Las comunidades católicas brasileñas estudian el Libro de Ezequiel en el Mes de la Biblia Mes de la Biblia: la Palabra da el Espíritu que da vida
Sólo cuando se conoce, se medita y se reza con la Palabra el creyente puede dar testimonio de ella
Riqueza de los círculos bíblicos, de los encuentros de reflexiones que se celebran en tantos hogares brasileños a lo largo del Mes de la Biblia
No se puede leer la Biblia desde el intelecto, sino desde el corazón, desde una conversión nacida de la voz de Dios en medio de su pueblo
No se puede leer la Biblia desde el intelecto, sino desde el corazón, desde una conversión nacida de la voz de Dios en medio de su pueblo
Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica
Todos los años, durante el mes de septiembre, las comunidades católicas de Brasil son invitadas a reflexionar sobre la Palabra, a partir de uno de los libros de la Biblia. En 2024, el libro propuesto es el de Ezequiel, con el lema “Pondré mi espíritu en ti y vivirás”. Una oportunidad para conocer la Biblia, pero también para darse cuenta de que este texto lleva a reflexionar sobre la vida, sobre las actitudes y la forma de relacionarse con los demás.
Conocer, meditar, rezar, para dar testimonio
Sólo cuando se conoce, se medita y se reza con la Palabra el creyente puede dar testimonio de ella. Encantarse por la Palabra compromete, y hace que los demás estén encantados por el efecto que la Palabra tiene en la vida. La Palabra transforma, nos hace hombres y mujeres nuevos, con una mirada nueva, nacida de Dios, una mirada marcada por el espíritu de Dios, que cambia la vida de quien cree en Él.
El Mes de la Biblia lleva a reflexionar sobre el espíritu que da vida, sobre lo que impulsa la vida personal y comunitaria de los creyentes. Cuando alguien permite que Dios ponga su espíritu en él, su vida se vuelve más plena y significativa. Esta es una dinámica importante en una sociedad en la que la materialidad, la individualidad y la inmediatez se anteponen a una vida basada en el Espíritu.
Traducir la Palabra en actitudes
Es necesario comprender que la Palabra tiene que traducirse en actitudes de vida, que el texto sagrado no relata una historia del pasado, sino lo que sucede en la vida de la gente y en su entorno. Esta Palabra tiene que interpelar como personas, como sociedad y como Iglesia. Una vida sin espíritu acaba siendo una vida que muere poco a poco, perdiendo su poder transformador.
La Palabra no puede quedarse en el papel, encerrada en el templo. La Palabra tiene que ser llevada a casa, a la vida cotidiana, de ahí la riqueza de los círculos bíblicos, de los encuentros de reflexiones que se celebran en tantos hogares brasileños a lo largo del Mes de la Biblia. Una Palabra que se concreta a través de la realidad, con ejemplos que hacen referencia a lo que es común en la vida de la gente, cercanos a la realidad que forma parte de su vida cotidiana.
Esperanza para quien perdió el rumbo
En esta Palabra encontramos signos de esperanza, una actitud cada vez más necesaria en la vida de muchas personas, que por diversos motivos han perdido el rumbo, el sentido de sus vidas. Desde esta perspectiva, siguiendo lo que nos pide el Papa Francisco para el Jubileo del próximo año, los cristianos son llamados a ser peregrinos de la esperanza, especialmente entre quienes viven en las periferias geográficas y existenciales.
No es suficiente llevar la Biblia bajo el brazo, es necesario llevar la Palabra en el corazón. Esa Palabra es la fuerza misionera para todos los bautizados y para las comunidades cristianas. No se puede leer la Biblia desde el intelecto, sino desde el corazón, desde una conversión nacida de la voz de Dios en medio de su pueblo.
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