Él cambia los valores del mundo,

y con su entrega total

es signo de contradicción.

Su Cruz es juicio contra los poderosos y sabios

y esperanza para los sencillos y necesitados.

Por eso, ahora, nosotros,

llenos de alegría y gratitud

unimos nuestras voces a las de los santos

y a las personas de buena voluntad

para cantar el himno de tu gloria

diciendo:

SANTO SANTO SANTO…

CONSAGRACIÓN y PLEGARIA

Nosotros, Señor,

vivimos en un mundo extraño y

no comprendemos tus valores.

Vivimos en una sociedad de poder y competencia.

En nuestro mundo, no valoramos

la misericordia, la paz y la justicia,

sino la violencia, la competencia y el dominio.

seguimos codiciando los valores que Tú despreciabas.

Pero Jesús está en medio de nosotros

como el que sirve y lo da todo.

Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino y

se conviertan para nosotros

en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.

El mismo Jesús antes de su Pasión y muerte

se sentó a la Mesa con sus discípulos,

tomó un pan te dio gracias

y se lo repartió diciendo:

Tomad y comed todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por vosotros.

Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:

Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros

y por todos los hombres

para iluminar vuestras vidas.

Haced esto en conmemoración mía.

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Por eso, Padre bueno, recordamos ahora

la resurrección de Jesús, el Salvador del

mundo, y renovamos nuestra fraternidad

Él se ha puesto en nuestras manos

para que te lo ofrezcamos como ofrenda nuestra

y junto con él nos ofrezcamos a ti.

Tú nos escuchas, Señor Dios nuestro;

y nos das tu Espíritu de amor

a los que participamos en esta comida,

para que vivamos cada día

más unidos en la Iglesia,

con el Papa Francisco,

con nuestro Obispo N...,

los demás obispos,

y todos los que trabajan por tu pueblo.

No nos olvidamos de las personas que amamos

ni de aquellas a las que debiéramos querer más.

Te damos gracias porque nuestros

hermanos difuntos… familiares

amigos y miembros de nuestra Comunidad

están ya contigo en Tu casa del Cielo.

Y un día, nos  reuniremos contigo

con María, la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, su esposo San José, los santos

y todas las personas de bien

para celebrar la gran fiesta del cielo.

Entonces, todos los amigos de Jesús, nuestro Señor, podremos cantarte sin fin.

Por Cristo, con él y en él,

PADRENUESTRO

PADRE Y MADRE NUESTRA

EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo

TÚ NOS DAS HOY

NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS

Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR

A LOS QUE NOS OFENDEN.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amen

CORDERO DE DIOS

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz

Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.

ORACIÓN FINAL

Y al cabo de unos años, más o menos, tras una buena dosis de aventura y desengaño, volvemos a encontrarnos cara a cara, porque queremos y aún soñamos, con el Maestro que nos miró con cariño aunque no seguimos su camino.

Y es que sus cuatro palabras tan claras, suaves e imperativas -ve, vende, da, sígueme- se nos quedaron tatuadas en el alma y no hemos podido borrarlas, a pesar de sumergirnos en otras ofertas y baños, después de tantas etapas vividas.

Volvemos, nos acercamos, soñamos. Y el Maestro, que no acostumbra a cambiar, nos mira con viva esperanza, y nos presenta nuevamente su alternativa a contrapelo de la cultura que se estila: vender, dar, no almacenar, vaciarse… y seguirle olvidándose de ser héroes.

Tantas heridas y marcas portamos ya que, aunque sea a regañadientes, le damos crédito y le aceptamos. Y, al fin, empezamos a vivir (la vejez), a pesar de las pérdidas y disminuciones, como un camino de vida plena, confiando a fondo perdido en su propuesta.

Y es que, según la sabiduría evangélica, Él no nos salvó por su poderío y fuerza sino por su vaciamiento y entrega. Por eso, en este momento le dejamos a Él el volante y la brújula, el mapa de carreteras y las preguntas, para ver cumplido nuestro sueño y su promesa.

Hoy, Señor, nos fiamos y no oponemos resistencia. Amén.

BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,

Padre, Hijo y Espíritu Santo. AMÉN.

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