Nombrada consultora de la Secretaría del Sínodo el 17 de febrero Birgit Weiler: “Actitudes clericales apagan el fuego de la fe, de querer dar testimonio del Evangelio juntos”
“Plasmar recomendaciones al Papa Francisco para dejar claro en qué consisten esta sinodalidad, y que eso no es algo del momento, sino que se vincula con una larga y rica tradición en nuestra Iglesia, que requiere ser ahora traducida a los contextos actuales”
“Todos y todas hemos entrado en la Iglesia a partir del Bautismo, somos en Cristo hermanos y hermanas en la fe, es lo que nos une”
“Una Iglesia sinodal está llamada a no preocuparse solo por ella misma, sino de abrirse a hacer camino con otras personas de diversos ámbitos, formar alianzas para atender los retos fuertes, las heridas de nuestro tiempo”
“Ser una Iglesia sinodal es un modo de vivir con mayor coherencia el Evangelio y el seguimiento de Jesús”
“Una Iglesia sinodal está llamada a no preocuparse solo por ella misma, sino de abrirse a hacer camino con otras personas de diversos ámbitos, formar alianzas para atender los retos fuertes, las heridas de nuestro tiempo”
“Ser una Iglesia sinodal es un modo de vivir con mayor coherencia el Evangelio y el seguimiento de Jesús”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
El 17 de febrero la Hna. Birgit Weiler fue nombrada consultora de la Secretaría del Sínodo, un encargo recibido “con una profunda gratitud por la confianza depositada en mi persona, y también con la conciencia de que es una responsabilidad grande”. La religiosa lo ve como oportunidad para “hacer camino y escuchar junto con hermanos y hermanas en la fe, y también escuchar al Espíritu que nos acompaña en este camino y es el protagonista en todo el proceso”.
En un espíritu sinodal
Weiler dice que “espero contar con el apoyo y con la gracia de Dios para que uno cumpla bien esta confianza depositada, y junto con mis hermanos y hermanas en la fe que formamos juntos este consejo”. En el ejercicio de esta misión, “espero que podamos ejercitar lo que se nos ha confiado en un espíritu muy sinodal”.
Dice no conocer en detalle cual será su labor, aunque dice recordar la presencia en Frascati, donde fue preparada la Fase Continental del Sínodo, y donde estuvieron presentes algunos consultores de la Secretaría del Sínodo, que tenían la tarea de revisar muy detalladamente el borrador del texto y de aconsejar, presentar observaciones y hacer sugerencias. Una tarea de revisar contenidos, ver los temas prioritarios y aconsejar en materias que la Secretaría del Sínodo demanda.
Gran esperanza ante la segunda etapa de la Asamblea Sinodal
Nacida en Alemania y con casi 30 años como misionera en Perú, a partir de lo que ha escuchado en diferentes lugares, Birgit Weiler dice haber escuchado del santo pueblo fiel de Dios, “la gran esperanza que se tiene ante la segunda etapa de la Asamblea Sinodal, con la participación de laicos, laicas, religiosas, religiosos, con voz y voto, que se logren plasmar recomendaciones al Papa Francisco para dejar claro en qué consisten esta sinodalidad, y que eso no es algo del momento, sino que se vincula con una larga y rica tradición en nuestra Iglesia, que requiere ser ahora traducida a los contextos actuales, pero que acoge también el espíritu del Vaticano II, que nos invitó a ser una Iglesia en un espíritu sinodal, recordándonos que todos e todas por el Bautismo somos miembros del pueblo de Dios, hemos recibido el don del Espíritu y por ello tenemos una corresponsabilidad en la misión y en la vida de la Iglesia”.
“Este caminar juntos en la fe y en la sinodalidad para que veamos cuales son las estructuras y procedimientos concretos que nos ayudan a vivirla”, insistió la religiosa. Según ella, “se trata de pasar de la palabra al hecho concreto correspondiente”, lo que ve como una gran esperanza. “Avanzar en ser comunidad, en ser una Iglesia más sinodal, que realmente vive coherentemente la sinodalidad”, lo que implica “una mayor participación de laicos y laicas, sobre todo de mujeres, en los procesos de discernimiento a que nos llama Dios, a que nos impulsa e inspira el Espíritu que nos acompaña, y también en las decisiones correspondientes para que esto se ponga en práctica coherentemente”.
Conversión continua
Para concretar esa sinodalidad, la Hna. Birgit Weiler recuerda lo dicho en el Sínodo para la Amazonía, “eso requiere de una conversión continua de todas y todos nosotros, porque el espíritu clerical no está solo en los sacerdotes, sino también en los laicos, laicas y también religiosas”. Se trata, afirma la consultora de la Secretaría del Sínodo, de “abrirnos a este cambio profundo, a una metanoia, un cambio profundo de mente y de corazón que deja actuar al Espíritu en nosotros, pero tenemos que abrirnos a ello, para salir de una mentalidad de prácticas clericales para reconocernos a todos los miembros del pueblo de Dios con vocaciones diferentes, laicos, laicas, religiosas, religiosas, para que demos los pasos necesarios para apreciarnos como hermanos y hermanas en la fe”.
