La presidenta de la CLAR responde a cuestiones sobre escucha y abusos Liliana Franco: “Experiencias sinodales son laboratorios que nos capacitan para un mejor servicio”
“Importancia de la escucha como un transversal de cualquier proceso de humanización”
Escuchar “es la posibilidad de aproximarnos y de aproximarnos más serena, más sincera y más reverentemente al querer de Dios”.
“Todos en la Iglesia estamos en ese proceso de revisar cuales son esos modos relacionales, que claramente no están en coherencia con el modo de Jesús y que nos suponen conversión”
“Todos en la Iglesia estamos en ese proceso de revisar cuales son esos modos relacionales, que claramente no están en coherencia con el modo de Jesús y que nos suponen conversión”
Luis Miguel Modino, enviado especial al Sínodo de la Sinodalidad
Los procesos de escucha son un elemento importante en el caminar de la Iglesia en los últimos años. En América Latina y el Caribe eso se ha ido asumiendo, especialmente desde el Sínodo para la Amazonía, algo que posteriormente fue a más con la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe y el actual proceso sinodal. La hermana Liliana Franco, presidenta de la Confederación de los Religiosos y Religiosas de América Latina (CLAR), ha participado de ambos sínodos y de la asamblea eclesial.
La escucha es transversal
Según la religiosa colombiana, presente en la Sala Stampa vaticana, “estos dos últimos sínodos, incluso también el Sínodo de la Juventud, y estas experiencias que vamos teniendo en los distintos continentes nos ponen de cara a la importancia de la escucha como un transversal de cualquier proceso de humanización”. Con referencia al Sínodo para la Amazonía, la presidenta de la CLAR recordó que “el Sínodo para la Amazonía ya afirmaba con muchísima fuerza que la escucha conduce a la conversión, que realmente, lo que tiene poder de generar transformación, de modificar actitudes y estructuras es escuchar, escucha a Dios y escucha a los territorios, a la realidad”.
Algo en lo que “nos vamos ejercitando, que todas estas experiencias sinodales terminan siendo como laboratorios que nos capacitan para un mejor servicio”, afirmó Liliana. La religiosa insistió en que “tenemos mucho que aprender, en la Iglesia y en la sociedad, porque muchas veces todos los seres humanos vamos con nuestros propios monólogos, ideas, paradigmas de las cosas”. Ante esas situaciones, Liliana Franco cree que “la escucha se va posicionando como el modo, como la manera de entender cuál es eas narrativa de lo que Dios tiene para decirnos a los seres humanos”.
Escuchar para aproximarse de Dios
Escuchar, reforzó la presidenta de la CLAR, “es la posibilidad de aproximarnos y de aproximarnos más serena, más sincera y más reverentemente al querer de Dios”. Escuchar porque eso “realmente nos transforma, nos convierte”, algo que considera un proceso de aprendizaje. Una realidad sobre la que algunas iglesias locales o continentales tienen una mayor experiencia, recordando que “se han ejercitado más reiterativamente en estos procesos de la escucha, y han hecho de la escucha una actitud vital”.
Ante esa dinámica de la escucha, afirmó que “como Iglesia toda, tenemos el gran desafío de entender que por ahí está para nosotros el camino de la conversión, e incluso el camino de la credibilidad en momentos complejos como los que vivimos, tanto como Iglesia y como sociedad”.
Cultura del cuidado
Ante una pregunta con relación a los abusos a religiosas, la presidenta de la CLAR afirmó que “en la Iglesia nos hemos acostumbrado a convivir en medio de relaciones rígidas, de estilos que son excluyentes, de nacionalismos que excluyen”. Ante esa coyuntura, Liliana Franco ve como gran desafío, “purificar las relaciones para hacer posible esa cultura del cuidado”. Un tema que la Vida Consagrada en el mundo entero se está tomando con seriedad, afirmó. Al respecto, hablando sobre el continente latinoamericano y caribeño, señaló que “venimos haciendo procesos muy claros con los 150 mil religiosos que hay en América Latina y el Caribe que nos permitan revisar nuestros modos relacionales, que lo que somos y hacemos es abusivo, porque no le da lugar a la diferencia, porque no es inclusivo”.
“Todos en la Iglesia estamos en ese proceso de revisar cuales son esos modos relacionales, que claramente no están en coherencia con el modo de Jesús y que nos suponen conversión”, afirmó. Desde ahí, continuó diciendo que “la Vida Religiosa femenina no está al margen de esto, tanto para revisar sus propios modos relacionales, porque a veces al interior de las comunidades y de las congregaciones puede haber modos que no son vividos y asumidos desde una sana cultura del cuidado, como para reconocer también modos que vienen de fuera y que vulneran o posibilidades, o derechos, o dignidades de las mujeres consagradas”.
La religiosa enfatizó que “este proceso sinodal nos pone de cara a la necesaria revisión y a una opción”. En ese sentido, hizo ver que “la opción que este proceso está poniendo en el corazón de toda la Iglesia es la opción por la cultura del cuidado, por un modo de relacionarnos que se haga más semejante al modo de Jesús”.