Un celebración con rostro amazónico La Iglesia de Río Negro, la más indígena de Brasil, abre el Jubileo de la Esperanza
El Jubileo se anunció con alegría al sonar las flautas tradicionales, que ofrecieron a Dios las esperanzas de los pueblos indígenas: tierra, frutos, niños
El Jubileo quiere ser para los pueblos del Río Negro, según su obispo, “una experiencia que fortalezca cada vez más a las comunidades, una esperanza de iglesia viva que pueda acoger de manera especial a toda persona frágil y que anuncie que la misericordia de Dios aquí es infinita”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En la diócesis de São Gabriel da Cachoeira, la Iglesia del Río Negro, la más indígena de Brasil, se inició el Jubileo 2025 con una celebración que comenzó en el gimnasio diocesano. La celebración contó con una gran participación popular, y se puede decir que su singularidad radicó “en los cantos en las lenguas indígenas locales, el Evangelio proclamado en lengua Tucano y las flautas tradicionales que anunciaban en la procesión de ofrendas que traemos al Señor, las esperanzas que los pueblos de Río Negro tienen para este Jubileo”, según el obispo local, Mons. Raimundo Vanthuy Neto.
24 pueblos indígenas peregrinando
“La primera esperanza es que, como la familia de Nazaret que peregrinó con el pequeño Jesús a Jerusalén para celebrar la Pascua, también nosotros esperamos como familias, familias plurales de 24 pueblos indígenas, familias que comprenden el mundo de un modo diferente, familias que experimentan la luz de Dios porque también caminan, a pesar de sus diferencias, juntos como la única familia de la Iglesia diocesana del Río Negro”, dijo el obispo diocesano. Familias que esperan, en este jubileo, agregó Mons. Vanthuy, “enfrentar el tema de las bebidas alcohólicas con mayor fortaleza, proveniente de la gracia de Dios, pero también proveniente de la unión de los pueblos”.
Concretándolo en la vida de este territorio, el obispo destacó que “la esperanza es que el Jubileo nos muestre que las familias del Río Negro quieren comprometerse para reducir toda la experiencia difícil que significa beber alcohol. Quieren poner una moratoria, un freno”. Esta fue la invitación que el obispo diocesano, junto a los ministros de la Palabra, de la Eucaristía, los sacerdotes y las hermanas de la Vida Religiosa Consagrada hicieron y lanzaron al inicio del Año Jubilar.
Esperanza de conservar su tierra
Junto con esto, “la esperanza de que el gobierno y especialmente las leyes brasileñas no se lleven la tan esperada esperanza de los pueblos indígenas de tener una tierra “, dijo Mons. Vanthuy, recordando el Marco Temporal, el proyecto de ley que actualmente se tramita en el Congreso brasileño que delimita y disminuye toda la cuestión de las tierras indígenas. En respuesta a las palabras del obispo, la gente vitoreó, cantando “viva la esperanza”, y él dijo que “no esperamos, no es una esperanza anunciar leyes como la ley fuerte que destruye la esperanza, que destruye los sueños, que destruye el futuro de los pueblos indígenas, porque la ley fuerte del Marco Temporal limita la tierra».
En su homilía, el obispo diocesano destacó que “también resuena que así como la familia de Nazaret experimentó pérdidas y encuentros, las familias de Río Negro también experimentan pérdidas cuando hijos e hijas jóvenes, sin perspectivas de vida, intentan terminar con sus propias vidas”. Mons. Vanthuy se hizo eco de que “no queremos esperar, no soñamos y no tenemos esperanza para las cuestiones que llevan a los jóvenes por el camino del suicidio, esperamos que los jóvenes del Río Negro puedan soñar mejor, puedan encontrar siempre perspectivas de vida”, a lo que toda la multitud volvió a cantar: ¡Viva la Esperanza!
Un Jubileo con rostro indígena
Una esperanza que “fue sembrada en nuestros corazones, porque el Espíritu Santo fue derramado en nuestros corazones”, enfatizó el obispo. “La esperanza del Hijo del Padre, que anima a todo hombre y mujer que sigue a Jesucristo, que participa en las comunidades. El Jubileo se anunció con alegría al sonar las flautas tradicionales, que ofrecieron a Dios las esperanzas de los pueblos indígenas: tierra, frutos, niños. El himno del Jubileo fue cantado por dos niños pequeños de los pueblos Tucano y Baniwa. En un momento de gran belleza, los niños cantaron y el pueblo repitió.
Al final de la celebración eucarística, recordando a la familia de Nazaret que peregrinó a Belén, se anunció con alegría que también nosotros, como Jesús, queríamos crecer en la esperanza. Una esperanza que, como él, en Nazaret, creció marcada por la sabiduría, creció desde la fuerte experiencia de la compañía de sus padres, creció desde la fuerte experiencia de que el Espíritu Santo actuaba en él.
Un Jubileo para fortalecer a las comunidades
El Jubileo quiere ser para los pueblos del Río Negro, según su obispo, “una experiencia que fortalezca cada vez más a las comunidades, una esperanza de iglesia viva que pueda acoger de manera especial a toda persona frágil y que anuncie que la misericordia de Dios aquí es infinita y que Dios no es ajeno al pecado ni a los límites humanos. Queremos crecer en sabiduría, retomando las antiguas sabidurías de nuestras comunidades, pero crecer en la sabiduría del Evangelio, queremos maravillarnos para aprender de Jesús, queremos retomar el camino de los círculos bíblicos, sentados en torno a Jesús para que su Palabra nos ayude a descubrir la voluntad del Padre”.
Al final de la Eucaristía, se bendijo una gran cruz, una cruz de madera tomada de las comunidades, llevada en procesión y plantada delante de la catedral de São Gabriel. Después, se abrió la Puerta Santa en la catedral, donde el obispo y los líderes colocaron perfumes en las puertas, mientras los indígenas tocaban flautas tradicionales y todos querían arrodillarse y entrar en la catedral, donde estaba expuesto el Santísimo Sacramento. Allí, hubo una breve adoración y todos cantaron juntos para que Dios renueve la esperanza en Cristo, que viene a nosotros.
Un tiempo de peregrinación
Se invitó a las comunidades a vivir este período del Año Santo marcado por las peregrinaciones, de modo que en todas las fiestas de los santos de las parroquias y comunidades se organizaran peregrinaciones a cinco lugares: la Iglesia Matriz de Río Negro, la Catedral, la Primera Iglesia de Río Negro, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Bacelos y la Iglesia Centenaria del Sagrado Corazón de Jesús de Taracuá. En la ciudad de São Gabriel, el Morro da Boa Esperança, que indica que allí nos encontramos subiendo hacia el cielo y estamos dotados de esperanza, que es buena y quien la lleva se convierte en hombre y mujer de bien en esta ciudad y en esta región del Río Negro, y finalmente, la Fazenda de la Esperanza, que genera la esperanza de que aquí, en este lugar, muchos hombres puedan vencer lo que es un flagelo, que es una enfermedad, que es una experiencia del mal aquí en el Río Negro, que son las bebidas alcohólicas.
La celebración de apertura del Año Jubilar terminó con un hermoso canto misionero, en esta tierra que es tierra de misión, “el himno misionero de las iglesias de la Amazonía, que muestra que salimos en misión y tomamos la esperanza como nuestra misión, que somos personas de esperanza que caminan hacia un tiempo nuevo, una historia nueva”, concluyó Mons. Raimundo Vanthuy Neto.
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