Liturgia del 4º DOMINGO - PRESENTACIÓN del SEÑOR 2025 (C)

Presentación
Presentación

4º DOMINGO - PRESENTACIÓN del SEÑOR 2025 (C)

El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu están con todos vosotros.

Y con tu Espíritu


MONICIÓN DE ENTRADA


En este domingo que sería el 4º del tiempo ordinario vamos a celebrar juntos la Fiesta de la Presentación del Señor. Jesús es presentado por sus padres: María y José en el Templo de Jerusalén, junto con otros muchos niños, no destaca en nada de los demás pero Simeón y Ana saben ver en él la luz y la presencia de Dios. Esa misma presencia está en cada uno de nosotros, recordémoslo ahora al bendecir las candelas que portamos.


BENDICIÓN DE CANDELAS


Dios, Padre nuestro: Tú eres la luz verdadera. Cuando tú hablas, la oscuridad da paso a la luz del día, el mundo refleja tu resplandor, y podemos vivir en la luz de tu amor.

Al bendecir + ahora estas candelas que llevamos queremos recordar que tu luz habita en nosotros, que tú habitas en nosotros. Y queremos comprometernos como tu Hijo Jesús a ser luz para los demás. Él que vive por los siglos de los siglos. Amén

ACTO DE RECONOCIMIENTO


Agradecemos a Dios Padre el que nos haya dado las cualidades que tenemos y nos comprometemos un día más a cultivarlas, como hacemos con nuestros huertos, y ponerlas al servicio de la humanidad para iluminar a los demás.


Gracias Padre por el don de la inteligencia, queremos cultivarla cada día para conducirnos por la vida ordenadamente y ponerla al servicio del bien común. Nos comprometemos Señor


Gracias Padre por el don de la sensibilidad, queremos potenciarla para estar atentos a las necesidades de los demás y ayudarles. Nos comprometemos Señor


Gracias Padre por el don del amor, queremos crecer en él cada día mostrándonos amables y cariñosos con todos en especial con los que tenemos al lado: familia, vecinos, amigos. Nos comprometemos Señor


Dios Padre Amoroso tiene misericordia de nosotros, comprende nuestros fallos y nos guía de su mano a la vida eterna. Amén

ORACIÓN COLECTA


Ese es tu único interés, María, solo quieres presentarnos a tu Hijo, y que disfrutemos viviendo junto a Él, como Tú lo hiciste en tu vida.


Todos te conocemos y muchos te olvidamos. Fuiste amiga de niñez y  juventud, pero luego te quedaste a un lado, porque el importante es Él, porque lo tuyo es decirnos: Haced lo que Él os diga.


Tú permitiste que se cumpliera en Ti toda la Escritura,

y nos invitas a vivir de esa manera, fiándonos de Dios, dejando que sea Él quien ilumine nuestras decisiones y nos impulse para acrecentar su reino dentro de nosotros, única manera de cambiar el mundo que nos rodea.


Tú, María, Madre de Dios, Madre de todos los humanos, nos ayudas con tu ejemplo a ser sencillos como Tú, confiados y alegres.

Queremos ser hermanos unos de otros y contagiarnos la comunicación profunda con Dios, que ese es el secreto de la felicidad completa.

Lectura del libro de Malaquías (3,1-4):


Así dice el Señor: «Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar –dice el Señor de los ejércitos–. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos».

Salmo 23


R/. El Señor, nuestro Dios, es el Rey de la gloria.


¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entrar el Rey de la gloria. R/.


¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra. R/.


¡Portones!, alzad los dinteles,

que se alcen las antiguas compuertas:

va a entrar el Rey de la gloria. R/.


¿Quién es ese Rey de la gloria?

El Señor, nuestro Dios,

Él es el Rey de la gloria. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos (2,14-18):


Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos.


Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-40):

R/Gloria a ti, Señor.


Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». 


Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.


Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.


Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma».


Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.


Palabra del Señor


R/Gloria a ti Señor Jesús

HOMILÍA


Jesús, como nos deja claro el episodio del evangelio de hoy, no era nadie importante, a pesar de descender de una familia importante en la historia del pueblo de Israel, descendiente de David el rey. Jesús era un judío normal que empezó a anunciar un mensaje nuevo y revolucionario. Hoy en este relato de la presentación vemos lo mismo: No salen a recibirlo los sacerdotes, representantes de la religión judía –serán al final los que pidan su muerte-. Jesús no encuentra acogida en esa religión segura de sí misma y olvidada de los que sufren.


Tampoco salen a recibirlo los maestros de la ley, que predican sus tradiciones humanas en los atrios de aquel templo. Jesús no encuentra acogida en doctrinas y tradiciones religiosas que no ayudan a vivir una vida más digna y más sana.