La religiosa recuerda las palabras del Papa Francisco, que recalca una y otra vez que “todos y todas hemos entrado en la Iglesia a partir del Bautismo, somos en Cristo hermanos y hermanas en la fe, es lo que nos une”. Desde ahí llama a que “nos apoyemos en nuestros carismas, ministerios y vocaciones, sabiendo que nos necesitamos mutuamente, formamos juntos el Cuerpo de Cristo y estamos llamados a ser santos, a dar testimonio del Evangelio en el mundo de hoy’. Eso la lleva a señalar que “actitudes clericales apagan el fuego de la fe, el fuego de querer dar testimonio del Evangelio juntos, como dijo el Papa Francisco más de una vez, que no es sólo misión de sacerdotes y de obispos, lo tenemos como misión conjuntamente, y hay que seguir dando pasos”.
Compartir las experiencias de cambio
En ese sentido, dice que “ya se están cambiando cosas en la Iglesia en Latinoamérica, experiencias de hacer camino juntos, sinodalmente, no clericalmente, como Iglesia local”. Por eso, Birgit Weiler destaca la necesidad de “compartir estas experiencias nuevas, estas experiencias que pueden ser ofrecidas como inspiración a comunidades en otras partes”, lo que compara con la levadura del Evangelio. Ella insiste en que en Latinoamérica la sinodalidad ya se vive desde hace un tiempo, se está ensayando y aprendiendo un modo sinodal de ser Iglesia, algo que debe ser compartido para que sirva de motivación en otras partes y avanzar cada vez más en este camino de ser una Iglesia verdaderamente sinodal.
También reflexiona sobre el hecho de que hacer camino sinodal no es solo encerrarnos dentro de nosotros como Iglesia católica, sino, como nos recuerda el Papa Francisco, “la disponibilidad y el aprendizaje para hacer camino junto con cristianos de otras iglesias, junto con personas de otras religiones, junto con personas con pensamientos humanistas, para curar las heridas de hoy, en sociedades tan profundamente heridas por desigualdades dolorosas, teniendo presentes las personas que en el mundo viven en situaciones de pobreza extrema, que hiere profundamente la dignidad, afecta a su salud, las posibilidades de una vida sana y acorta el tiempo de vida, siendo expresión de una gran injusticia”.
Una Iglesia que no se preocupa solo por sí misma
La religiosa relaciona también esta temática con “la realidad de nuestra Tierra cada vez más herida, que se manifiesta en un cambio climático que ya es crisis climática. Nos toca a todos atender conjuntamente esta crisis para que no vayamos cada vez más en dirección a una catástrofe climática”. Por eso insiste en que “una Iglesia sinodal está llamada a no preocuparse solo por ella misma, sino de abrirse a hacer camino con otras personas de diversos ámbitos, formar alianzas para atender los retos fuertes, las heridas de nuestro tiempo, poner al servicio de la humanidad las potencialidades que hay cuando trabajamos juntos”.
Escuchando a obispos y sacerdotes de diversos lugares del mundo, Weiler dice que hay resistencias y miedo con relación a la sinodalidad y la ministerialidad, relatando que hay quienes han llegado a decir que “en una Iglesia sinodal ya no se va a necesitar de sacerdotes”, algo que insiste que es absolutamente falso, recordando lo que recoge el Informe de Síntesis de la primera sesión de la Asamblea Sinodal de octubre de 2023, que “falta mayor diálogo, mayor espacios de encuentro, de reflexión en conjunto con sacerdotes y obispos para que se pueda comunicar con mayor claridad que una Iglesia sinodal requiere del ministerio del sacerdote, del ministerio del obispo, no quita autoridad”.
Autoridad como servicio
En esa perspectiva, insiste en una autoridad que “sea vivida realmente al ejemplo de Jesús, como una autoridad que es servicio a la comunidad de creyentes y una autoridad que ayuda a la Iglesia a ser una Iglesia que sale de sí misma y esté al servicio de la humanidad, en cada espacio, con las heridas y los retos y las potencialidades que se presentan en cada contexto”. En ese sentido, aboga por “una Iglesia que, en este contexto, cuando en la humanidad hay tantos conflictos crueles, violentos, bélicos, la Iglesia, en su empeño serio de aprender a ser una Iglesia sinodal que hace camino con, sea también un signo en el camino, porque Jesús nos pide ser personas que con su ejemplo construyan puentes, extiendan manos, se preocupen por las personas de los márgenes de la sociedad en el mundo de hoy’, lo que ve como algo que puede ayudar a quienes tienen dudas.
“Ser una Iglesia sinodal es un modo de vivir con mayor coherencia el Evangelio y el seguimiento de Jesús”, insistió Weiler. Por eso dice ver “signos de esperanza, alentadores, de que es posible hacer camino sinodal y que eso enriquece la fe de todos y todas”, poniendo como ejemplo la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA). La religiosa recordó la reciente reunión de CEAMA y REPAM para “ver como fortalecer el caminar juntos al servicio de los pueblos en la Amazonía y de la Amazonía como espacio de vida ten rico y tan amenazado”, lo que dice animar mucho, pues es “un camino para discernir juntos, obispos, sacerdotes, laicos, laicas, religiosas, religiosos”, desde donde “los obispos acogen con la autoridad que les compete los frutos del discernimiento y sienten que nace de ese discernimiento la misión que nos corresponde asumir como soplo del Espíritu, el llamado de Dios en este momento de la historia”, lo que insiste en que es algo muy enriquecedor para ser Iglesia.