A Ms lo acogen  dos ancianos de fe sencilla y corazón abierto que han vivido su larga vida esperando la salvación de Dios. Sus nombres sugieren que son dos personajes simbólicos: Simeón = el Señor ha escuchado. Y Ana = regalo. Ellos representan a tanta gente de fe sencilla que, en todos los pueblos de todos los tiempos, viven con su confianza puesta en Dios.


Y Simeón dice a María que “ante Ms quedará clara la actitud de muchos corazones”. Y así fue y seguirá siendo a lo largo de la Historia.  Jesús pone al descubierto lo que hay en lo más profundo de las personas. Cuanto más nos acerquemos a Jesús, mejor veremos nuestras incoherencias y desviaciones; lo que hay de verdad o de mentira en nuestro cristianismo; lo que hay de pecado en nuestros corazones y nuestras estructuras, en nuestras vidas. Y por supuesto él también descubrirá nuestras luces, nuestras cualidades, y las potenciará para que las pongamos al servicio de la humanidad y de la fraternidad entre todos.


Y ahora echemos una mirada a nuestro mundo, al fin no ha cambiado tanto con respecto al tiempo de Ms: Vemos sufrimiento, niños rechazados antes de nacer, niños que mueren de hambre, niños sin cariño, niños tristes y solos…

Pero tv: padres que añaden a sus hijos otros adoptados, luchando por la salud y educación de muchos.


Madres solidarias, valerosas, alma de tantas nobles empresas, de tanto amor en el mundo. Madres que desde su entrega total a Dios, cubren necesidades urgentes no atendidas en familia. Madres imprescindibles en nuestro mundo. Madres heridas en sus hijos por la espada de la droga, por enfermedades incurables, separadas, pobres. Padres implorando luz a Dios para saber educar a sus hijos, a veces difíciles, en la fe, la honradez, el esfuerzo y el amor.


Hoy es una fiesta de LUZ entre muchas tinieblas, es también la fiesta de la humanidad salvada por Jesús desde el fondo de su corazón que amaba de verdad. Él y su Madre, en medio de tanto mal, resplandecen como una esperanza de salvación. Nuestra humanidad con tanto dolor, problemas, crisis y muertes, tiene en ellos dos, Madre e Hijo, una LUZ y una ESPERANZA. Aprovechémosla. Y seamos nosotros los que llevemos su luz allá por donde vayamos.

CREDO


Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?

Todos. Sí, Creemos.


Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?

Todos. Sí, Creemos.


ORACIÓN UNIVERSAL


Recordemos que queremos aceptar el mensaje de Jesús y ser fieles a nuestro compromiso de Cristianos siguiéndole fielmente. Oremos.


Jesús, queremos ser luz como Tú


• Queremos que la Iglesia proclame a Jesús como “luz para todos los pueblos”, subrayando la universalidad de la liberación que él nos ofrece.


• Queremos que nuestras comunidades de fe se reencuentren con Jesús, como María, a través de la búsqueda y la duda; siguiendo sus huellas y dejándose afectar por cuantos viven en nuestras periferias.


• Queremos que todos nosotros descubramos en lo cotidiano, en lo “normal”, en lo que sucede todos los días, la presencia liberadora de Dios y la novedad con que Él lo renueva todo.


• Queremos que nuestras familias sean el lugar privilegiado para crecer y vivir con otros valores y actitudes, cultivando la vida de adentro que es el camino para encontrarnos con Jesús y con los hermanos.


• Queremos que los niños, jóvenes y adultos que se acerquen a recibir el bautismo nos encuentren despiertos, alegres, viviendo nuestra opción por Jesús con responsabilidad y entusiasmo.


Padre bueno, queremos ser los canales por los cuales la luz de Jesús llegue a nuestro mundo tan necesitado de luz. Gracias por enviarnos a Jesús que, resucitado, vive por los siglos de los siglos. Amén.


En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia, oremos a Dios Padre Misericordioso


El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…

ORACIÓN OFRENDAS


Te presentamos, Señor, junto con el vino y el pan, a todas las madres del mundo con sus hijos. Deseamos que tengan los medios que necesitan para educarlos en la fe y en los valores que harán de ellos hombres y mujeres de provecho. Que no les falten los recursos materiales para educarlos. PJNS

PREFACIO


El Señor está con vosotros  

Y con tu Espíritu

Levantemos el corazón

Lo tenemos levantado hacia el Señor

Damos gracias al Señor nuestro Dios

Es justo y necesario


Padre de bondad, gracias una vez más por Jesús,

hombre cabal, en el que te has dignado

darte a conocer y revelarte a la humanidad.

Sabemos por Jesús,

porque fue siempre fiel reflejo de tu pensamiento,

que aprecias a quien es capaz de compartir generosamente su vida y sus bienes.


Sabemos por Jesús que no te agradan

quienes se muestran ansiosos por los primeros puestos y buscan las reverencias de los demás.


Sabemos por Jesús que la persona, cualquiera que sea, ha de estar siempre por encima de las normas al servicio de las personas.


Él nos enseñó a orar con confianza, con humildad.

Sabemos por Jesús que lo más importante

es que toda la humanidad 

participe unida y con ilusión

en tu proyecto, en hacer un mundo más justo y humano.


Jesús plasmó sus enseñanzas en su propia vida.

Por ello te alabamos con este himno en tu honor

SANTO SANTO SANTO


CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA


SANTO eres en verdad, Padre,

y con razón te alaban todas tus criaturas,

ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,

con la fuerza del Espíritu Santo,

nos das Vida y santificas todo.

Congregas a tu Pueblo sin cesar,

para que ofrezca en tu honor esta OFRENDA

desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino

y se conviertan para nosotros

en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús,

en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.

Porque Él mismo,

la noche en que iba a ser entregado,

habiendo amado a los suyos

que estaban en el mundo hasta el extremo,

mientras cenaba con sus discípulos,

tomó un pan, y dando gracias te bendijo,

lo partió y lo repartió a sus discípulos, diciendo:


TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.


Del mismo modo, acabada la cena,

tomó el cáliz,

y, dándote gracias de nuevo,

lo pasó a sus discípulos, diciendo:


TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA ILUMINAR VUESTRAS VIDAS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.


ÉSTE ES EL SACRAMENTO DE NUESTRA FE.


Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial

de la ENTREGA de Jesús,

de su admirable resurrección y ascensión al cielo,

mientras esperamos su venida gloriosa,

te ofrecemos, en esta acción de gracias,

Todo lo que somos y tenemos.


Tú diriges tu mirada sobre esta OFRENDA de tu Iglesia

y reconoces en ella nuestra adhesión a Jesús,

que vino a revelarnos tu rostro

de verdadero Padre, que nos ama sin límite.

Nos unimos en este sacramento al Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

que se entregó por nosotros para dejarnos su ejemplo de Vida.

Y nos abrimos de todo corazón a tu Espíritu Santo

para ser iluminados y fortalecidos en el seguimiento de Jesús, tanto individual como colectivamente.

Y así, unidos como hermanos,

formemos con Cristo un solo cuerpo

y un solo espíritu.

Él nos transforma en verdaderamente humanos

en nuestro diario caminar hacia tu Heredad,

donde seguiremos alabándote 

junto con tus elegidos,

con María, la Virgen Madre de Dios y madre nuestra, su esposo san José,

los apóstoles y los mártires,

y todos los santos,

que nos precedieron en el camino hacia Ti.

Te ofrecemos, Padre, nuestro compromiso de adhesión a Jesús, 

que ratificamos en esta celebración,

para que contribuya a la Paz y

la Humanización del mundo entero.

Confirmamos nuestra lealtad con esta tu Iglesia,

que peregrina en la Tierra,

fortalecida por nuestra fe y caridad.

Nos unimos a TODOS tus hijos de este Pueblo,

iluminado y fortalecido por Jesús,

junto con sus servidores: el papa Francisco,

nuestro obispo N…,

el orden episcopal, los presbíteros y diáconos.

Tú atiendes los deseos y compromisos

de esta Familia,

que has congregado en tu presencia

en este domingo, día en que Cristo

venció a la muerte.

Él nos ha hecho partícipes de su 

Sabiduría y Fortaleza

para que imitemos su ejemplo

en el camino hacia tu Heredad eterna.

Te damos GRACIAS porque nuestros

hermanos difuntos…, familiares,

amigos y miembros de nuestra Comunidad,

tras su maduración en este mundo,

ya disfrutan contigo en tu casa del Cielo.

Queremos ser parte del Reino interior,

que tu Hijo nos reveló,

y extenderlo a nuestro mundo

para que podamos gozar TODOS de tu felicidad eterna,

junto con Cristo, Señor nuestro,

por quien concedes al mundo todos los bienes.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén


PADRENUESTRO


PADRE Y MADRE NUESTRA

EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo

TÚ NOS DAS HOY 

NUESTRO PAN DE CADA DÍA.

TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS

Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR

A LOS QUE NOS OFENDEN.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amen

CORDERO DE DIOS


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz


Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.

ORACIÓN FINAL


Dios y Padre nuestro: Tú expresaste tu poderosa palabra: “¡Hágase la luz!” a un mundo sumido todavía en tinieblas, y hubo luz. Tú nos has hablado con tu Palabra viva, tu propio Hijo, y hay LUZ en nuestras mentes y corazones. No queremos  guardarnos esta LUZ de Jesús  escondida bajo la sombra de nuestra mediocridad, sino que brille en nuestras palabras y en nuestras obras, para que ilumine nuestros pasos y los de todos los que nos rodean para ayudarles a encontrar la verdad y la paz. PJNS

BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

Y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,

Padre, Hijo y Espíritu Santo.

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